(Colaboracion de Rolando Pehuen para Venceremos)

La crisis sanitaria abierta por la enfermedad del coronavirus (COVID-19) nos ha impuesto muchísimas cosas impensadas. Además del miedo multiplicado hasta el hartazgo por los medios de comunicación y las redes masivas, aparecen nuevas palabras, nuevas medidas. Una que combina ambas cosas: “aislamiento social obligatorio”. Aclarémonos algunas cosas.

Las epidemias son enfermedades que alcanzan a gran cantidad de población en forma simultánea en un período determinado. Las epidemias pueden estar causadas por enfermedades transmisibles, como por ejemplo las gripes u otras enfermedades provocadas por microbios. O por enfermedades causadas por otros factores, como por ejemplo las enfermedades profesionales o relacionadas con malas condiciones de trabajo. Una epidemia desatada a escala mundial, se denomina pandemia.

El aislamiento, necesario para personas enfermas

Cuando las epidemias son causadas por enfermedades transmisibles de persona a persona, la mejor manera de evitarlas o prevenirlas, es interrumpir ese contagio. Para eso es necesario que las personas no estemos aglomeradas, que mantengamos distancia física entre unas y otras. Cuando una persona ya está enferma – o se sospecha que pueda estar contagiada – la medida científico-técnica apropiada para que no contagie a otra, es el aislamiento. Es una medida individual, personal que, a lo sumo, puede abarcar a su grupo familiar conviviente.

La prevención colectiva

La medida de prevención colectiva es lo que se llama cuarentena. Es muy parecida al aislamiento personal, pero no exactamente igual. Una persona enferma con indicación de aislamiento no debe salir para nada. No debe ni ir a la esquina. Las personas en cuarentena sí lo podemos hacer. Y también, muchas vamos a trabajar. Pero la inmensa mayoría de las propagandas oficiales en casi todos los países del mundo, impusieron la consigna de “aislamiento social”. ¿Por qué le agregaron ese calificativo  “social”? ¿Qué significa eso?

¿Por qué se induce al aislamiento social? No parece nada inocente. Si uno asume la necesidad de no circular, de no salir, como medida preventiva, ¿debe aislarse socialmente? ¿Debe romper vínculos con su entorno social, con su pertenencia barrial o laboral? ¿Es necesario aislarse socialmente para mantener la cuarentena? ¡No! La clase trabajadora somos precisamente una clase social que, entre muchas cosas comunes – como por ejemplo vivir de nuestro trabajo – tenemos nuestra fuerza y nuestras capacidades de alcanzar mejor nivel de vida en nuestra existencia social. Individualmente tenemos mucha menos fuerza. A veces ninguna. ¿Por qué se nos induce a aislarnos socialmente?

 

 

Lenguaje y acciones de guerra

Desde los poderes dominantes y sus medios de propaganda se repite machaconamente que estamos en una “guerra contra el virus”. Se dice que debemos “estar juntos”… pero al mismo tiempo, se insiste en “aislarnos socialmente”. Aún no tenemos evidencia para saber si el nuevo coronavirus fue elaborado como arma biológica y diseminado intencionalmente, o si se trató de una mutación como resultado de la alteración del hábitat de animales (que son su reservorio) invadidos por la irracionalidad del avance capitalista sobre áreas rurales y suburbanas. Pero si sabemos para qué se está usando en la mayor parte del mundo. Se está usando esta pandemia para infundir temor – ¡terrorismo sanitario! – en grandes masas humanas. Y si esas grandes masas laboriosas nos aislamos socialmente, nuestra debilidad será aún mayor. No basta con decir que “esto no es una guerra”, porque desde el poder se actúa con una estrategia de guerra. El despliegue policíaco-militar para imponer el “aislamiento social obligatorio” es una verdadero ensayo de contrainsurgencia a escala masiva, justificado (y por eso admitido por mucha gente) como un operativo “protector”. La retórica bélica y aislacionista no es exceso ni mero “discurso”. Es un componente esencial de lo que es la propaganda bélica en una guerra sin bombas atómicas, pero con unas cuantas balas, gases lacrimógenos y palos (para atacar y dispersar protestas y manifestaciones). La propaganda del poder trata de cultivar una conciencia individualista, personalista. Intenta hacer caer toda la responsabilidad en las conductas individuales. Trata de desarmarnos socialmente a la clase trabajadora, una de cuyas principales herramientas es nuestra unidad social. Las palabras no son inocentes ni neutras. Moldean la conciencia, inducen a determinadas conductas. Mucho más perniciosas son esas palabras si se presentan como falsamente protectoras de nuestra salud.

¿Cómo está siendo nuestra respuesta social?

De hecho, en muchos sectores de nuestra clase trabajadora, ha surgido un espíritu y una actitud contrarias al aislamiento. En muchas barriadas nos hemos organizado multiplicando los merenderos y ocupándonos del cuidado de niñas, niños, ancianas y ancianos. En muchos lugares, el activismo sindical y profesional, nos organizamos colectivamente para reclamar condiciones de seguridad laboral, elementos de protección personal, insumos para higiene y limpieza, nuevas formas de organización del trabajo con condiciones de seguridad biológica, nuevos ritmos horarios de trabajo. Hemos salido en manifestaciones tomando distancia entre persona y persona. Son formas de organización social que se contraponen al aislamiento social.

La pandemia provoca estragos en la actualidad: muertes y parálisis social y económica. Sus secuelas también son peligrosas. Una de esas, es que quede instalada la idea de “aislarse socialmente”. La propaganda del poder nos reintroduce una tristemente célebre “triple A” ahora reconvertida en Asustar/Atontar/Amansar.

 

Acción política y social contra la pandemia

La enfermedad COVID-19 requiere atención médica personal en cada persona enferma. Ahí está presente en primera línea esa legión de trabajadoras y trabajadores de la salud, arriesgando sus vidas (y esto no es literatura). Ahí están miles trabajando científicamente contra-reloj en la búsqueda de soluciones terapéuticas. La enfermedad convertida en epidemia requiere una solución que, por ser de salud pública y colectiva, necesita una acción política sanitaria en gran escala. Algunas de las medidas necesarias son la cuarentena para quienes puedan permanecer en sus casas, y el distanciamiento físico, mantener 2 metros de distancia, entre los millones que debemos circular y trabajar. No dejarnos confundir. Cuarentena y distancia sí. Unidad social y vínculos sociales. Aislamiento social no.

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