Una necesaria lectura sobre la economía del país

Los ciclos de la economía argentina se repiten. Como un bucle descendente, esta encuentra su mejor momento cuando los commodities (granos, gas, petróleo, minerales) están bien posicionados. De eso depende su crecimiento. La entrada de dólares permite utilizar una parte de los mismos para subsidiar insumos para la industria. Cabe aclarar que la industria argentina es tremendamente deficitaria ya que cuenta con atraso tecnológico, es decir, no genera valor agregado, ya que es fundamentalmente armadora. Este déficit es equilibrado con el subsidio estatal en la importación de insumos, por lo que se convierte en una aspiradora de aquellos dólares que ingresan, por otro lado. Otro de los techos de la industria es el asunto energético, ya que encuentra un límite en su capacidad y en la importación de energía más cara. Así, el gran aporte que hace la industria es la movilidad de la economía y la necesidad de mano de obra intensiva.

Nuestra economía, en los momentos descendentes del valor de los commodities, comienza a sufrir la restricción externa y por lo tanto se empieza a contraer, el déficit fiscal y comercial son amortiguados con la adquisición de nueva deuda. El comportamiento de los inversores extranjeros (IED) depende de los ciclos y acompaña, si es que hay incentivo para mantenerse en el país (por ejemplo, leliqs, lebac, etc.)

¿Ahora en qué punto del bucle estamos?

Entre 2010 y 2011, mientras se alcanzaba el punto más alto del ciclo de crecimiento que comenzó a fines de 2002, maduraban las condiciones de una nueva crisis. Los “superávit gemelos” dejaban lugar a los “déficit gemelos”: fiscal y externo. El déficit externo, verdadero núcleo del agotamiento del ciclo de acumulación de la década kirchnerista, era alimentado por el crecimiento de las importaciones, por el pago de la deuda externa, por la fuga de capitales y por la remisión de utilidades al exterior.

La etapa de re endeudamiento comienza con la sintonía fina, aquella que en el 2012 se experimentó con muchas dificultades. Por no haber pagado a los fondos buitres, apareció el conocido déficit gemelo. La capacidad de resolver la toma de deuda para mantener la economía en su fase de endeudamiento, necesitaba de exponentes «marketfriendly» para resolver la trabazón con el crédito internacional. Así fue como se reconfiguró el bloque de poder, llevando a la presidencia a Mauricio Macri, al gobierno donde circularon personajes como Caputo, Dujovne, Sandleris entre algunos nombres, íntimamente relacionados con el mercado financiero mundial.

La rueda de endeudamiento se aceleró y la economía se estabilizó en los primeros años, incluso lograron bajar la pobreza y aumentar niveles de inversión directa externa(IDE). Sin embargo, con el límite que le puso nuestro pueblo a los planes de modificaciones estructurales, sumado a las malas cosechas por sequía y a modificaciones en las tasas de la FED, generaron inestabilidad en todo el país. El conjunto de estos elementos provocaron que desde el 2018 la economía fuera en picada. A pesar del salvataje con el FMI, el resultado de las PASO fue el golpe de gracia para que los mercados le dieran la espalda al macrismo, que hoy termina con un esquema de default selectivo, con un cepo blando para disminuir la sangría y con una bomba financiera (leliqs) difícil de desactivar.

Los intereses de la deuda

Hay números que no se pueden desconocer: en el 2015, el stock de deuda llegaba a los 240.665 millones de dólares (53% del PBI). El gobierno de Macri deja un stock de deuda de 345.384 millones de dólares, equivalente a un 85% del PBI.

En este escenario, el próximo gobierno afronta vencimientos por 156mil millones de dólares (capital e intereses) de los cuales, en el 2020 en teoría, vencen 22.800 millones. El reperfilamiento (default selectivo) es un camino que ya empezó a recorrer este gobierno, cuya receta será tomada por el nuevo que asumirá en diciembre. El manejo de la deuda será clave para el trazado del próximo plan económico y, como en materia de deuda la incertidumbre es lo que prima; todavía no hay norte claro de cual será el margen que los organismos de crédito les dejaran a los Fernández.

Leliqs

Este tema merece un párrafo aparte ya que se ha convertido en una bomba difícil de desactivar.

Las leliq son emisiones de deuda que el Banco Central emite para mantener dinero fuera del sistema, reduciendo así la presión sobre el dólar. Esto habilita controlar una de las variables más importantes de la inflación. La consecuencia es que empujan para arriba la tasa de interés de los plazos fijos, lo cual hace imposible el crédito para la actividad productiva.

A mayor tasa, el pago de intereses por las leliq es más importante y esos pesos pagados obligan a emitir más leliq para evitar que ese dinero se vuelque en la calle (con impacto en dólar e inflación). Así se va generando una bola de nieve financiera.

Con una inflación minorista muy elevada, del 6,5% de septiembre y de un piso del 4,5 % en octubre, la tasa de interés del 50% anual por plazos fijos, sólo neutralizaba en el cortísimo plazo la fuga hacia el dólar.

La estrategia de restricción monetaria encierra su propia contradicción, puesto que se presenta como la vía para controlar la emisión de dinero y provocar una reducción de la tasa de inflación. Sin embargo, va acumulando creciente emisión futura por la tendencia exponencial de intereses devengados, lo que termina acelerando el desborde monetario.

Para ponerlo en números, con la ante última licitación donde se fijó una tasa en torno al 70%, el stock de leliq alcanzo los 1.300.000 millones de pesos (1,3 billones de pesos). Este monto cobra relevancia si tenemos en cuenta que la Base Monetaria (entendido como el dinero en poder del público) es de 1.351.100 millones de pesos, por lo que el stock de leliq representa el 96% de la Base Monetaria.

Alberto Fernández viene amagando con eliminar el pago de intereses a a este instrumento financiero. Lo hemos visto y escuchado en declaraciones periodísticas y luego en el acto de la CTA. Es probable que la próxima gestión del BCRA proponga algún tipo de canje de bonos a las entidades financieras a cambio de sus tenencias de leliq, muchos economistas hablan del Plan Bonex del 89 (bono a 10 años). Claramente, las condiciones en las que se lleve adelante este hipotético canje determinaran el éxito del mismo y la reacción del sistema financiero.

De aquí en adelante… una bomba financiera

Uno de los problemas que enfrenta el próximo gobierno es poder bajar la tasa de leliqs para desarmar la bomba financiera. Pero en la medida que eso se vaya desarmando, aquellos fondos se irán directo al dólar paralelo, que empujará sin duda al dólar de los bancos.

Tanto la movilidad de la industria como del mercado interno, no son posibles sin el subsidio estatal, ni hablar de la tasa de interés en créditos blandos como de dólares subsidiados para comprar insumos.

¿De dónde podría generarse esa reactivación o entrada de dólares? Veamos punto por punto.

El mercado financiero internacional le ha dado la espalda a Argentina. El único organismo que todavía podría otorgar algo de crédito es el FMI, no sin los condicionamientos clásicos que ya conocemos: reforma laboral, reforma previsional y reforma tributaria.

Del agro: Los precios están en sus pisos históricos, 230 dólares la tonelada. De todas maneras, la frontera agrícola sigue en avance y los volúmenes se superan cosecha a cosecha, pero no al ritmo que necesita la economía argentina y dejando consecuencias ambientales por el uso de las fumigaciones.

Del petróleo: el volumen extraído alcanza solo para el consumo interno, por lo cual, no genera dólares extras, sobre todo teniendo en cuenta que la industria está trabajando solo al 60% de la capacidad instalada. Las proyecciones son enormes, pero su desarrollo depende del mantenimiento de los precios en el sector. Si se mantienen las tasas de crecimiento y los precios, recién en 2023 se podría exportar por encima de las necesidades internas.

De los minerales: no hay un volumen que sea significativo, incluso la explotación del litio aquella que llaman el oro blanco. Es de notar que Argentina ocupa, por su geología, un lugar privilegiado para poder pisar fuerte en este nuevo negocio. Se calcula que el 65% de las reservas mundiales,  se ubican en el triángulo geográfico que abarca los salares del norte de Argentina, Chile y del sur de Bolivia. Pero la proyección de esta explotación recién estaría dando sus frutos en el 2024.

Miremos el panorama completo

La esperanza de un rebote en la economía mundial no se avecina. La guerra entre China y EEUU está lejos de terminar o de cerrar una tregua, ya que se juega algo más que solo el déficit comercial de EEUU. En el tablero se juegan varias aristas. Por un lado, la expansión del mercado chino a través del avance tecnológico y la incorporación de tecnología de avanzada (robótica e internet de 5ta generación en los países europeos primero y los periféricos luego). Y por otro lado, el plan chino que viene avanzando con la ruta de la seda:  el objetivo de unir a China con Europa. Está potencia busca colocar su mercancía y unir a través del Pacifico con Suramérica, para lograr obtener rápidamente materia prima. El bloqueo político militar que lleva adelante EEUU viene en retroceso. Los economistas del mundo coinciden que por esta situación se generará una retracción de la economía mundial. Sumado a esto, el Brexit duro de Johnson en Gran Bretaña augura una crisis en la economía del Viejo Mundo. Con este panorama, el rebote de la economía mundial no está a la vuelta de la esquina.

Mientras sigamos sosteniendo el sistema tal cual esta, la necesidad de dólares se hace abrumadora ya que los mismos se vuelven indispensables tanto para poder reactivar la industria y el mercado interno, como para poder hacer frente a los compromisos de deuda. Las medidas económicas acordadas entre Fernández y Macri a cambio de estabilidad social para terminar su mandato, comenzarán a generar una presión fuerte sobre el dólar paralelo (blue) y habrá una tendencia en desarmar los plazos fijos, con lo cual la plaza se inundará de pesos, dos elementos claves para la escalada de la inflación. Más allá de los anuncios de aumento en los salarios de entre 20% y 35% (según el medio), estos se verán rápidamente licuados en una inflación que será imparable. Esta medida servirá como placebo para un pacto social que ya vienen anunciando las burocracias de todos los colores. Yasky propuso congelar los salarios por uno 1 o 2 años y Rodríguez de UPCN pidió “no exigirle un bono de fin de año a Fernández, porque la situación es muy difícil”.

En materia de economía, para los próximos años, es bastante compleja. El avance de las políticas de reforma laboral, tributaria y previsional, así como la profundización del extractivismo, se hacen imprescindibles para el capitalismo argentino. El avance de las mismas dependerá de la resistencia de nuestro pueblo. Reafirmamos que el camino es el no pago de una deuda fraudulenta y la resistencia al pacto social, ambos ejes ineludibles para detener un nuevo avance del capital sobre el trabajo. El pueblo de Ecuador y Chile nos demuestran que la única respuesta sigue siendo estar en las calles, allí es posible patear el tablero para cambiar todo lo que deba ser cambiado.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor, ingresá tu comentario
Por favor, ingresá tu nombre aquí