Aunque en menor magnitud, las imágenes del 14 y el 18 de diciembre nos recordaron a las de diciembre de 2001. En otro orden, y aunque los derechos democráticos no nos permitan asemejar el escenario actual a las dictaduras, las razzias, con motos policiales pasando por encima de un cartonero, cinco efectivos gaseando y golpeando a un jubilado indefenso, o las itakas apuntando a los reporteros gráficos con las manos en alto y las cámaras colgando, por un rato dieron esa sensación.
“Por una navidad sin presos políticos”. La referencia a la foto de Agustín Tosco y la consigna colgada desde balcón donde poza el líder del sindicalismo para la liberación es recurrente en esta época del año pero pocas veces encontró tanto eco como en este diciembre de 2017.
Despidos, represión y cárcel en Jujuy
En la mañana del 20 de diciembre el sindicato azucarero SOEA encabezó un corte de la ruta 34 y del puente San Pedro ante 400 despidos y salarios adeudados en el ingenio La Esperanza, Jujuy. El gobierno de Gerardo Morales ordenó una represión feroz que se desplegó luego hacia los pueblos La Esperanza y San Pedro. Unas 40 personas fueron hospitalizadas y más de veinte detenidas, incluido el Secretario General Sergio Juárez, arrestado horas más tarde cuando se encontraba en la sede del sindicato, desde donde denunció por radio la represión ordenada por el gobernador – a quien responsabilizó a su vez del vaciamiento del ingenio-, y llamó a la población a salir a las calles en defensa de su derecho constitucional. Con los dirigentes presos e incomunicados, también fue detenido el abogado del sindicato Fabián Alderete cuando exigió ver a su defendido, en un hecho gravísimo, vulnerando el derecho constitucional a defensa del detenido. La propia fiscal a cargo, Silvia Del Valle Farral, que en un primer momento contradijo a la brigada sosteniendo que el abogado no estaba “detenido” sino “arrestado”, tuvo que reconocer este grave hecho y ordenar su liberación horas más tarde. Al cierre de esta edición, el 24 de diciembre a la noche eran liberados una veintena de trabajadores presos, recibidos por una multitud que reclamaba por ellos, a la par que se aguardaba la liberación de otros 4 detenidos que pasaron la navidad en la cárcel.
Se multiplican los conflictos
Mientras el triunvirato cegetista sigue bochornosamente ausente y otros sectores del movimiento obrero dudan, se pelean, o se esconden, miles de trabajadores y trabajadoras que sufren las políticas de hambre del gobierno de Macri y el ataque a sus derechos, salen a luchar, aún sin una coordinación estable; sigue primando cierta dispersión, que favorece a las patronales y le da comodidad a las burocracias, y –pese a las históricas jornadas del 14 del 18 que marcan un camino- sigue faltando una estrategia general en el movimiento obrero dispuesto a luchar para enfrentar las reformas.
Día a día se multiplican los conflictos por despidos tanto en el Estado como en el sector privado. En el caso de los estatales, la semana que culminó el 22 de diciembre, la conducción Verde y Blanca de ATE firmó un acta acuerdo en lo que fue una entrega escandalosa aceptando el despido de unos 140 compañeros y compañeras del Call Center del Ministerio de Energía. Por otra parte, los y las trabajadoras del Ministerio de Defensa comienzan una dura lucha contra el intento de 70 despidos en Buenos Aires y 35 en la fábrica militar Fray Luis Beltrán, de Santa Fe. En los medios públicos, el SiPreBA comenzó un plan de lucha con asambleas en las tres empresas más importantes -TV Pública, Télam, Radio Nacional –, con paros y jornadas de protesta contra el vaciamiento, en defensa de los puestos de trabajo en un contexto de jubilación anticipada y retiros voluntarios y ante la incertidumbre sobre el futuro laboral de compañeros contratados.
En el sector privado, esta semana despidieron a 52 trabajadores de la metalmecánica Vassalli de Firmat, en Santa Fe. En el Parque Industrial de Burzaco, los metalúrgicos de Stockl continúan su lucha por el pago a término de los salarios, frente a la pasividad de la UOM Avellaneda.
A esto se suma el techo paritario que el gobierno pretende fijar entre el 12 y el 14% para el año entrante. A los bancarios ya les aplicaron una conciliación obligatoria luego de que rechacen un insólito 9% de aumento, mientras siguen en un plan de lucha los trabajadores del BAPRO frente al ataque del gobierno de Vidal sobre sus derechos previsionales en la reforma de su régimen jubilatori.
El pueblo lucha en las calles y la CGT juega a las escondidas
El lunes 18 de diciembre es una fecha que será recordada por la firmeza de vastos sectores del campo popular por su lucha callejera contra el saqueo a los jubilados. Es el mismo día en que la CGT eligió no movilizarse, y dilató todo el fin de semana la convocatoria a un paro general al que por abajo le sacó el cuerpo. Como si eso fuera poco, no tardó en sacar un comunicado repudiando “la violencia” de los manifestantes. Además de organizaciones sociales y políticas, en la plaza de los dos congresos estaban siendo reprimidos dirigentes y trabajadores de sindicatos adheridos a la CGT, como un delegado de la UOM Matanza del que circularon dos fotos, una tirando piedras y otra ayudando a un policía herido. La estigmatización a la izquierda y la teoría de los dos demonios desplegadas en los medios de comunicación durante toda la semana fue abrazada también por el triunvirato que comenzó su mandato en 2016 mirando para un costado frente al veto presidencial de la ley antidespidos y que este fin de año negoció la reforma laboral y vaciló frente a la previsional, convocando a paros fantasma que no fueron promovidos en sus propios sectores.
Las críticas hacia el triunvirato de parte de Pablo Moyano, Secretario Gremial de la central y General de Camioneros, no se tradujeron en una necesaria continuidad de la movilización del 29 de noviembre frente al Congreso. Pero las internas en la central ya no pueden disimularse frente a semejantes entregas. En la última semana, Francisco Barba Gutiérrez, Secretario de Interior de la CGT, planteó la ruptura de la UOM con la central, aunque Antonio Caló trató de poner paños fríos. Las internas también existen en el gremio metalúrgico y el 18 quedó plasmado cuando algunas seccionales, como Quilmes o Matanza, estuvieron en las primeras filas, mientras otras no llegaron a la plaza, como Avellaneda.
El sector mayoritario de las CTAs, también en medio de internas entre quienes avanzarán hacia la unidad en 2018 -CTA de los Trabajadores y la Autónoma de Micheli- y el sector de Cachorro Godoy y Peidró por otro, autodenominado CTA Perón, también tuvo un rol errático en las últimas jornadas. En la enorme movilización del 18, la CTA de los Trabajadores con CTERA a la cabeza, realizó un acto para la tropa propia sobre Avenida de Mayo, bien lejos del Congreso, bloqueando el paso con un camión a la altura de San José, impidiendo el ingreso pero también la desconcentración de quienes eran reprimidos en la plaza. A diferencia de otros sectores, como la Corriente Federal, el sindicalismo combativo o las organizaciones políticas y sociales que enfrentaron la represión policial, la CTA de los Trabajadores y el oficialismo de gremios importantes como CTERA ni siquiera ingresaron a la plaza.
Por otra parte, la CTA Perón que no había convocado el 29 por su enfrentamiento con los sectores que pugnan por la unificación de las CTAs, convocó junto al sindicalismo combativo a una jornada de lucha con un paro débil el 6 de diciembre.
Promover la unidad y fogonear la lucha en las calles
Las jornadas del 14 y el 18 marcaron un cambio en la resistencia al programa neoliberal de Cambiemos. Hasta ahora, si bien se habían logrado coordinar jornadas de protesta masivas y confrontativas, como la recordada movilización del 7 de marzo en donde la cúpula de la CGT fue desbordada, el gobierno no había sufrido ningún traspié importante. Luego de una elección en octubre que parecía consolidarlo por varios años, dos movilizaciones que impactaron por su masividad y su fortaleza material y moral en la pelea contra la represión modificaron sensiblemente el escenario político, volviendo a poner a la lucha obrera y callejera en un lugar de relevancia. Los sectores populares debemos reconocer la importancia de convocatorias amplias que permiten movilizaciones masivas y atacan de lleno el programa del gobierno que no puede enfrentarse con éxito desde la autoproclamación y sólo con los sectores afines.
El ataque a la clase trabajadora es tal, que necesitamos promover la más amplia unidad de acción callejera en todos los sentidos, en el ámbito de los derechos humanos, por los derechos democráticos y contra la represión, desde el movimiento obrero contra las reformas y desde las organizaciones sociales para que no sigan avanzando sobre las condiciones de vida de los sectores más vulnerables de nuestro pueblo pobre. Esto no implica perder independencia política ni invisibilizar nuestro proyecto estratégico, por una Argentina sin hambre ni explotación, objetivo que como sabemos solo puede lograrse con un gobierno obrero y popular. Desde esa perspectiva, es preciso retomar aquel planteo del Gringo Tosco y el sindicalismo para la liberación en debate con el líder de la CGT y colaboracionista de la dictadura José Ignacio Rucci: entre los trabajadores, “la división que debe hacerse es entre quienes están con la entrega y quienes estamos con la lucha del pueblo”.
El gobierno de los ricos ganó la pelea en el Congreso. En las calles, el pueblo no fue derrotado. ¡A construir la mayor unidad de acción para frenar las reformas! ¡A seguir fortaleciendo una alternativa política de las y los trabajadores con independencia de clase, por una Argentina sin hambre ni explotación!