UOM Tierra del Fuego e industrias electrónicas de la región acordaron congelar los sueldos hasta el 2020 a cambio de mantener puestos de trabajo. Esto se da en el marco del aviso del Gobierno Nacional de bajar la protección arancelaria de la industria de la región y de los anuncios de reforma laboral.

En una evidente extorsión que tiene como víctimas a los trabajadores metalúrgicos, los dirigentes de la UOM Tierra del Fuego, con el aval de Caló y empresas de la asociación de Fábricas Argentinas Terminales de Electrónica (AFARTE) llegaron a un acuerdo sumamente desventajoso para sus representados, pero que además que marca un antecedente preocupante para el resto de los trabajadores y trabajadoras. Los obreros y obreras verán congelados sus salarios, ya de por sí bajos por la inflación actual, a cambio de no sufrir más suspensiones y despidos en el sector, en el lapso junio 2018- junio 2020. De esta manera se avanza en aquella amenaza que anunciara a inicios de 2016 el entonces ministro Prat Gay, al señalar que “cada gremio verá hasta qué punto puede arriesgar salarios a cambio de empleos”. Marcos Linares, Secretario Adjunto de UOM Rio Grande señalo como positivo este arreglo ya que en principio las empresas proponían una rebaja de sueldo del 30%. En entrevistas radiales este secretario de la UOM planteó que esta es la única forma de que la industria siga siendo competitiva y por ende mantenga su planta actual.

La perversidad del gobierno y las empresas llega al punto de jugar con la incertidumbre de los trabajadores, poniéndolos a decidir entre opciones que no los favorecen en ningún sentido y dejándolos totalmente arrinconados. Sin duda habrá compañeros que frente a la situación actual de amenaza constante prefieran resignar el sueldo y mantener el trabajo, decisión que podrá generar polémica según la visión. Lo único que queda claro es que el gobierno, empresas y dirigentes gremiales vendidos nos ponen frente a una situación en total desventaja y desigualdad, pretenden que paguemos los platos rotos de una fiesta en la que no participamos: nos hacen partícipes de los costos del ajuste pero no de sus grandes ganancias. El discurso utilizado es el de que todos hagamos un esfuerzo, de que todos tiremos para el mismo lado y nos ajustemos los bolsillos. Pero el gobierno, las empresas y dirigentes saben bien que la vida de un laburante común siempre fue pobre en comparación a las suyas, que los trabajadores siempre tuvimos que ajustarnos.
Un acuerdo que es una burla.

El congelamiento salarial a dos años, en plena escalada inflacionaria y ante un festín de ganancias y fuga de divisas para los empresarios y especuladores resulta insultante. Es una muestra clara de que no puede haber “un mismo equipo” entre patrones y trabajadores, sino que se trata de una franca disputa en la que no cabemos los dos: si ganan ellos, perdemos nosotros.

En cuanto al modo de operar del gobierno y las empresas no sorprende su falta de escrúpulos; respecto a nuestros dirigentes, no sorprenden mucho tampoco sus formas de practicar “la defensa del movimiento obrero”. Pero al estar llevando adelante justamente nuestros sindicatos, nos merece una reflexión infaltable en la lucha por su recuperación. La jugada que hicieron en este caso los dirigentes de la UOM termina siendo una resolución brillante para el resto de las empresas y sectores industriales del país. Muchos trabajadores podrían ceder y resignar el salario si la opción es quedarse en la calle. Dirigentes de la UOM como Oscar Martínez (Río Grande) reconocen lo extorsivo de la situación, pero no hay en su manual de dirección otra medida que la negociación a la baja, con el agravante de que estamos hablando de “negociar” derechos históricos del movimiento obrero que costaron la vida de muchos trabajadores.

Solo en la medida que generemos niveles de organización y unidad entre los trabajadores vamos a poder enfrentar esta avanzada empresarial que hoy se nos presenta como imposible de derribar. Solo en la medida que tomemos conciencia de nuestra inmensidad como clase trabajadora vamos a poder hacer frente a este puñado de funcionarios, patrones y traidores. Para eso, es necesario superar a las direcciones sindicales cómplices del ajuste y la entrega, pero también superar las propias limitaciones de un sindicalismo que demuestra combatividad, pero a la vez es proclive a caer en disputas que atentan contra la indispensable unidad de los que luchan. Es preciso construir la unidad del sindicalismo antiburocrático, sin sectarismos, y promover desde allí una agenda de acciones lo más amplias y contundentes que nos sea posible para enfrentar el ajuste y la reforma laboral.

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