Un 22 de enero de 1891 nace en Cerdeña uno de los más importantes militantes revolucionarios del siglo XX, Antonio Gramsci. Los aportes filosóficos y políticos del militante italiano nos dan herramientas para pensar la situación actual del movimiento revolucionario en Argentina y en el mundo. Porque lejos de rendir homenaje a lxs grandes luchadorxs de la historia, el desafío que nos presenta el calendario es el de revisar la historia desde el prisma del presente para incorporar el armamento ideológico y organizativo que permita fortalecer el movimiento revolucionario.

Gramsci, proveniente de una familia con grandes dificultades económicas, comienza a tener contacto con los escritos de Marx desde 1905 a partir de los boletines del Partido Socialista Italiano que le enviaba uno de sus hermanos que se encontraba haciendo el servicio militar. Más tarde, en 1911, se muda a la ciudad de Turín, en el norte de Italia para continuar sus estudios. A diferencia de su lugar de origen (Cerdeña), se trata de una ciudad que, luego de la conflictiva unificación del estado italiano, se encuentra en pleno proceso de industrialización y donde comienzan a desarrollarse las primeras huelgas obreras así como también la organización de partidos socialistas.

Ese primer contacto que mantiene con el PSI es el que le permite a Gramsci vincularse con los obreros industriales. En particular asume responsabilidades políticas en relación a la insurrección obrera del 17 que se desarrolla en oposición a la guerra. Al mismo tiempo colabora activamente en distintas publicaciones desde donde desarrolla fuertes polémicas contra la dirección histórica del PSI. En ese mismo 1917 la polémica recrudece en el marco de la Revolución Rusa. Gramsci saluda el acontecimiento mientras la conducción oficial se opone por considerar que las condiciones objetivas de la Rusia zarista no eran las adecuadas para el movimiento revolucionario. Esta ruptura va a implicar el acercamiento del político italiano a las posiciones bolcheviques y en particular de Lenin, así como la vinculación a la III Internacional. Se trata de la ruptura con la visión ortodoxa, lineal y postivista que predominaba en el marxismo de la II Internacional y que representaba el PSI en Italia.

Lejos de esa visión, para Gramsci uno de los principales aportes de los bolcheviques implicó que lograron interpretar y realizar el espíritu de la obra de Marx, incluso contradiciendo alguna de sus afirmaciones. Este será uno de sus aportes políticos más relevantes. Para Gramsci no se trata de aplicar recetas mecánicas encontradas en los escritos de los grandes teóricos. Por el contrario se trata de utilizar esos aportes como herramientas para analizar la realidad con el objetivo de transformarla.

Partiendo del análisis marxista de esa realidad italiana de principios del siglo XX es que fomenta la organización obrera en tres organismos: los sindicatos, los consejos de fábrica (que empiezan a desarrollarse con fuerza en la fábrica de Fiat) y los partidos. A partir de 1919 Gramsci funda el órgano de prensa de los Consejos, El órden nuevo, cuyo lema es “Instrúyanse porque tendremos necesidad de toda vuestra inteligencia. Agítense porque tendremos necesidad de todo vuestro entusiasmo. Organícense porque tendremos necesidad de toda vuestra fuerza”. Desde 1920 comienza a organizar los grupos comunistas de fábrica que serán la base del futuro Partido Comunista Italiano, sección italiana de la III Internacional.

El avance represivo del fascismo italiano implica la persecución de los dirigentes del PCI y el exilio de muchos de ellos. Desde Viena Gramsci es elegido diputado nacional y utiliza esa protección para continuar su militancia política contra el capitalismo y el fascismo desde adentro de Italia. Dentro del parlamento se enfrentará consecuentemente contra el ascenso del fascismo, incluso con debates encendidos contra el propio Mussolini.

En el Congreso del partido en 1926, realizado en la ciudad francesa de Lyon, Gramsci expone las tesis sobre la hegemonía que serán uno de sus principales aportes teóricos. Siguiendo a Lenin, para el italiano la hegemonía implica el convencimiento ideológico que el capitalismo logra, en su época, mediante diferentes instituciones de las que resalta la escuela como un organismo de conformación de esos sentidos comunes. En este sentido, la hegemonía implica el intento de generalizar los valores particulares de un sector social al conjunto de la población. Sin embargo también reconoce que siempre que existe hegemonía, existe en simultáneo la lucha contrahegemónica por la conformación y difusión de otros valores contrapuestos.

En este marco Gramsci incorpora una de sus principales preocupaciones: el aspecto cultural de la lucha revolucionaria, aspecto muchas veces relegado en los análisis puramente economicistas. Resalta el papel de las instituciones burguesas como la escuela, la iglesia y la prensa en la conformación de la ideología de la clase obrera. Sus planteos tienen una preocupación central por la cuestión del poder, cómo se reproduce la dominación mediante la coerción y el consenso, nunca puros, siempre en forma combinada. Más allá de las condiciones objetivas y los momentos de crisis, es necesario en la lucha revolucionaria el aspecto ideológico, el convencimiento en el conjunto del pueblo acerca de los valores y la confianza en el sentido colectivo que promueve el socialismo.

En noviembre de 1926, a pesar de sus fueros parlamentarios, Gramsci es encarcelado y condenado a 20 años de prisión, luego de que sus enemigos enunciaran una frase célebre en el juicio: “debemos impedir funcionar a este cerebro”. En este marco de reclusión escribirá los fundamentales “Cuadernos de la cárcel”, que serán publicados recién 10 años después de su muerte, en 1947. Es en estos cuadernos donde Gramsci desarrolla el “Análisis de las situaciones: relaciones de fuerza”, preocupado por cómo se manifiestan las relaciones de fuerza entre las clases sociales, con el objetivo de comprender cómo es y cómo funciona el poder en la sociedad capitalista. Para este político las relaciones de fuerza implican superar el análisis economicista y hacer hincapié en los planos político, cultural e incluso militar. En ese análisis incorpora también el concepto de crisis orgánica, para comprender los momentos históricos donde las relaciones de fuerza favorecen a lxs trabajadorxs y se debilita la hegemonía burguesa. En estas situaciones la cultura revolucionaria es decisiva para inclinar la balanza en favor de lxs trabajadorxs. En este sentido es fundamental el rol del partido revolucionario para desarrollar una cultura política socialista. Para Gramsci el partido proletario debe funcionar como voluntad organizada, es decir que supere la espontaneidad de las voluntades dispersas y del cortoplacismo en pos del objetivo revolucionario.

Otro de los aportes de Gramsci implica pensar al marxismo como filosofía de la praxis. Es decir como un momento de análisis teórico y de las situaciones históricas y geográficas concretas pero a la vez como una superación de esa instancia en la necesidad de una práctica política que la incorpore. La filosofía de la praxis implica necesariamente el movimiento, la transformación que implica la disputa por los sentidos comunes, por la conformación de una ideología que permita construir la hegemonía socialista, superando a la hegemonía burguesa. Esa disputa se da en el plano ideológico cotidianamente en las tareas que desarrollan los militantes socialistas.

Gramsci mostró a lo largo de su vida la consecuencia en la lucha revolucionaria. Incluso en las peores condiciones represivas y encerrado en la prisión continuó militando por transformar el mundo. Utilizó el marxismo como herramienta teórica para pensar la realidad concreta de Italia alejándose tanto de las visiones dogmáticas del marxismo como del reformismo. Sus aportes en torno a la construcción de hegemonía nos permiten entender la batalla ideológica como uno de los planos de nuestra lucha en combate permanente con el sentido común desplegado por los sectores dominantes. En el mismo sentido sus análisis vinculados a las relaciones de fuerzas nos dan elementos para pensar la situación actual del movimiento revolucionario para la organización planificada y sistemática de nuestros esfuerzos.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor, ingresá tu comentario
Por favor, ingresá tu nombre aquí