El 29 de diciembre de 2017, Carolina Angulo Paredes de 34 años fue asesinada de un tiro en el pecho en Florencio Varela. La violencia machista, el abandono del Estado y la justicia patriarcal, matan.
Esa madrugada Carolina se encontraba en una estación de servicio junto con otras compañeras, en la esquina de Av. Calchaquí y calle 15 (Berazategui). Su amiga relató que un varón se acercó conduciendo una moto y gritándole algo a Carolina, a lo que ella respondió “yo a vos no te conozco”. Él sacó un arma, le disparó en el pecho y luego se quedó varios minutos apuntando bajo amenazas a lxs presentes.
Carolina estaba herida pero consciente, es decir que si la ambulancia no hubiera tardado 25 minutos en llegar, ella no hubiese entrado en estado de shock al hospital Evita Pueblo de Berazategui. Como agravante, en el hospital desestimaron su estado de salud y fue operada con demora, cuando sus órganos vitales ya estaban comprometidos.
Carolina falleció en medio de la operación poco antes de las 8 de la mañana del 30 de diciembre.
¿Será que la vida de nuestros cuerpos disidentes tienen menos valor?
Carolina se encontraba en situación de prostitución. No tenía otro ingreso ya que en ningún trabajo aceptan trans o travas por el propio hecho de su identidad de género y a pesar de que la ley de cupo laboral trans/trava existe desde octubre de 2015, nunca fue reglamentada, por lo tanto no se encuentra en vigencia.
El crimen de Carolina se suma a la cruel lista de transfemicidios y travesticidios, donde cada trans o trava asesinada por su disidencia, refleja la cara más perversa del Estado. Porque sí, el Estado ES RESPONSABLE, por acción u omisión, donde las leyes no se reglamentan, no funcionan, donde el acceso a una vida digna es inalcanzable al igual que el ingreso a un trabajo, a un salario mínimo vital y móvil y a la salud pública.
Sin embargo este Estado capitalista y héteropatriarcal no sólo muestra su perversidad cuando no actúa, sino también cuando lo hace: Carolina estuvo 5 años presa injustamente por ser migrante peruana, por ser trans y estar en situación de prostitución.
A Carolina la mataron, por su condición de clase, por su condición de migrante, por ser disidente sexual. Por ser trans. Por tener que laburar de puta. Por ser peruana.
Fue hostigada por la policía de Florencio Varela y condenada a vivir en el penal varios años por una causa que nunca existió. El varón que le disparó en el pecho, lo hizo porque es un hijo bien sano del patriarcado y el patriarcado detesta la disidencia sexual. Los médicos que demoraron en atender y salvar la vida de Carolina, lo hicieron porque Carolina era trans, era pobre, era peruana, era prostituta.
Y no bastó con el transfemicidio. La justicia patriarcal también condena y violenta a Carolina: la Unidad Funcional de Instrucción N°3 de Berazategui caratuló la causa como “Homicidio agravado por uso de arma de fuego”. Al parecer la ley de identidad de género, funciona sólo en algunos casos.
Ante la violencia patriarcal y machista, ante la desidia y la condena del Estado, ante la criminalización de las disidencias por parte de la justicia, nosotrxs decimos:
Que el dolor se vuelva rabia, que la rabia se vuelva lucha y nuestra voz, grito.
¡Exigimos justicia por Carolina!
¡Basta de trasnfemicidios, travesticidios y femicidios! El Estado es responsable.
Por el cumplimiento de la ley de cupo laboral trans/trava Diana Sacayán.
¡Por el derecho a una vida digna y libre de violencias!