Al finalizar febrero, el periodista oficialista Van der Kooy reconocía, en una columna del diario Clarín, que “Macri no le encuentra la manija a la pelota”, y tiene razón. El proyecto económico de los CEOs no logra hacer pie.
Mal que le pese al macrismo, los capitalistas del mundo (incluidos los funcionarios de Cambiemos, que tienen su dinero en el exterior) no están interesados en invertir en la Argentina. Varios factores empeoran ese escenario.
La inflación (la segunda más alta de América Latina) estará por 20% o más. Los aumentos de tarifas y servicios públicos, que se supone debían servir para bajar el déficit fiscal, impactan en la suba de los precios. Lo mismo la desregulación del combustible. El alza del dólar, que el gobierno también permite (y que en los hechos es una devaluación en desmedro de los sectores populares), empuja en el mismo sentido. El propio Dujovne admitió que el gobierno tiene “muy pocas herramientas” para enfrentar la inflación.
El gobierno de la austeridad, que se proponía bajar el déficit fiscal, está muy lejos de esto. El campo, sector principal para el ingreso de divisas, está seriamente afectado por la sequía, mermando drásticamente los dólares que entran al país. A contramano, crece de forma exponencial la fuga de divisas, ayudada por la desregulación del flujo de capitales.
Lo que se planteó como “excepcional” al comienzo del macrismo, se consolidó como la única razón económica de su subsistencia: el endeudamiento. En dos años, el gobierno emitió deuda por u$s 133 mil millones, a lo que debe sumarse los 60 mil millones que despachó Luis Caputo al cerrar febrero. Y el ministro de Hacienda, sin ruborizarse, adelantó que el peso de la deuda seguirá creciendo, hasta llegar a un pico en 2020. Esta liquidación del país a futuro empieza a generar distancias hasta con los mismos “mercados”, que aumentan sus dudas sobre la capacidad de pago. Esta situación, en un marco de alza de las tasas del Tesoro de EEUU, lleva además a encarecer cada vez más el crédito.
El rumbo crítico de la economía lo señalan los propios: un duro comunicado de la Unión Industrial Argentina; los aliados de la UCR; y fue eje de las críticas en el equipo gubernamental en Chapadmalal. Hay que sumar la caída de la imagen del gobierno tras diciembre y las primeras renuncias por corrupción con el caso Díaz Gilligan. A contramano, la línea oficial -tal como expuso Macri en la apertura de sesiones del Congreso- es que “estamos en la dirección correcta”.
En defensa del salario y contra los despidos
Para el macrismo, la reducción salarial y la reconversión laboral hacia formas más “baratas” (precarias) de trabajo son parte de su proyecto estratégico neoliberal. Pero además, en un marco de magros resultados económicos, se transforman en un mecanismo inmediato para mejorar la ecuación a favor de los empresarios y su Estado, perjudicando aún más a la clase trabajadora. De ahí la dureza con la que salieron a la cancha.
La ola de despidos, en particular en amplios sectores del sector público con el objetivo de “bajar el gasto” a costa de más trabajadores y trabajadoras en las calles, es un punto clave de la política oficial y también de las resistencias que desarrolla el movimiento obrero. De la mano de esto, se impulsa una ley de integridad pública en donde, en medio de supuestas políticas de “transparencia”, se apuesta a achicar los recursos para salarios y servicios públicos.
Del mismo modo, con la imposición de paritarias que no superen el 15%, cuando la inflación será mucho mayor, se busca paliar la crisis apropiándose del ingreso de las y los trabajadores. El ataque directo a la lucha docente en el discurso de Macri del 1 de marzo es parte de esa ofensiva.
Mientras tanto, como temen a nuevas movilizaciones como las de diciembre, la apuesta a una reforma laboral en un paquete único fue trocada por reformas parciales que empeoran los convenios colectivos, negociadas con las direcciones sindicales traidoras. Y el gobierno apuesta a una ley “de inclusión laboral” en la que se condonarán las deudas empresarias a cambio de un dudoso “blanqueo” de trabajadores/as en negro.
La disputa está abierta. El macrismo ha demostrado que (billetera y carpetazos mediante) es capaz de disciplinar a la gran mayoría de la CGT, dejando muy marginado al neo-opositor Moyano. Los ataques a quienes se contraponen son fuertes: no sólo se ve en la persecución al jefe camionero, sino también en la gran ofensiva contra los movimientos sociales, que jugaron un rol destacado en la movilización del 21F. La desmovilización cegetista hace muy difícil desarrollar medidas de fuerza amplias y pone una gran traba a la unificación del movimiento existente.
Aún así, el movimiento obrero y popular viene resistiendo en numerosas luchas y dio una importante muestra de fuerza en la movilización de cientos de miles del 21F. El sostenimiento y ampliación de las luchas en curso y la militancia para avanzar en un plan de lucha unificado y un paro general son tareas de primer orden para el movimiento obrero y popular.
Un cambio de agenda, para ganar aire
El enojo con la situación se amplió. Entre los sectores populares ahora se canta contra Macri en estadios, recitales y en las calles. El nerviosismo gubernamental es tal que llegó a proponerse prohibir esos cantitos en las canchas. Como contraparte, el gobierno busca cambiar la agenda política con temas que generan repercusión y polémica pública. Lo hace, por supuesto, partiendo de los valores propios de la derecha.
Agitó un proyecto para arancelar la salud pública a inmigrantes que no cuentan con la residencia legal (en su mayoría trabajadores/as precarizados/as en fincas, talleres o casas de familia), y también en las universidades. Lo irrisorio de la proporción presupuestaria que cabe a las y los extranjeros deja en claro que lo más importante es la defensa de una línea xenófoba que propone discriminarlos/as y convertirlos/as en “chivos expiatorios” para disimular las responsabilidades gubernamentales, todo ello buscando despertar lo más bajo del sentimiento reaccionario en los sectores populares. En ese camino, Cambiemos trata de dar pasos hacia la privatización de estas cuestiones esenciales. En contraposición, es fundamental mantener la defensa de la educación y la salud públicas, como derechos básicos que han sido conquistados por nuestro pueblo.
Algunas de estas iniciativas, aún más enfáticas, Macri las llevó directamente como agenda al parlamento.
Orden de matar: la doctrina Chocobar
En el inicio de sesiones parlamentarias Macri adelantó que van por una reforma penal. La iniciativa tiene un doble objetivo. Por una parte, como en el caso anterior, se busca movilizar en un sentido reaccionario y ganar demagógicamente el apoyo de sectores populares que ven en “la inseguridad” un problema central. Se genera así, además, una nueva “polémica” nacional que corre el eje frente a las graves condiciones sociales y económicas.
Por otra parte, el endurecimiento represivo es una respuesta material para tratar de contener a los tiros lo que no se puede resolver por medio de la política y la economía. Las penas más duras y el ataque directo a quienes se manifiestan, van de la mano del disciplinamiento en las barriadas humildes, con permiso oficial para el gatillo fácil. El respaldo abierto a Chocobar, tras haber fusilado por la espalda, empalma con la militarización de los barrios, la propuesta de incorporar al Ejército a tareas de represión interna; y es parte de una concepción más profunda de apoyo a las fuerzas represivas que, entre otras cosas, está permitiendo que milicos de la dictadura salgan de la cárcel a sus casas.
En este marco, la movilización del 24 de marzo, a 42 años del golpe genocida, adquiere un significado destacado. Es una oportunidad para movilizarnos amplia y unitariamente, en repudio a la dictadura, pero también a quienes hoy quieren dar más impunidad a los milicos asesinos y pretenden agravar la represión. Por eso, como parte del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia estaremos en esa cita de honor para todo el pueblo.
Por el derecho a decidir
La presión por correr el eje de la crisis económica llevó al gobierno a promover el debate sobre otro tema de gran repercusión pública: la despenalización del aborto. El planteo fue ratificado en el inicio de sesiones del Congreso. Se trata, en este caso, de una iniciativa completamente oportunista. Cambiemos nunca había siquiera insinuado esta discusión. Las diferencias al interior del propio gobierno, con una presumible mayoría antiabortista que incluye al mismo Macri, dejan en claro que la coalición gubernamental sacó de la galera un tema “polémico” para manejar el debate público.
La particularidad es que, si estaba presente en las calles -y también de forma creciente en los medios de comunicación-, es porque el movimiento de mujeres viene batallando de forma sostenida, ampliando cada vez más su influencia, en un reclamo histórico y sentido del feminismo, que se desarrolló a contramano y a pesar de la derecha política y de instituciones conservadoras como la iglesia. Tan claro es esto, que ni siquiera el progresismo kirchnerista cuando fue gobierno permitió que se avance en este debate.
El tratamiento legislativo del derecho al aborto legal, seguro y gratuito es una gran oportunidad para el movimiento feminista. Lejos de delegar en el círculo parlamentario y en el oficialismo ninguna representación, lo que se nos plantea es redoblar nuestra presencia en las calles, masificar los reclamos por los derechos de las mujeres y las disidencias sexuales, y con esa fuerza, fortalecer la presión, que más tarde o más temprano se verá expresada también en conquistas legislativas como esta. Para avanzar es de gran importancia movilizar masivamente este 8M y promover en todas partes la realización efectiva del paro de mujeres, con las modalidades que puedan conquistarse en cada lugar.
Así las cosas, el mes de marzo promete una gran intensidad política. Desde VENCEREMOS – Partido de Trabajadorxs, y como parte de la Corriente de Izquierda PODER POPULAR, apostamos con todo a ocupar las calles, para enfrentar la ofensiva de Cambiemos y avanzar en nuestras conquistas.
¡En defensa de las luchas por salario y contra los despidos, vamos por un plan de lucha y un paro general!
¡Para que de una vez el aborto sea legal, las mujeres paramos este 8 de marzo y vamos por una gran campaña feminista!
¡Contra la impudidad y la doctrina del gatillo fácil, llenemos las plazas este 24 de marzo!