
A 85 AÑOS DEL GOLPE FASCISTA Y EL INICIO DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
Los hechos y procesos, de los que hoy se cumplen 85 años, tienen una cantidad de lazos y puentes con la actualidad que es necesario advertir. Por aquel julio de 1936, el ejército ofició de brazo armado de la España del rey, de la Iglesia, de los grandes terratenientes y burgueses; de aquella España que ocupó la península oprimiendo y sojuzgando a otros pueblos (vascos, catalanes, galegos, valencianos, etc.), que colonizó mediante el genocidio Nuestramérica, y que más acá en el tiempo había puesto su bota sobre Marruecos. Esa España oficial, de la bandera de la monarquía, decidió poner fin a la experiencia de la II República en la que en febrero había triunfado el Frente Popular.
El 18 de julio de 1936 enseña (como tantas otras fechas, de siglos anteriores y posteriores) que las clases dominantes respetan la legalidad que esté a su medida. Que por democracia, esa de la que tanto hablan por estos días, entienden una “participación” que es el aplauso obediente de les oprimides. También enseña esa fecha emblemática de la que se cumplen 85 años hoy que el fascismo emerge, una y otra vez, cuando hay burgueses asustados. Y que ante el temor de perder el poder, las clases dominantes no titubean en someter a las mayorías a toda una colección de formas de genocidio, torturas, violaciones, desapariciones, robo de bebés, humillaciones y hambre.
Pero el 18 de julio de 1936 también enseña muchas otras cosas. Enseña que la única manera de enfrentar al fascismo, es combatiéndolo, no con invocaciones a la legalidad y a las buenas formas. Enseña que es el pueblo en armas, armado moral y materialmente, el sujeto capaz de enfrentar esa lucha que el enemigo plantea sin piedad. Mientras el gobierno republicano llamaba a la calma, esperaba que el imperialismo “democrático” condenara al fascismo hispano, bien apoyado por la Alemania nazi y la Italia fascista, fueron miles de trabajadores y trabajadoras, del campo y la ciudad, de oficina y taller, quienes salieron a ganar la guerra haciendo revolución. Lo mismo entendieron lxs explotadxs y oprimidxs del mundo, muchxs de lxs cuales fueron a compartir la suerte con ese pueblo dispuesto a morir, pero no a entregarse.
En estas horas de crisis, más amplia y más profunda incluso que la de la década de 1930, esa historia adquiere nuevo sentido. La España que aplastó a la República hoy se atreve a hacer llamados de atención sobre derechos humanos. La España que sigue negando el derecho a la autodeterminación y que persigue las protestas populares con policía militarizada y con un sistema judicial y penal implacable con lxs luchadorxs, se atreve a hablar de la Cuba revolucionaria. La misma España que vende armas a la dictadura narcoparamilitar de Colombia y que sostiene a la monarquía marroquí en contra del pueblo Saharaui. Afortunadamente, el pueblo cubano, los pueblos del mundo, sabemos que todas las monarquías y ésta en particular, chorrean sangre y lodo. Y que como en 1936, cuando el pueblo en su diversidad logra constituirse como dueño de su historia y su destino, cuando los pueblos del mundo logran identificar a sus enemigos, se puede vencer. Y Venceremos.