La más clara conclusión política que dejó la marcha por la “Unidad, la Producción y el Trabajo Argentino” que se desarrolló el pasado 4 de abril, convocada por la CGT, es que el llamado a un paro general es casi un tabú para la burocracia sindical y que son las bases obreras las más interesadas en concretar una medida de fuerza general para derrotar el ajuste de Macri y el FMI.
En su dispersión y desorden, el desarrollo mismo de la movilización fue un claro reflejo del estado actual de fragmentación del movimiento obrero organizado. El binomino cegetista de Daer y Acuña marchó junto a empresarios nacionales, desde Plaza Miserere hasta Avenida de Mayo y 9 de Julio, con peticiones de salvataje empresarial que no coinciden ni expresan los intereses de las y los trabajadores/as afectados por la crisis y el ajuste.
Lejos de pretender acumular fuerzas hacia una medida más enérgica, el objetivo deliberado de la movilización para la CGT Azopardo fue descomprimir malestar y, por el contrario, evitar esa convocatoria de lucha. Está claro que la conducción de la CGT le teme y le preocupa más el desborde de la protesta obrera y popular, que la flexibilización laboral, los despidos y la pérdida de salario.
Por su parte, el moyanismo, SMATA y la Corriente Federal de Trabajadores -parte del Frente Sindical para el Modelo Nacional (FSMN)-, junto a las CTA´s de Yasky y Micheli (integrantes de la Multisectorial 21F), se congregaron en una esquina del Congreso Nacional donde se hizo una inaudible lectura de un documento común. Allí, no hubo acuerdo de lanzar convocatoria de paro ni tampoco siquiera de darle continuidad a la movilización hacia algún otro destino. La desconcentración de las columnas fue igual de confusa que el acto mismo que tuvo lugar y pasó inadvertido para las y los miles de manifestantes de ese sector de sindicatos.
Párrafo aparte merece la intervención de las organizaciones sociales a lo largo de la jornada, que con acciones directas (como la del FOL en la autopista 25 de Mayo) y el acampe masivo frente a Desarrollo Social, propagandizaron masivamente la perspectiva del paro general y forzaron los términos de una negociación que viene muy dura, con el gobierno macrista ofreciendo una miseria de aumento para nuestros/as compañeros/as precarizados y desocupados de las barriadas.

El paro que aún no es

En esta ocasión, las diferencias entre uno y otro sector no se ubicaron en el plano programático sino en las tensiones existentes entre las apuestas político-sindicales de cada agrupamiento, en el marco del proceso interno de reacomodamiento del peronismo.
La pata cegetista de Azopardo se vuelca mayormente por una candidatura presidencial de Lavagna, en tanto el FSMN y sus aliados apuestan por la postulación de la ex presidenta Cristina Kirchner. La posibilidad de una única candidatura podría saldar “por arriba” esa puja, pero en la actualidad esa opción aparece improbable.
Sin ninguna duda, la CGT Azopardo es la responsable fundamental de la tregua cómplice con el macrismo, que ha sido condición de posibilidad para el avance mismo de las medidas de ajuste, y ha recibido como última compensación miles de millones de pesos adeudados de las Obras Sociales. En tanto, el FSMN y aliados, que vienen reclamando discursivamente el paro general para abril -desde un perfil opositor y con mayores niveles de confrontación con el gobierno de Cambiemos-, no se deciden a convocarlo aún, buscando regular el conflicto social hacia octubre, con la mirada puesta en el calendario electoral. Ejemplo de esto fue la política de la Celeste de SUTEBA que militó con fuerza el acuerdo con la gobernadora Vidal, maniobrando burocráticamente los resultados de la consulta para disimular el fuerte rechazo a la propuesta entre las bases docentes.
En resumen, unos no quieren convocar a paro y otros no se deciden a hacerlo. La tarea está en nuestras manos.

Agitar y construir desde las bases el paro general

La magnitud del ajuste y del ataque de las políticas del macrismo contra las trabajadoras y trabajadores es de tal profundidad que obliga a dar respuestas inmediatas a la ofensiva antiobrera de Mauricio Macri. Resulta sumamente irresponsable plantear la postergación de medidas de fuerza, con el argumento de apostar al escenario electoral de octubre como única salida.
Desde Venceremos-Partido de Trabajdorxs planteamos la necesidad urgente de empujar desde las bases de los distintos sindicatos la exigencia de Paro General YA, apuntando a canalizar con esa consigna hacia acciones propias las necesidades más urgentes de los trabajadores y trabajadoras afectados por el ajuste, los despidos y la pulverización del salario.
En este sentido, mantuvimos discrepancias con la intervención del Plenario Sindical Combativo (PSC) en la jornada del 4A, que si bien se hizo visible en la Plaza de Mayo, se desplegó en un horario y recorrido distante de la movilización central, con mayoría de columnas de origen territorial, lo que reduce la capacidad de interpelación a las propias bases e influencia de la izquierda en el movimiento sindical, que es minoritaria. La posición del PTS fue más errática aún, ya que directamente llamó a no movilizar en términos generales, exceptuando su militancia en sindicatos muy puntuales, en un planteo abstencionista alejado de las necesidades del movimiento real de las y los trabajadores/as.
Por esto mismo, reafirmamos que si desde el FSMN finalmente sale la convocatoria a una medida de fuerza antes de que termine abril, como se especula, los sectores democráticos, antiburocráticos y combativos tenemos que ser los principales impulsores de esa acción en nuestros lugares de trabajo y sindicatos, apostando a promover la más amplia movilización en las calles para derrotar el ajuste de Macri y el FMI en el terreno abierto de la lucha de clases.
Sin aislarnos y sin diluirnos, con todo la confianza puesta en la capacidad y la fuerza de la clase trabajadora para conquistar en la lucha sus reivindicaciones e intereses, opuestos a los de los patrones y gobiernos.

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