El asesinato de Qasem Soleimani mediante un ataque de drones norteamericanos volvió a calentar la región de Medio Oriente. El 3 de enero, por orden directa de Donald Trump, el ejército estadounidense bombardeó el auto donde se transportaba Soleimani en la ciudad de Bagdad en Irak. Este hecho es parte de una cadena de ataques y contrataques entre EEUU e Irán que se vienen desarrollando hace varias semanas. A la muerte de un “contratista” norteamericano en la zona petrolera (probablemente haya sido en realidad algún mercenario del pentágono), le siguió un bombardeo a milicias del Hezbolla pro iraní a fines de diciembre donde murieron 25 personas. La respuesta siguiente frente a estos asesinatos fue el ataque de manifestantes iraquíes a la embajada norteamericana en Bagdad.

Sin embargo, el asesinato de Soleimani tiene una relevancia significativa mayor, y ha encendido las alarmas a nivel mundial, dado que era un héroe de la guerra entre Irán e Irak en los años 80, destacado estratega militar de gran reconocimiento popular, y que, centralmente, ocupaba el tercer cargo en la línea de poder de la República Islámica de Irán. Además, este comandante era líder de la fuerza especial Quds, sección internacional de los Guardianes de la Revolución que realiza operaciones en el extranjero. Según algunos analistas, este hecho es más grave que los asesinatos perpetrados hacia Osama Bin Laden (Al Qaeda) o de Abu Bakr al Baghdadi (ex líder del Estado Islámico), dado que Soleimani era funcionario de un Estado reconocido a nivel internacional. Frente a esto, la reacción de las potencias aliadas de EEUU, ha sido de mantener la calma y no contribuir a una escalada mayor.

EEUU e Irán: desde el golpe de Estado a integrar el “eje del mal”

Hace más de una década que el presidente Bush colocó a Irán en el “eje del mal” junto a Corea del Norte e Irak, señalándolos como los promotores de actos terroristas a partir de los atentados a las torres gemelas en 2001. El ataque donde murieron miles de personas en los edificios del World Trade Center, y cuyas imágenes recorrieron el mundo, significaron una oportunidad para que Washington tomara la lucha contra el terrorismo y la lógica de los “ataques preventivos” como un nuevo impulso a su política guerrerista e invasora, esta vez centrada en Oriente Medio. Sin embargo, la tensión entre ambos países es histórica y data de tiempo atrás.

En 1953 un golpe de Estado promovido por Estados Unidos para colocar a una figura favorable a sus intereses derrocó a Mohammad Mosaddegh, elegido democráticamente, para reemplazarlo por un gobierno monárquico al mando de Mohammad Reza Pahlavi, en lo que se conoció como la Operación Ajax. Posteriormente, durante la revolución iraní de 1979 donde se derroca al Sha, y el Ayatolá Jomeini asume el poder, un grupo de estudiantes tomó de rehenes durante 444 días al personal diplomático de la embajada norteamericana en Irán, lo que significó una humillación para los estadounidenses. Durante los años 80, EEUU intervino en la guerra entre Irán e Irak a favor del segundo, apoyando paradójicamente a Saddam Hussein, a quien después señalaría como uno de los principales terroristas internacionales. En el 2002 Irán es incluido dentro del eje del mal. Posterior a la invasión en Irak, la derrota y asesinato de Hussein, es cuando Irán se vuelve el siguiente objetivo para los Estados Unidos y a partir de allí, siempre se cernió una amenaza de inicio de un conflicto armado abierto.

En los últimos años, a partir del avance del Estado Islámico y la conformación de su califato, EEUU e Irán formaron parte de una coalición más amplia que se propuso derrotar al ISIS. Si bien el ese objetivo fue cumplido y hoy el ISIS existe como fuerzas irregulares en algunas zonas, la cooperación lograda parece resquebrajarse a partir de los últimos sucesos.

Finalmente, es importante mencionar las tensiones y disputas en los últimos 5 años por el control del Programa nuclear Iraní. A partir del año 2018, por orden de Trump, EEUU se retira del plan de acción coordinado por la ONU acerca del desarrollo nuclear iraní (propuesto por Obama en 2013 y puesto en práctica a partir de 2015). A raíz de esto, Irán decidió continuar con sus proyectos nucleares sin respetar los acuerdos firmados amparándose en la ruptura de los compromisos establecidos. La acusación del uso bélico de los avances nucleares de Irán ha hecho que los yanquis dicten alrededor de 90 sanciones comerciales.

Conflicto con olor a reelección

Dicen les historiadores, que todo presidente norteamericano que buscó su reelección, desencadenó una guerra y logró su objetivo. Frente a un año donde Trump se juega su continuidad en la Casa Blanca, esa parece ser la razón principal para haber calentado la situación en Medio Oriente. Si bien esta región siempre ha sido un lugar de disputa, y un territorio desde donde ejercer el control de una zona clave como el Golfo Pérsico por la producción de petróleo o el comercio internacional a través del estrecho de Ormuz, o lo que pretende desarrollar China como la nueva ruta de la seda, parecería ser que esta vez las motivaciones son más de índole local que internacional. Trump atraviesa una dura situación a partir del empeachment promovido por los demócratas en el Congreso de los Estados Unidos para su destitución. Si bien parece bastante difícil que dicho enjuiciamiento llegue a un final que interrumpa la carrera del magnate, compromete de modo suficiente su imagen pública. De hecho, el primer fin de semana de enero, el propio Congreso norteamericano aprobó una resolución contra el envío de más tropas a territorio iraquí, lo que da cuenta del difícil apoyo que tendría Trump para una escalada militar.

El gobierno y el parlamento iraquí también exigieron el retiro de tropas estadounidenses de su país, lo que implica en términos políticos una victoria de Irán que venía ganando influencia en Irak.

El martes 7 de enero se produjo la respuesta de Irán al asesinato de Soleimani. Una lluvia de misiles cayeron sobre las bases militares norteamericanas de Ain Al Asad y Erbil (Irak). Según los primeros reportes no se han confirmado soldados norteamericanos muertos, aunque puede haber información nueva en los próximos días. El miércoles 8, Trump dió una conferencia de prensa rodeado de su Estado mayor. Su exposición tuvo más discurso de campaña, bajando el tono de la confrontación, poniendo el acento en las mejoras realizadas en las fuerzas armadas, el supuesto logro de soberanía energética, y su liderazgo internacional alcanzado bajo su gobierno. Las medidas que anunció seguirá tomando contra Irán, serán en términos de aumentar la presión económica mediante nuevas sanciones.

Las hipótesis que se barajan para que Trump haya atenuado su verborragia es que un conflicto directo no le convendría a nadie a nivel internacional. Para Irán, el conflicto se desarrollaría en su territorio, lo que implicaría poner en serio riesgo la destrucción de su infraestructura y por ende su economía a partir de la guerra. El otro aspecto es el impacto que tendría la guerra en la economía mundial. Varias especulaciones sostienen que dada la delicada situación, se corre el riesgo de una contracción económica. A Trump le alcanza con mostrar los dientes, y con lo hecho hasta acá, le da suficiente margen para hacer campaña política. Todo parecería indicar que en esta oportunidad, la situación no continuará escalando, aunque el conflicto sigue abierto en esta guerra de “baja intensidad”.

Desde Venceremos – Partido de Trabajadorxs repudiamos la injerencia yanqui, su política imperialista que causa el padecimiento de miles en la región. Responsabilizamos a la administración de Trump por los ataques, exigimos el fin de las agresiones y de la ocupación de territorio iraquí.

Basta de agresión imperialista en Medio Oriente

Fuera yanquis de Irak

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