
El 19 de julio de 1976, en Villa Martelli, Pcia. de Bs. As., un operativo de la dictadura genocida atacó y aniquiló a la dirección del PRT-ERP: Mario Roberto Santucho, Domingo Menna, Liliana Delfino, Ana María Lanzillotto y Benito Urteaga. El aparato represivo del Estado aplicaba un duro golpe contra la dirección de una organización revolucionaria que había puesto en jaque a la burguesía local. En un nuevo aniversario de aquel hecho, hacemos presente a esxs compañerxs. En particular, queremos esta vez reivindicar y homenajear, en la figura de Liliana Delfino y de Ana María Lanzillotto, a las mujeres revolucionarias que han sido sin duda protagonistas fundamentales de aquella lucha y que muchas veces quedan desdibujadas detrás de las figuras masculinas.
“Yo quiero hablar de los muchachos y muchachas que se enfrentaron al poder establecido, con una ternura, una pureza, que nos sacaban del mundo cotidiano, de la miseria humana (…) me siento orgullosa de haber pertenecido a esa generación de argentinos, que no eran sólo los guerrilleros, sino toda esa gente que nos rodeaba: simpatizantes, colaboradores, familiares que creían en nosotros, o solamente nos respetaban o simplemente nos amaban. (…) Por todos ellos, …no puedo, pero sobre todo no quiero callar, que fui militante del PRT y una de las fundadoras del ERP”.
Pola Augier, responsable de inteligencia del PRT-ERP.
ANA MARÍA LANZILLOTTO nació en 1947 en la ciudad de La Rioja. Escribía poesías y se recibió de maestra en 1964. Luego se mudó a Tucumán, donde estudió derecho y comenzó su militancia política. El 25 de diciembre 1972 cayó presa junto a 3 militantes del PRT-ERP por hacer un reparto de juguetes. Fue encarcelada en Tucumán y posteriormente en Devoto hasta el 25 de mayo de 1973. Al quedar en libertad se trasladó nuevamente a Tucumán para continuar su militancia, donde trabajó en un diario y desarrolló tareas relacionadas al área legal. Conoció a Domingo “el Gringo” Menna con quien formó pareja. En 1974 nació su primer hijo, Ramiro. En 1975 se mudan al departamento de Villa Martelli estando Ana María embarazada nuevamente. Luego de ser secuestrada desaparecida y estando en cautiverio, nació su hijo. Se cree que luego fue llevada al CCDT “El Vesubio” continuando desaparecida hasta el momento. Su segundo hijo es el nieto recuperado 121.
LILIANA MARTA DELFINO nació en 1944 en Rosario. Comienza su militancia al producirse, en 1958, las movilizaciones en torno a la lucha de “laica o libre”. Se recibió de maestra y fue parte de varias organizaciones antes de ingresar al PRT. Estudió Psicología en la Universidad de Buenos Aires pero fue expulsada de la universidad luego de la llamada “Noche de los Bastones Largos”, una brutal represión y persecución del dictador Onganía sobre académicos y sobre el movimiento docente-estudiantil universitario. Ingresa a Palabra Obrera desde donde se incorpora al Partido Revolucionario de los Trabajadores surgido el 25 de mayo de 1965, siendo delegada en el 1er congreso. En 1967 decidió “proletarizarse” e ingresó como obrera en el Frigorífico Swift de la ciudad de Rosario. En abril de 1968 fue enviada con su esposo Luis Ortolani al Chaco para desarrollar una nueva zonal. Hacia 1969 quedó embarazada y en 1970 se mudó a Córdoba donde daba cursos a militantes y tuvo a su cargo un periódico. En 1972 Liliana fue detenida por la policía y trasladada a la cárcel de Villa Devoto, primero, y al buque-cárcel Granaderos, después. El 25 de mayo de 1973 fue liberada.
Delfino fue responsable nacional de propaganda e integró la dirección nacional del PRT.
Luego de separarse de Ortolani formó una nueva pareja con Mario Roberto Santucho y quedó embarazada. En febrero de 1975 nace su segundo hijo Mario Antonio. Fue secuestrada el 19 de julio de 1976 en el departamento de Villa Martelli estando embarazada. Fue vista en el centro clandestino de detención llamado «El Campito», ubicado dentro de la guarnición militar de Campo de Mayo, y se presume habría dado a luz allí o en el campo de concentración llamado «El Vesubio». Su cuerpo nunca apareció como tampoco se ha localizado al presunto hijo. Sus otros dos hijos fueron llevados fuera del país por una pareja de amigos simulando que eran sus padres. Su hije continúa apropiado.
Las organizaciones revolucionarias y la participación de las mujeres
Las mujeres trabajadoras, estudiantes, profesionales, artistas, desocupadas, fueron partícipes del proceso de radicalización de las luchas que se desarrolló en nuestro país y continente en las décadas de 1960 y 1970, insertándose en distintos espacios políticos de masas, en los barrios, villas, centros de estudiantes, sindicatos, y también en las organizaciones políticas y organizaciones revolucionarias. Las mujeres militantes revolucionarias tenían una profunda conciencia política acerca de cuáles eran los objetivos de la lucha y su dimensión integral, con el norte claro de la revolución socialista, de transformación de raíz del orden social.
En ese sentido, frente a los relatos que han querido sostener la idea de que las mujeres ingresaron a la política influenciadas o “llevadas” por la militancia de sus padres, maridos o compañeros, se alzan numerosos testimonios que dan cuenta de que su ingreso a las organizaciones políticas y revolucionarias –con su consecuente participación en las acciones armadas- se dio a partir de un proceso de convencimiento político ideológico y de un proceso de profundización de una militancia política previa, universitaria, sindical, barrial, en partidos políticos de izquierda tradicional o movimientos y organizaciones de distinto tipo, siendo incluso parte de quienes impulsaron o fundaron las organizaciones armadas. Para algunas incluso significó romper con sus parejas que no estaban de acuerdo con esta definición y con su ingreso al partido, y el descubrimiento de su capacidad para el desarrollo pleno de múltiples tareas.
Las mujeres en todos los niveles de participación
El PRT crea en 1974 el Frente Nacional de Mujeres, un organismo de masas. A su segunda reunión Nacional asistieron militantes de Santa Fe, Chaco, Buenos Aires, Córdoba y Rosario. Se incorporaron compañeras de centros fabriles importantes como Terrabussi, Bagley, fábricas textiles, en la zona de Morón, San Martín, La Boca. Además, en el segundo Plenario del Movimiento Sindical de Base en el Córdoba Sport Club, entre los participantes hubo una columna de 400 mujeres del Frente de Mujeres del SMATA, 130 eran obreras de ILASA y el resto formaba parte del Frente como compañeras familiares de trabajadores, que participaban de los encuentros de formación y discusión política impulsados, entre otras, por Edith Vera y Alejandra Montenegro, militantes del PRT, que organizaban talleres de todo tipo y también de organización política.
El frente militar no fue ajeno a la incorporación de las mujeres, estas integraron escuadras militares, células armadas, alcanzando en algunos casos altos cargos como tenientes o sargentas. Las compañeras participaron indistintamente de operativos de propaganda armada, al igual que los varones y también de otro tipo de acciones: repartos, tomas de destacamentos, de pueblos o ciudades, recuperaciones, expropiaciones, secuestros de militares y empresarios e incluso de grandes batallas como la de Monte Chingolo (1975) y de la guerrilla rural en Tucumán. Cientos de compañeras fueron encarceladas y protagonizaron también episodios de gran repercusión, como la fuga de mujeres de la cárcel del Buen Pastor en Córdoba (1975) y la fuga fallida de la cárcel de Rawson que terminó con la masacre de Trelew (1972). Muchas de ellas, cayeron en combate y esa posibilidad era asumida conscientemente por las militantes, que afrontaban los graves costos de su decisión. En las experiencias carcelarias, las mujeres militantes recibieron un trato que evidenciaba el desprecio a la mujer en la sociedad capitalista. La mentalidad tradicional y patriarcal de las fuerzas armadas hizo que –además de considerarlas enemigo en términos político-ideológicos- se las desprecie más aún que a los varones, por considerarlas “malas madres”, por no dedicarse exclusivamente a sus hijos, y no otorgarles una educación tradicional.
Entre las compañeras del PRT ERP sin duda se destaca también la figura de SUSANA GAGGERO, quien llegó a órganos de dirección en 1975. Susana estimulaba a sus compañeras a que tomaran la palabra y escribieran, ella estaba muy formada, promovía la igualdad en la participación de las mujeres en el ámbito político, también muy tierna y a la vez decidida encabezando operativos. Al igual que Liliana Delfino provenía de Palabra Obrera y en 1965 participó junto a ella del congreso de fundación del PRT como delegada de la regional Rosario. A partir de 1970 comenzó a desarrollarse en el movimiento obrero, pero la muerte de su compañero, Luis Pujals, secuestrado y asesinado en la tortura, hizo que volcara su actividad al reclamo por la libertad de los presos políticos. Luego asumió como responsable política la dirección de distintas regionales del partido y en 1975 el buró político la designó Responsable Nacional de Solidaridad. En los años 74 y 75 también desarrollaría actividad fabril, insertándose en una fábrica en zona sur del Gran Buenos Aires. Cuando en 1975 el FAS y el PRT inician el proceso de formación de un Frente Antidictatorial, Susana sería una de las responsables de las reuniones entre el partido y otras organizaciones políticas. Susana cae abatida en la reunión del Comité Central en la que irrumpieron fuerzas policiales y del ejército el 28 de marzo de 1976 en la Pastoril.
Con su praxis revolucionaria, nuestras compañeras desafiaron la opresión de género y el rol social de la mujer como limitada a la reproducción doméstica. No sin dificultades, asumieron el rol histórico junto a los compañeros y hasta fueron parte de la dirección del proceso revolucionario más avanzado de la argentina. La dirección que hoy estamos homenajeando sólo fue posible por los miles de compañeros y compañeras que asumían la tarea diaria de construir partido y organismos de masas. Y fueron cientos las mujeres que asumieron la tarea revolucionaria en sus lugares de trabajo, universidades, barrios e instancias partidarias, demostrando que sin socialismo no hay feminismo, que la lucha es liberadora y que la sociedad que vamos a construir necesita de cada trabajador y trabajadora asumiendo el protagonismo.

