José Pedraza fue líder de la Unión Ferroviaria por más de 26 años. Desde su lugar, fue cómplice del menemismo y sus privatizaciones, se enriqueció mediante negociados y, a través el accionar de su patota, fue responsable del crimen del militante del Partido Obrero Mariano Ferreyra. Hoy, domingo 23 de diciembre y con 75 años, murió en una clínica, gozando de una inmerecida prisión domiciliaria.

Anatomía de un desclasado
José Pedraza no nació millonario ni burócrata. Surgió desde el seno de nuestra clase, en un hogar humilde de Córdoba donde se crió junto a siete hermanos. Su padre fue obrero ferroviario. En su juventud, Pedraza simpatizó con el marxismo; fue peón, militó en la izquierda peronista y participó de la experiencia de la CGT de los Argentinos. Como delegado conoció la cárcel y la represión. Su proceso de claudicación lo llevó a escalar posiciones dentro de una CGT burocratizada hasta encaramarse como jefe de la Unión Ferroviaria por casi tres décadas. Desde su puesto, encabezó el robo sistemático hasta convertirse en millonario, formó una patota de lúmpenes y barrabravas para proteger sus negocios que, entre otras cosas, incluyeron en el vaciamiento de fondos de su gremio y en la tercerización laboral de miles de trabajadorxs en complicidad con el Estado y las concesionarias. Fue cómplice del menemismo y su desguace del ferrocarril, con el consecuente despido de miles de ferroviarixs.
Su paulatino proceso de descomposición lo llevó a convertirse en un nuevo rico, en un empresario con una importante cuota de poder, instalado en Puerto Madero y partícipe de las volteretas de la cúpula de la CGT acompañando el ajuste de los distintos gobiernos de turno.

El asesinato de Mariano Ferreyra: un crimen mafioso con complicidad estatalLa patota de Pedraza operó con total impunidad durante años. El 20 de octubre de 2010, sus matones reprimieron con balas de plomo una protesta de tercerizados del Ferrocarril Roca que pedían el pase a planta. La balacera, que contó con la zona liberada por la Policía Federal, terminó con la vida del joven militante del Partido Obrero Mariano Ferreyra, y dejó varios heridos, entre ellos a Elsa Rodríguez, del mismo partido.
El crimen de Mariano Ferreyra como un intento de aleccionar al movimiento de tercerizadxs y a las organizaciones que lo acompañaban dejó en emergencia esta triple alianza antiobrera entre patrones, burocracia y estado. Este crimen contra lxs trabajadorxs puso al descubierto el entramado entre la burocracia sindical y sus barrabravas, con el Estado y sus funcionarios políticos y policiales. Así lo demuestran los audios entre Pedraza y el entonces Ministro de Trabajo Carlos Tomada, o las pruebas que derivaron en condenas para los ex – comisarios Luis Mansilla y Jorge Ferreyra.

La conquista de justicia y la impunidad del poder

Si Pedraza y otros integrantes de la patota pudieron ser condenados fue resultados de la enorme lucha y movilización popular que provocó el asesinato de Mariano. Las maniobras de encubrimiento e impunidad estuvieron a la orden del día (coimas a peritos, jueces, etc.) y el propio kirchnerismo a través de su ministro de Trabajo, Carlos Tomada, operó para rescatar a la Verde de la UF. Fue con la organización que se pudo desbaratar todas estas operaciones.
La enorme movilización popular derivó en la condena a los autores materiales de este crimen, entre otros a Cristian Favale y Gabriel Sánchez, ambos ligados a barras de fútbol del sur del Conurbano y al aparato pejotista. Por su parte, se logró también una ejemplar condena al propio José Pedraza, líder de los ferroviarios y partícipe necesario en el crimen de Mariano Ferreyra. Sin embargo, la connivencia estatal entre funcionarios del kirchnerismo y el funcionamiento de entramado de poder contra los intereses de la clase obrera hizo que la impunidad de un nuevo paso en febrero de 2016, cuando un tribunal concedió el beneficio de la prisión domiciliaria al dirigente.

La masacre de Once, ocurrida tiempo después, es un eslabón más en esta cadena de asociaciones entre las concesionarias, sindicalistas y funcionarios para robar el patrimonio público a costa de la vida humana.

Murió Pedraza, pero todo el sistema que lo cobijó sigue en pie, incluso de la mano del gobierno actual que quiere implementar la llamada «reforma laboral» que no es otra cosa que generalizar los contratos basura y la precarización del trabajo.
Murió Pedraza, pero la bandera de Mariano sigue en alto en cada lucha obrera y popular contra este sistema de explotación.
Murió Pedraza, pero la lucha por recuperar los sindicatos de manos de la burocracia sigue vigente.

Mariano Ferreyra, ¡presente!
¡Cárcel común a los asesinos y libertad a lxs presxs políticos!

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