El acuerdo del gobierno con el organismo multilateral abre una nueva coyuntura que estará signada por un agravamiento de los ataques a las condiciones de vida de las masas. Frente a este panorama, es necesario desarrollar una salida antagónica a las políticas neoliberales partiendo de un plan de medidas de emergencia que brinde respuestas concretas a las necesidades del pueblo trabajador al tiempo que trace una perspectiva de transformación social de fondo.

El panel debate realizado el 22 de junio en ATE Nacional por impulso de Poder Popular, la corriente de izquierda que integramos junto a organizaciones hermanas, en el que participaron los economistas Claudio Katz y Eduardo Lucita, junto a Hernan “Vasco” Izurieta y Jorgelina Matusevicius, referentes de la corriente, no fue simplemente un intercambio sobre los últimos sucesos económicos. Por el contrario, desde su convocatoria se propuso establecer al menos en forma incipiente algunas orientaciones sobre cómo y con qué elementos encarar desde el movimiento popular la coyuntura abierta por el acuerdo alcanzado entre el gobierno de Cambiemos y el FMI, constituyendo un punto de partida para una campaña política en ese terreno.

Como venimos señalando, la ida del gobierno al organismo multilateral fue el resultado del agotamiento del financiamiento externo que implicó una corrida cambiaria y una devaluación del 50% de la moneda en menos de un mes. La llegada nuevamente del Fondo, a través de un préstamo de 50 mil millones de dólares, pone punto final a la fallida estrategia del gobierno del gradualismo. Esta estrategia se basaba en intentar avanzar en su programa de reformas antipopulares en forma de aproximaciones, tanteando el ánimo popular. La correlación de fuerzas construida en el país le impidió, justamente, poder avanzar en ese sentido, como mostraron las jornadas de diciembre contra la reforma previsional.

El préstamo viene a “blindar” al gobierno para poder sostener la bicicleta de deuda pública y bonos que se ha gestado en los últimos dos años: en el primer caso, la deuda ya asciende a casi el 60% del PBI mientras que las Lebacs reúnen la friolera de más de 500 mil millones con una tasa del 47%. El nuevo endeudamiento alimentará ese sistema perverso, mientras se detiene la obra pública, aumentan los despidos, los salarios caen y el hambre se multiplica. Todo para poder cumplir con las metas de austeridad fiscal reclamadas por el imperialismo y la burguesía.

Una primera tarea, por lo tanto, exige desarrollar la mayor unidad de acción en las calles contra la aplicación del plan de ajuste y por el acuerdo con el FMI. Es necesario unificar la fuerza de la clase trabajadora para ponerle un límite a la ofensiva de la derecha y la burguesía. El futuro del gobierno se juega en este campo. La reciente jornada del 13J que arrancó la media sanción del aborto legal con una verdadera pueblada del movimiento de mujeres y disidencias vuelve a confirmar el camino de la unidad, movilización y lucha para torcerle el brazo al oficialismo. Al mismo tiempo, este último aspecto es fundamental ya que la pauperización y precarización que provocan las políticas de Cambiemos golpean doblemente entre las mujeres trabajadoras y disidencias, quienes sufrimos en mayor medida la desocupación, la precarización laboral y la brecha salarial. Por caso, la reforma previsional impactó especialmente ya que el 90% de las asignatarias de la AUH son mujeres. Por otra parte, el acuerdo con el FMI incorpora un apartado específico en relación a “explotar el potencial” de las mujeres que anticipa un intento de reforzar la flexibilización laboral sobre las trabajadoras.

Hay otra salida

El rechazo al modelo de país que propone el macrismo debe ir acompañado de una propuesta de salida para los sectores obreros y populares. El ajuste y los recortes que ejecutan desde arriba no son sólo una reducción de costos: el ataque al INTI, al Posadas, a Río Turbio, a los medios públicos, al Senasa o al INTA, entre otros, expresan un vaciamiento y destrucción del patrimonio nacional en favor de los grandes grupos empresarios, extranjeros o nacionales.

En oposición al país de la timba financiera, debemos oponer un modelo de país propio que ponga en el centro los intereses de las mayorías populares, de quienes vivimos nuestro trabajo o fuimos despojados/as del mismo. Un programa para la etapa debe contemplar medidas inmediatas que reviertan la destrucción en curso y sienten las bases de esa salida alternativa, mostrando que hay vida más allá de la lógica capitalista.

En este marco, para contar con recursos por una vía alternativa al ajuste sobre la clase trabajadora, deben reimplantarse las retenciones a las exportaciones agropecuarias y mineras, quitar los subsidios a las petroleras y las exenciones impositivas para empresas; desplegar impuestos sobre los que más tienen gravando bienes suntuarios, promoviendo impuestos a las superganancias financieras y a los activos blanqueados que permanecen en el exterior; y buscar otras fuentes de recursos, por ejemplo suspendiendo los subsidios a los distintos credos confesionales, o creando un fondo de emergencia con el aporte obligatorio de un mes de sueldo de los altos funcionarios.

Para hacer frente al descontrol financiero: control de los flujos financieros y los movimientos del capital para evitar la fuga de capitales; avanzar en el control estatal del comercio exterior; reponer la obligatoriedad de liquidar las exportaciones apenas se produzcan rompiendo con los privilegios que brinda el gobierno a las patronales agrícolas; suspender el pago de la deuda externa y su auditoría.

En defensa de los sectores populares: declaración de la emergencia alimentaria y de provisión de alimentos, reducción del IVA a los artículos de primera necesidad y control de precios efectivo; anulación de los tarifazos y apertura de los libros de las empresas de servicios, reapertura de paritarias sin techo y aumento de emergencia para jubilados/as y pensionados/as; declaración de la emergencia social; cumplimiento de la ley de cupo laboral trans; prohibición de despidos y suspensiones; plan de obras públicas bajo control de las organizaciones populares.

Una alternativa propia

Estas propuestas de emergencia para enfrentar el azote de la crisis sobre el pueblo trabajador son la base de un programa que necesariamente debe articularse como una alternativa política para poder disputar a amplios sectores de las masas. Sin una fuerza organizada capaz de dar pelea en todos los planos, estas propuestas no tendrán un canal de expresión, a su vez que sin una perspectiva de transformación social continua, ninguna conquista popular puede prolongarse en el tiempo.

Desde Poder Popular venimos impulsando con fuerza la unidad de la izquierda anticapitalista para consolidar un polo de independencia política que pueda dar batalla por una orientación diametralmente opuesta a los grandes aparatos patronales. Por una salida de fondo a las penurias de nuestro pueblo que rompa definitivamente con las cadenas del sometimiento y la opresión, por una alternativa antiimperialista, antipatriarcal y anticapitalista por el socialismo.

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