*Por Carlos Ponce de León (Prof de la facultad de humanidades, Unco)

 

¡Proletarios de todos los Países, uníos!!!!

(Marx y Engels, Manifiesto Comunista) .

 

En estas semanas se cumplen 50 años de un hito que marca la historia de la clase proletaria en Neuquén.

El 23 de Febrero de 1970, en una Asamblea General se decretó un paro total de actividades en la represa que se estaba construyendo: El Chocón, denominada “la Obra del Siglo”, dando inicio a los que se conoce como “La Huelga Grande”, con un programa de reclamo que incluía un aumento del 40% del salario y el reconocimiento por parte de la empresa y del gobierno de los delegados elegidos en forma democrática por sus trabajadores. El comunicado realizado terminaba con este párrafo: “Quieren construir El Chocón con nuestra sangre! Basta! Que toda la patria sepa la verdad. Que nuestra lucha en el Chocón sea el camino de unión de la clase obrera en pro de un mundo de paz”. El día anterior un compañero de apellido Rivero se había caído desde una altura de 6 metros.

En la mañana del 24 la villa temporaria de El Chocón amaneció con barricadas el lugares estratégicos, con la organización de un comité de seguridad, con guardias obreros pero también con un perímetro de seguridad policial que asemejaba a un campo donde nada entraba ni salía, custodiado por la famosa Brigada Martín Guemes, una fuerza policial de la Pcia. De Buenos Aires compuesta de unos 800 hombres, que ya tenían como antecedente el haber asesinado a los obreros metalúrgicos Mussi, Mendez y Retamar.

La huelga fue realizada por los trabajadores de la empresa Impregilo-Sollazo (de capital italiano) y de las empresas subcontratistas Cartelloe, Wanstein y Analvi. Unos 2500 trabajadores se adhirieron (4.000 en algunas circunstancias) y la huelga duró 20 días, hasta la madrugada del día 14 de Marzo, cuando el campamento fue copado militarmente por una fuerza armada con fusiles de asalto, apresando a sus dirigentes, trasladados en avión militar hasta Buenos Aires (Coordinadora Federal) para ser puestos inmediatamente en libertad debido a la presión popular. Los delegados no pudieron volver porque fueron cesanteados, como así muchísimos de los huelguistas que fueron despedidos y otros cientos de trabajadores se negaron volver a trabajar y emprendieron el éxodo a sus provincias o a sus países.

 

Antecedentes.

La Obra conocida como El Chocón se encuentra a unos 80 km. de Neuquén y a 1.200 km. de la ciudad de Buenos Aires, en plena estepa desértica al norte de la Patagonia. La obra del siglo, como se la denominaba, constituía un conjunto de represas El Chocón-Cerros Colorados; tenía su construcción como fin un sinnúmero de justificaciones, que van desde evitar las crecidas de los ríos, hasta las posibilidades fabulosas de duplicar la actual superficie de regadío (cuestión que nunca se hizo, lo concreto era que respondía a las necesidades de cubrir con energía eléctrica barata a la burguesía industrial radicada en polos de desarrollo ubicados en las cercanía de Buenos Aires.

Las obras fueron iniciadas en pleno régimen dictatorial del General Onganía, bajo supervisión del Banco Mundial, y dichos complejos estaban en manos de Hidronor. Una empresa de sociedad anónima mixta, pública-privada.

Los trabajadores que a comienzos del año anterior (esto es, 1969) comienzan a llegar masivamente para la construcción de esta represa son de las provincias de Córdoba, Tucumán, Salta, San Juan y de Buenos Aires. La mayoría de ellos huyendo de la desocupación, pero también de la represión. Muchos de ellos habían participado en luchas sindicales y políticas. Recordemos todo el movimiento que significó en ese año el Cordobazo. Pero también se presentan trabajadores de los países limítrofes como chilenos, paraguayos, algún que otro uruguayo, pero especialmente bolivianos. De esta última nacionalidad comienzan a trabajar unos 200, varios de ellos habían  participado en la combativa Federación Sindical de Trabajadores Mineros, enrolados en el trosquismo boliviano. Son los que manejan los explosivos en la obra y que compondrán luego el grueso del comité de seguridad. En otras palabras: entre trabajadores extranjeros y nacionales hay muchos que tienen experiencia y conocimiento sindical y político. También ingresa un sacerdote como obrero, Pascual Rodríguez, nacido en Gualeguay, Entre Ríos, en 1935 y que llegó a Neuquén en 1968, y poco tiempo después ingresó a El Chocón, donde trabajó como un obrero más, sin decir que era sacerdote. Antes de su llegada a Neuquén había ingresado a la CGT de los Argentinos junto al escritor Rodolfo Walsh y al Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo, corriente fundada en 1967 dentro de la Iglesia católica argentina con una fuerte participación política y social. Al tiempo los obreros descubren su sacerdocio y posteriormente también es elegido delegado.

 

La democracia sindical e independencia de clase.

A fines de 1969 y comienzos del mes de diciembre, después de que funcionara una representación gremial favorable a la patronal, un grupo de dirigentes obreros, entre ellos Antonio Alac, Armando Olivares y Edgardo Torres entre otros, venían proponiéndose en diversas charlas organizarse y restablecer los vínculos a una organización gremial de clase nacional, con el fin de contar con una herramienta de clase para defenderse de los atropellos patronales. Es así que estos militantes entablan un diálogo con el Movimiento Unitario de la Construcción, adherido al MUCS, en que participaban obreros de diferentes orientaciones políticas, desde el comunismo hasta peronismo y hombres sin partido.

Como organización local, se proponen realizar la convocatoria a una Asamblea General con el fin de que los trabajadores discutan libremente las cuestiones pertinente del trabajo y elijan su propia Comisión Interna de Fabrica, mediante elección directa. En la vía pública el viernes 12 de diciembre de 1969, eligen como delegados a Alac, Olivares y Torres. Los tres activistas del Movimiento Unitario de la Construcción.

La situación de los trabajadores en la obra de El Chocón era muy penosa y precaria: bajos salarios, superexplotación, obligación de trabajo de 12 horas, los dormitorios para solteros eran unos galpones donde estaban apiñados entre 80 y 100 personas, donde no podían lavarse o bañarse, la política laboral era de total flexibilización, no había estabilidad en el trabajo, malos tratos por parte de los capataces (eran italianos), y problemas de seguridad, donde ya se habían cobrado por accidentes varias vidas, unas ocho.

Después de elaborado un pliego de reivindicaciones, el mismo fue llevado por los nuevos delegados de base a las oficina de la constructora Impregilo-Sollazo. La respuesta dada por la empresa trasnacional fue desconocer a los delegados, despedirlos y entregarlos a un pelotón de agentes de la policía Federal, para trasladarlos a Neuquén.

La indignación se traslada a los trabajadores de tal forma que más de 700 obreros rodean el vehículo policial, obligándolos a estos a ponerlos en libertad. Se declara la huelga inmediatamente.

Pero desde el mismo momento en que empezó la huelga surge la solidaridad de clase. Se suceden asambleas multitudinarias de apoyo, por ejemplo el 14 de diciembre en Cipolletti, en el Sindicato de Empacadores de la Fruta de Rio Negro y Neuquén con sindicatos y distintas organizaciones. El día 15, en el local de la Fraternidad de Neuquén, en la que concurren también estudiantes universitarixs.

El mismo día 16, se producen refriegas en la villa temporaria de El Chocón tratando las fuerzas policiales de detener al delegado Antonio Alac, no pudiendo hacerlo por la encarnizada resistencia de más de mil trabajadores.

Por un lado se encuentran los obreros y sus delegados y del otro las empresas patronales, la burocracia sindical y el aparato estatal represivo.

El día 16, se presenta el obispo de Neuquén Jaime Francisco de Nevares y se compromete ante los trabajadores en una solución al conflicto.

La solución viene el día 18 a las 18:30 donde se informa que no hay despidos, y que el sábado 20 se realizara una elección para elegir una comisión interna definitiva con respaldo de la UOCRA. Este día fueron elegidos por segunda vez los mismos actores.

 

La huelga grande.

Mientras esperan los resultados del pedido del 40% de aumento, debido a la carestía de vida, el día 31 de Enero de 1970 los trabajadores envían una representación a la ciudad de Córdoba para participar de un encuentro clasista dirigido por Agustín Tosco.

La burocracia sindical de la UOCRA en la figura de Rogelio Coria y Rogelio Papalgno, utiliza este viaje para expulsar a los tres delegados Alac, Olivares y Torres. Mientras tanto el día 6 de febrero mediante una resolución, la Nro. 114, la Secretaria de Trabajo somete bajo su dirección todas las obras y trabajos comprendidos en el Chocón-Cerros Colorados. El siguiente acto fue que la delegación de la UOCRA designe una Comisión normalizadora’, un conjunto de lumpen-proletarios como Miguel Luna que había sido expulsado de Tafi Viejo por malversación de fondos. En síntesis se pone en desarrollo un verdadero plan pergeñado con el fin de quebrar la organización.

El día 23 de febrero comienza la Huelga Grande que dura 20 días, como respuesta al no reconocimiento de los delegados elegidos legítimamente sino también por el pedido de captura de Antonio Alac, dado por la policía que rodea el perímetro de las instalaciones y que culmina días después con la represión, copamiento militar de todas las instalaciones por parte de gendarmería y la captura de los delegados.

 

Enseñanzas.

Sin duda el proceso de huelga, de rebelión popular y ocupación de la villa el Chocón llamado Choconazo, comenzado en diciembre de 1969 y culminado el 14 de marzo de 1970, es un hito de luchas de clases muy profunda en el norte de la Patagonia. Aun con demandas parciales reivindicativas sindicales, desde el primer momento y sobre todo de la segunda huelga, llaman abiertamente a los trabajadores y al pueblo a coordinar una movilización general que termine con la angustia nacional, el hambre y la falta de libertad. Es así que sus demandas también se transforman en un programa político enfrentándose con la dictadura de Ongania. A pesar de ser derrotada la huelga, la dictadura tiene los días contados.

En segundo lugar, por las herramientas de clase para organizarse: democracia sindical para todos los órdenes: elección directa de delegados y funcionamiento asambleario permanente. Pero también y fundamental: la independencia política de clase. Aquí sus dirigentes son continuadores del pensamiento y praxis del compañero Tosco con su sindicalismo de liberación, frente a la práctica de la burocracia sindical de cooptación y servilismo a los intereses y beneficios de la burguesía. La búsqueda permanente de abrir una veta de posición de clase en la conciencia individual de cada obrero en lucha contra el capitalismo y el imperialismo.

En tercer lugar la solidaridad de clase alcanzada con otros trabajadores de distintos sindicatos de Rio Negro y de la constitución de un movimiento amplio y profundo de solidaridad regional. Ello solo es posible con la lucha por la hegemonía con un tinte socialista, cuestión que consiguieron confrontando a la dictadura del Estado burgués, al empresariado y a la burocracia sindical, bajo una perspectiva de clase.

De esta forma llegaron a la fraternidad y la unidad indispensable de todas las tendencias políticas al interior del movimiento obrero. La solidaridad y el internacionalismo proletario, no solo las enviados desde el Movimiento Sindical Mundial, sino hacia el interior, dadas las diferentes nacionalidades de los trabajadores como los hicieran antes sus antecesores, los huelguistas rurales del sur de la Patagonia en los años 1920 y 1921.

El Choconazo se libró un año después del Cordobazo y del primer Rosariazo. Sin duda este proceso dado en el norte de la Patagonia insumisa y rebelde merece destacarse como una de sus principales gestas heroicas de la clase trabajadora, y merece ser reconocida y estudiada.

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