La expansión de la pandemia del coronavirus (COVID-19) y la situación dramática que se vive en muchos países europeos y de nuestra región, llevó al gobierno nacional a actuar rápidamente ampliando la emergencia sanitaria y decretando el aislamiento social, preventivo y obligatorio.
En este contexto el gobierno pasó de la consigna “quedate en tu casa” a “quedate en tu barrio”, con una mayor militarización de la cotidianeidad, con presencia de todas las fuerzas de seguridad en los barrios.
Esta situación fue aprovechada para profundizar los mecanismos de control social hacia los sectores que más sufren la crisis económica, social y sanitaria. Asimismo, desde sectores del gobierno se recurre a una retórica bélica con frases que presentan la situación como una “guerra contra el coronavirus” o que se lucha contra un enemigo invisible.
En el mismo sentido los medios de comunicación masivos amplían el discurso oficial instalando el miedo sobre un peligro que esta vez es real como contagiarse, enfermarse y/o morirse, pero que aporta a profundizar la subjetividad individualista del capitalismo neoliberal, y que nada tiene que ver con la solidaridad que se necesita en estos momentos. Y esto lleva a construir un enemigo “visible” que amenaza a la sociedad y entonces el enemigo ya no es el virus sino quien no cumple la cuarentena.
Claro está, casi siempre ese enemigo es quien vive en un barrio en situación de hacinamiento, el que no tiene un techo donde hacer la cuarentena, o el trabajador/a que sale a comprar algo (como pasó en La Pampa cuando un policía le disparó a una persona que volvía de comprar el pan). En cambio, cuando alguien que vive en un barrio privado viola la cuarentena, o cuando las patronales recortan salarios, suspenden y despiden no se los trata de la misma manera. Por eso reafirmamos que la pandemia y la represión tienen un carácter de clase.
Lo que se da en el campo discursivo, también se da en el campo material no sólo con mayor presencia policial en los barrios, sino también que muchos intendentes y gobernadores ya dictaron una suerte de “toque de queda” en diferentes horarios. Y cada vez más, el Estado llama a las Fuerzas Armadas (FFAA) a intervenir en esta “guerra”.
Como se ve en el conurbano bonaerense, las FFAA están realizando tareas de logística a las fuerzas de seguridad: vuelos de patrullaje con helicópteros para verificar si en los barrios se está cumpliendo la cuarenta; y tareas “asistenciales” de reparto de alimentos en Rosario, La Matanza y Quilmes, que podría extenderse en breve a los municipios de San Martin y Moreno.
Justamente estos municipios donde desembarcan los milicos coinciden con las zonas más calientes para el gobierno, donde se encuentra la mayor concentración de pobreza. Estas tareas son presentadas como ayuda social pero en realidad tiene como objetivo el control social del pueblo trabajador.
No hay “vuelta de página” ni cambio de doctrina
Esta política se da en un contexto donde el gobierno busca reconciliar a las FFAA con la sociedad, lo que quedó expuesto en el discurso que el presidente Alberto Fernández llamó a “dar vuelta la página” meses atrás. Y que también se refleja en la autorización que votó el Congreso a fines de enero para autorizar la realización de “ejercicios conjuntos” con el imperialismo, como es el denominado “gringo gaucho” con la armada estadounidense.
Por eso es necesario discutir con esos sectores que crean y tengan la ilusión que las Fuerzas Armadas en nuestro país pueden estar al servicio de las clases populares, cuando no hubo una ruptura con el imperialismo y fueron formadas con la doctrina de contrainsurgencia. Con el regreso a la democracia continuaron funcionando sus aparatos de inteligencia, no se abrieron los archivos de la dictadura, y fueron parte de intervenciones en otros países para cumplir con los planes de Estados Unidos (como fue el envío de tropas a Haití en el 2004). En palabras de Norita Cortiñas, la doctrina de las Fuerzas Armadas no cambió sino que sigue siendo reprimir.
También en la región se ve el rol que cumplen estas Fuerzas Armadas en momentos de crisis, como pasó hace solo unos meses con la participación en el Golpe de Estado en Bolivia, pero también actuando en Chile, Colombia y Ecuador para neutralizar movilizaciones de masas. El capitalismo aprovecha esta crisis para instalar un nuevo ensayo contrainsurgente.
No podemos olvidarnos que en los cuatro años que gobernó el macrismo hubo rechazo masivo a las políticas que buscaban reivindicar el Terrorismo de Estado, como fue la masiva movilización contra el 2×1 a los genocidas y el rechazo al decreto que habilitaba a militares a tener tareas en seguridad interior. Hoy no podemos dejar de rechazar esta escalada represiva con la presencia de militares en nuestros barrios.
Los milicos no están para ayudarnos ni para cuidarnos. Nosotrxs nos cuidamos colectivamente por eso ante la profundización de la crisis pongamos de pie comités de solidaridad con la participación de las organizaciones sociales, sindicatos, estudiantiles, antirrepresivas y culturales, para garantizar la distribución de alimentos y elementos de higiene.
De la mano de los represores no va a venir ninguna solución, por eso desde Venceremos – Partido de Trabajadorxs apostamos a enfrentar la pandemia y la represión con el protagonismo del pueblo a través de la solidaridad activa y la organización popular.
¡Fuera milicos de los barrios y las calles!