Más de medio siglo de ocupación del territorio palestino por parte del Estado de Israel. Masacres, apropiaciones de tierra, permanentes bombardeos, bloqueo económico, presos políticos y millones de refugiados. El papel de este Estado creado en forma artificial fue actuar como un enclave imperialista contra los países árabes para garantizar un control político y de los recursos naturales en la región. Avanza el alineamiento entre el imperialismo norteamericano y el Estado de Israel. ¿Un gobierno de unidad nacional en Gaza y Cisjordania?
Tras la derrota del nazismo, las presiones políticas del sionismo para la creación de un Estado judío tuvieron el apoyo de los países de Europa occidental y los Estados Unidos. Así, la ONU (Organización de Naciones Unidas) propuso partir el territorio de Palestina y crear dos estados, uno judío y otro árabe. Esto beneficiaba a las colonias judías que poseían sólo el 6% de las tierras; la propuesta de los países centrales les daba el 56% del territorio.
El 14 de mayo de 1948 se creó el Estado de Israel, concebido como un Estado judío. Su extensión superaba la “línea verde”, límite establecido por la ONU. En poco tiempo, el 78% de la población local fue expulsada por el terror ejercido por la política de “limpieza étnica” desplegada por los grupos paramilitares sionistas. El hecho conocido en árabe como Al Nakba (calamidad o catástrofe), implicó la expulsión de 750.000 palestinos y la ocupación de sus territorios y viviendas. Sólo Cisjordania y la Franja de Gaza quedaron fuera del dominio israelí. Allí y en países fronterizos como Jordania, la población palestina pasó a vivir en campamentos de refugiados en condiciones inhumanas.
Israel, gendarme imperialista en Medio Oriente
Desde 1948 Israel ha atacado a los territorios palestinos y a sus países vecinos en reiteradas oportunidades. El Estado sionista recibe al año más de tres mil millones de dólares de ayuda militar por parte de EE.UU. A principios de este año, Washington y Tel Aviv acordaron un nuevo paquete de ayuda de 3.800 millones de dólares anuales hasta 2028 para Tel Aviv, y gran parte será gastada en compra de armamento a compañías de la industria militar estadounidense. Pese a las reiteradas demandas de la ONU para que vuelva a las fronteras de 1947, Israel no ha modificado su política de ocupación.
En 2014 con la agresión militar llamada Operación Margen Protector dejó más 2 mil víctimas fatales, entre ellas, 500 niños y niñas luego de bombardear sistemáticamente edificios civiles como escuelas y hospitales, además de viviendas. Desde entonces, la Franja de Gaza con sus casi 2 millones de habitantes ha quedado aislada y virtualmente sin servicios básicos. Israel ha mantenido un bloqueo total por tierra y por mar, con imposibilidad de recibir alimentos, medicinas y materiales de construcción. Esto convirtió a la zona en un campo de concentración a cielo abierto, reconocido y condenado incluso por organismos como la ONU.
Sin embargo, el primer ministro Benjamin Netanyahu profundizó su política de exterminio de las y los palestinos, tanto en Gaza como en Cisjordania y Jerusalén oriental y continúa la usurpación de tierras con la construcción de barrios y colonizaciones ultrasionistas. Las fuerzas armadas israelitas continúan demoliendo construcciones, casas y escuelas palestinas.
Hay en la actualidad 5 millones de refugiados palestinos que representan uno de cada tres refugiados a nivel mundial. Además, continúa la política de violación a los derechos humanos para los 6.500 presos palestinos en las cárceles israelíes, entre ellos unos/as 500 niños/as de 12 años de edad en condiciones infrahumanas y absolutamente arbitrarias en muchos casos de detención.

Nuevos Acuerdo de El Cairo
En este contexto de ofensiva de las políticas genocidas del Estado de Israel en alianza con el gobierno de Trump, el movimiento islamista Hamás, que gobierna en Gaza desde 2007 anunció que disolverá el Comité Administrativo que gestiona el enclave y que buscará celebrar elecciones generales de manera simultánea en Cisjordania y Gaza, en acuerdo con la Autoridad Nacional Palestina (ANP).
Desde el triunfo de Hamás en las elecciones de 2006, la ANP desconoció su autoridad y ambos enclaves se gobernaban en forma separada. En 2011 hubo un intento de acercamiento con la mediación de El Cairo que concluyó en la firma de un acuerdo que establecía la formación de un gobierno de unidad nacional y la convocatoria a elecciones generales. La iniciativa de la organización islamista busca reflotar la viabilidad de ese acuerdo seis años después en una correlación de fuerzas aún más desfavorable.
En paralelo, el presidente palestino Abbas (gobierno de la ANP) se entrevistó con Trump y coincidieron en que es posible sellar un acuerdo que ponga fin a décadas de enfrentamiento con Israel. La llamada salida de los dos Estados fracasó durante el último medio siglo por la política genocida de Israel que necesita la destrucción del pueblo palestino para existir. Por otra parte, Abbas no convoca a elecciones en Cisjordania desde la crisis con Hamas y virtualmente gobierna por el respaldo que le otorga el imperialismo. Incluso los sueldos de funcionarios/as y obras que se realizan en el enclave son financiadas con créditos de Israel y la Unión Europea.
Un gobierno de unidad nacional para enfrentar la ofensiva sionista no parece contar con bases sólidas, aunque la necesidad de reagrupar las distintas tendencias del movimiento popular palestino detrás de la lucha contra el Estado de Israel resulta una necesidad apremiante.

Una lucha internacionalista
Lejos de perder iniciativa, tanto los EEUU como el Estado de Israel redoblan su ofensiva para reforzar el sometimiento de las diferentes regiones del planeta al imperialismo.
En ese contexto se enmarca la visita reciente a Argentina del genocida y actual Primer Ministro Israelí Benjamin Netanyahu, apuntalando al ala más reaccionaria de la región y su alineamiento con el imperialismo yanqui. El macrismo estrecha lazos en inteligencia y cooperación militar, además de compra de armamento y equipamiento israelí, al tiempo que avanza en la aprobación de la realización ejercicios junto con el ejército norteamericano.
Ante esta ofensiva y avanzada imperialista, desde el Frente Único IR – HN entendemos que la solidaridad y movilización en apoyo a la lucha del pueblo palestino, además de ser una cuestión de principios internacionalista, es un batalla estratégica a fondo contra el imperialismo que oprime a todos los pueblos del mundo.

¡Viva Palestina Libre!
¡Fuera el imperialismo de Medio Oriente y del mundo!
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Referendo en el Kurdistán iraquí, ¿un paso adelante?
El 25 de septiembre se llevó adelante en la región kurda del norte de Iraq, una consulta del gobierno autónomo para independizarse del resto del país que fue aprobada por una holgada mayoría superior al 70 % de los votos. La iniciativa fue impulsada por la administración de Masud Barzani, histórico líder de la región -y con asiduos vasos comunicantes con Israel y Estados Unidos-, quien anticipó que no declarará en forma inmediata la independencia y aspira a una separación negociada. La misma fue rechazada, sin embargo, por Turquía (ex aliada de Barzani a quien ahora considera un traidor), Siria, Irak, Irán y los países agrupados en la Liga Árabe exceptuando Arabia Saudita.
En la región que busca independizarse, está en disputa la ciudad de Kirkuk que concentra las principales reservas petroleras y gasoductos que desembocan en Turquía y Siria. El referendo independentista, de ese modo, intenta garantizar el control de los recursos estratégicos del país al servicio del imperialismo y el sionismo. Por otra parte, en términos geopolíticos, abre un nuevo frente para aislar (y eventualmente atacar) a la República Islamista de Irán y para aislar al movimiento independentista kurdo de izquierda. Pero desata al mismo tiempo un proceso de alcance difícil de dimensionar y que el propio Barzani no parece haber considerado. Las y los kurdos iraníes salieron a apoyar el referendo y el gobierno sirio daría una autonomía a la población kurda que habita en su territorio. Resta por ver si Bagdad y Ankara concretarán las represalias prometidas en relación a cortar los gasoductos y aeropuertos internacionales.
La nación kurda que abarca entre 30 y 40 millones de personas está dividida entre el norte de Irak, el este de Irán, el oeste Siria y el sur de Turquía. El proyecto de Barzani no aspira a concretar el anhelo postergado de un proyecto nacional único -bajo la forma organizativa que consideren más adecuada- sino que se inscribe en el plan trazado por el imperialismo luego de la guerra en Irak y que proyecta una nueva colonia imperialista en la región. Por el contrario, la verdadera liberación nacional y social del pueblo kurdo, y por tanto su reunificación histórica sólo será posible con la lucha y el autogobierno de los pueblos oprimidos de la región.

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