El pasado 15 de marzo de 2019 un grupo de compañerxs, entre ellxs varios de Venceremos, ingresamos en la casa de Fructuoso Rivera. La historia tiene conciencia y en el mes del aniversario del último Golpe Cívico Militar de Argentina, es posible acceder a esto. Este día se ha vuelto histórico en la conciencia revolucionaria, esta fecha se instala como hito de la integralidad militante que hace a unx revolucionarix; por lo tanto, se asienta en lo más profundo de nuestros corazones. Compañexs de la misma edad que aquellxs que dieron la vida por la revolución socialista, se encontraron en el más profundo y luminoso abrazo.

Frente a semejante obra maestra, ni los militares pudieron destruirla, no tuvieron el coraje ni la valentía, porque como dicen nuestrxs compañerxs en sus pintadas: “Las causas viven” ¡AVOMPLA!

Aquí, las voces del re-encuentro intergeneracional.

1- “Fueron 12 años me decía el Vasco. Fueron doce años de peleas en el juzgado, de apostarle todo porque sabíamos que teníamos todas las de perder, y eso significaba que teníamos que poner 600 mil pesos de nuestros bolsillos si perdíamos este juicio. Pero sabíamos lo que recuperar esa casa iba a significar. Y el Negro Salvadeo, el abogado con el cual llevaron el juicio, también ex militante de los 70, le decía: “si perdemos, de algún lado lo sacamos, pero esta pelea la damos sí o sí”.

Y el día llegó; el viernes 15 de Marzo fuimos un puñado de compañerxs a juntarnos con lxs hijxs de la Gorda y el Negrito, como le decían a Victoria Abdonur y a Héctor Martínez, lxs compañerxs que habitaban la casa.

Entrar en esa casa, estilo antiguo con esos techos altos, aberturas de pinotea, con la clásica disposición tipo chorizo, donde vas accediendo a las habitaciones por la galería del costado hasta llegar a la cocina, fue como retroceder en el tiempo.

Después de visitar cada una de las piezas, César (hijo de Victoria y Héctor) nos contaba dónde jugaban cuando eran niños y que al fondo de la casa estaba la herrería que hacía de fachada. Luego entramos a la cocina, devastada por los antiguos dueños y en un acto casi solemne el Vasco nos indica “…es por acá”.

Al frente de la mesada se encontraba una abertura, típica de las utilizadas para las alacenas, y en el piso de la misma una compuerta camuflada abierta; “es por acá” repetía. Con toda la compañereada nos acercamos para mirar esa verdadera obra de ingeniería. El primero en bajar fue un compañero de nuestro partido. Lo atamos con una soga porque dudábamos de la fortaleza de la escalera.

Primero bajó hacia el primer subsuelo a unos tres metros de profundidad donde se encuentra un descanso de unos 2 metros cuadrados y luego bajó por otra escalera unos cinco metros más, hasta el destino final. Con linterna en mano, gritó desde abajo “esto es impresionante”.

Luego que bajaron algunxs compañerxs pude bajar para atestiguar lo que el compa describía. Una verdadera obra de ingeniería, donde un sistema de poleas empujaba una compuerta de dos metros por uno y medio y el contrapeso, que se utilizaba para bajar y subir tremendo peso, estaba pintado con la bandera del ERP. Como la escalera estaba rota en su último tramo, teníamos que saltar hacia un pequeño depósito y de ahí a la bóveda donde se encontraba la imprenta.

Al primer recorrido lo hicimos para constatar la seguridad del lugar y luego empezamos a admirarlo. La primera sorpresa fue encontrar un grafiti en el revoque deteriorado donde dice “Imprenta del pueblo Cro Roberto Matthews”. Inmediatamente recordé que el Vasco cada vez que mencionaba la imprenta recordaba este grafiti. “Este compañero cayó repartiendo la prensa” me decía. Más allá, una frase de Lenin donde dice: “Hay que preparar hombres que no consagren a la revolución sólo sus tardes libres, sino toda su vida”.

Con lxs compas que estábamos ahí se nos mezclaban las emociones … Ese lugar fue un centro clandestino de tortura a nuestrxs compañerxs, pero también jugó un rol fundamental en la batalla de ideas de aquella época.

Cada paso que dábamos era un pedazo de historia que nos encontrábamos. “Pisa con cuidado ahí”, me decía una compa cuando se dio cuenta que había una placa donde se notaban las letras y el símbolo de “El Combatiente” …¡algunas placas con las que se hacían las prensas del órgano oficial del PRT están ahí!!

Al rato baja César y nos cuenta que él de niño había bajado un par de veces a jugar con lxs compas que estaban haciendo las prensas y nos cuenta “…mi vieja salía todas las mañanas y las tardes a barrer la vereda para chequear el lugar y entre medio se iba a barrio Providencia (un barrio en la otra punta de la ciudad) para comprar los víveres sin levantar sospecha; en ese barrio vivía mi tía que la bancaba. Cuando mis viejos caen nosotros nos vamos a vivir con ella”.

Llega el momento en que baja el Vasco y ni bien baja dice “ahí está la pintada… ¡cuando la vea Alicia (Bello) cómo se va a poner!”. E inmediatamente empieza a contarnos cómo estaban las máquinas, por donde sacaban la prensa “…Qué obrita que se mandaron los compas acá, no?”, me dice orgulloso de semejante estructura. “Nosotros teníamos un equipo de técnicos que idearon esto, pero claramente estuvo la mano de los tupas”.

Después de repasar cada una de las pintadas, subimos. Fui el último en salir y me encontré con un silencio colectivo; estábamos empezando a caer. El Vasco toma la palabra muy emocionado y, dando el ejemplo de la entereza de un revolucionario, dice: “acá estuvo presente el horror, pero también la vida, la poesía, la cultura y sobre todo por lo que luchamos y eso es lo que vamos a rescatar”.

Creo que todxs nos fuimos pensando en lxs compas que habitaron ese lugar; en su entrega, en la moral que transmiten esas pintadas y que este pequeño gran triunfo es un gran empujón para continuar ese hilo rojo que nos lleve definitivamente al Socialismo.

 

Compañerx de Venceremos

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2- La ansiedad de bajar, la seguridad de que había que hacerlo, que nos esperaba algo ahí abajo. Algo que todavía no sé cómo poner en palabras. Muchos metros bajo tierra respiramos, sentimos, tocamos, nos vimos con lxs compañerxs que ahí estuvieron, leímos sus consignas, tan nuestras.
Una especie de vuelta al pasado, una máquina del tiempo que nos llevó a sentir la lucha, la causa en lo más profundo de nosotrxs, tenían nuestra edad pensábamos…

Movilizó mucho, pero eso que movilizar a seguir organizándonos, a leer, a entender un poco más cómo se organizaban, qué decían y qué pensaban. Respiramos el amor revolucionario a la Revolución… La historia creciendo desde abajo, siendo semilla.”

 

Compañerx de Venceremos

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3- “Desde que el Vasco nos contó las últimas noticias sobre el caso de la imprenta, la noticia de que teníamos en nuestras manos las llaves, la incertidumbre y emoción de que llegue el viernes 15 de marzo no eran posible de contener. No sabía qué iba a encontrar allí, fantaseaba con una casa modesta que seguro no contaba con los rastros que había escuchado al Vasco contar cuando hablaba de ella.

Llegó el día, y las horas pasaban lentamente. Agarré linternas y salí. Había llovido todo el día, así que a las cinco y cuarto como no encontré a nadie en la vereda, me animé a mirar por la ranura de la puerta que había visto millones de veces antes, miré a ver qué había dentro y reconocí unos pelos blancos que iban y venían en un largo patio, el Vasco.  Muy despacito abrí la puerta. Subí tres escalones y me sorprendió la luz y las flores amarillas que venían desde el patio. Lo primero que sucedió fue el abrazo con compañerxs. La casa es hermosa, no había visto otra igual. El Vasco me vino a recibir, como si fuera que estuviera en su casa, nos dimos un abrazo y me dijo: “Mirá, esta es la casa” mientras le ponía voz y me explicaba  lo que yo veía. Llegamos a la cocina, y me encontré con las dos entradas que conectan a la imprenta. Aún hoy, no encuentro palabras para describir lo que fue eso. La tranquilidad de ver a compañerxs del partido me calmó. Miramos entre varios hacia abajo mientras las palabras desbordaban las bocas de lxs que habían estado allí. Hicimos fila para bajar, ni lo pensé dos veces, quería ver eso, estaba segura. Esperé hasta que tocó mi turno, después de que Jesús dijo “está todo okey”. Con ayuda del resto, empecé a hundirme en el hueco del tamaño de una baldosa, bastante grande, se ve que en el PRT, había compañerxs de todos los tamaños. En el primer piso que hay, solo escuchaba las voces de mis compañerxs que estaban más abajo, prendí la linterna que tenía en la cabeza y me topé con un hueco inmenso que tiene pintada a mano la bandera inmensa del ERP. Me quedé mirándola dura… Seguí bajando, agarrada a una escalerita de hierro, hasta que pisé el primer subsuelo, vi basura y entre ella pedazos de diarios que fácil se distinguen en negrita las palabras PRT y Socialismo, una lata de tinta que pensamos es de la época, placas de la imprenta donde se puede ver el trabajo dedicado de lxs compañerxs, la letra impregnada en esa especie de vinilo lista para el papel. Bajé hacia donde estaba el resto, ahí los ojos no me daban más, a mi izquierda, a mi derecha, pintadas de lxs compañerxs. Pisando barro y mientras escuchaba a Walter contar de los dibujos que hacía ahí abajo y que no podía subir, caminé por algo así como un galpón subterráneo y quedé perpleja.  Vi sus manos en las paredes, pintadas con tinta roja, conocí su letra, en las consignas pintadas, aquellas que seguro eligieron a conciencia para embellecer un lugar que podría ser horrible y sin embargo, no lo es. Conocí sus símbolos, su existencia, es algo así como reafirmar que allí y aquí, en cualquier lugar, la revolución es posible y necesaria, infinita. Conocí sus nombres y la forma en la que se vuelven hermanos de la vida. Allí dentro se siente al Socialismo como la única vía para ser profundamente humanxs. Allí reafirmamos que el olvido no es posible, porque la misma historia hace que no lo sea.

El viernes pasado un grupo de compañerxs abrimos las puertas de un lugar que lleva consigo la vida y la muerte. Pero sobre todo la vida, porque allí es eso lo que más hay. Esa casa significa la posibilidad de conocer en carne propia a nuestrxs compañerxs revolucionarixs que caracterizan al hilo rojo de la historia y de nuestras luchas. Es la posibilidad de conocer el humanismo revolucionario de quienes dieron su vida por la política del pueblo y para el pueblo; es y será siempre abrazar el amor que lxs compañerxs del Partido Revolucionario de los Trabajadores hicieron y hacen a su ser militante, capaces de llegar a acariciar las injusticias de nuestro pueblo para volverlas banderas de lucha. Estar allí, es sentir ese amor por la vida, la convicción de defenderla, de jamás resignarla ni entregarla, allí se comprende lo que significa dejar de lado las miserias individuales para fundirse en un proyecto político de una organización, allí entendés qué es estar organizado y lo hermoso que hace al ser humano.  De aquí en adelante, cada uno de los días en los que cualquier persona ingrese en la casa de Fructuoso Rivera, quedará guardado en la memoria propia y en la de nuestro pueblo, será un antes y un después, ya que significa conocer lo hermoso de defender la vida. Cada una de las personas que desee ingresar se llevará consigo la responsabilidad y el deseo de pelear por los sueños de construir un mundo justo sin horror, miseria, muerte y explotación.

Aquelles que pretenden ser revolucionarios pisarán las baldosas coloridas que caracterizan la casa, sabiendo que no están solxs, que allí lxs abraza el color rojo que corre por las venas de los proyectos revolucionarios, ese color que tiñe los proyectos políticos y a las organizaciones que los llevan adelante, que ahuyenta la muerte, la alejan definitivamente para entregarse de lleno a la vida.”

 

Compañerx de Venceremos

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4- “El pasado.

Que muerde.

Que aparece.

Resucita.

Se olfatea. Lo pude tocar. Lo pude ver.

Vi el pasado y abracé sus hijos, en un saludo tierno y feliz.

Sentí la humedad del paso del tiempo, empapada bajo la tierra. Me costó bajar, respiré como nunca y me temblaba la voz.

Ver el pasado así, tan presente, tan consagrado a ser descubierto.

Te cambia la mirada, desde ya.

La imprenta.

La gráfica, las palabras, el relato, el titular, la descripción, el mensaje, impacto, voces, coraje, claridad, atención, poder popular, revolucionario.

La vida.

Las ideas, siendo escritas, bajo tierra, en la oscuridad y el silencio de una época. Convidadas, repartidas, entregadas, distribuidas, en las calles. En todas las calles.

Con claridad. Palabras de mucha claridad. Sin misterio, y con firmeza, la compañerada de los 60/70 decía lo que hacía y por qué lo hacía. Nunca perdonaron eso. Es intolerable pa los señores.

Las ideas. El lugar, las paredes, las inscripciones, los ladrillos, los recuerdos, la vida.

Fueron rescatadas.

Fue rescatada la vida que allí vivió, ese aire de libertad y ansias que se respiró. El coraje, el profundo y esperanzador coraje del que sabe qué tiene que hacer.

Fue rescatada la alegría de vivir en comunidad, en una vida en real comunidad y solidaridad.

Fue rescatado el cuidado, la entrega, la sabiduría, la seriedad, la confianza, el coraje, la coherencia.

La satisfacción, de estar haciendo la revolución.

Y ahora, puede ser que el pasado se siente distinto: hay fotos de ayer, podés encontrar hasta vídeos, canciones, libros.

Pero este pasado no es tan lejos, no están solo ahí, enfrascados en un reflejo. Hay quienes sobrevivieron, y hoy están al lado nuestro.

Nos hablan pasado.

Lo cuentan en la piel, ojos, pelos, joroba, cansancio.

Muerde, aparece, resucita.

Los ideales están vivos, y cada vez en más cuerpos.”

Militante antirrepresiva

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5- “Pude controlar la ansiedad todo el tiempo desde que me enteré de la lucha por la recuperación de la imprenta, hasta que llegamos a la mismísima puerta con mi compañero de militancia partidaria y de muchas otras luchas: el Vasco.  Yo no sabía a quiénes más había avisado para ir ese día, sí sabía que iban algunxs otrxs compas del partido y alguna gente más. A lo lejos vi que llegaba mi compañera Anto, me quedé a esperar que llegue, le abrazo y entramos. Al entrar el Vasco empieza a indicarnos quiénes vivieron en las distintas piezas y más o menos las dimensiones de la imprenta y cómo la habían construido.

Cuando tenía ya medio cuerpo adentro del hueco por donde está la escalera me ve el Vasco y dice que no baje, que era inseguro, que César y Walter ya traían una soga. Ahí me entero que César y Walter eran hijos de una de las familias que vivieron ahí. Le hicimos caso al Vasco y salgo de la escalera, le decimos con Fede que está bien firme y segura la escalera, que está todo bien, igual no nos dejó bajar hasta llegar la soga. Debo reconocer que me daban muchas ganas de bajar, más nervioso me puse pero al salir hacia la galería y ver que estaban más compañeras del Partido Sofi y Valen, me puso muy feliz y me sentí más seguro de que íbamos a bajar ya me parecía que nuestrxs compas nos llamaban a nosotrxs desde abajo. Lo de sentirme más seguro con la llegada de las compas y ser más tiene que ver con que nos conocemos, la tenacidad que tenemos como militantes de Venceremos no nos dejamos avasallar por nadie. Al rato, llega Victoria Silof Abogada independiente con su pareja.  Al llegar Walter y César los hijos de la casa con la soga mientras se saludaban, con Fede y nuestras compas nos fuimos acercando al hueco de la escalera. Manoteamos la soga y me la até a la cintura, César me presta su linterna y Fede me agarra la soga y empiezo a baja, no podía creer semejante privilegio al ser el primero en bajar y hacer pie en el primer nivel. Me sentí mucho más tranquilo, rápidamente empecé a ver cómo bajar al siguiente nivel, veo otra escalera de hierro amurada a la pared y empiezo a bajar hasta llegar al nivel 2, veo un bulto como de bolsas y papel en una pieza chica tipo baño y al no verme lxs compás de arriba me gritaban si estaba todo bien, a lo cual respondo que sí, me detengo un instante ahí y empecé a caer en la cuenta de que ya estábamos con nuestrxs compañerxs del PRT ERP. Miro hacia el hueco del montacargas y veo la estrella roja y la bandera del PRT ERP pintada en el balancín que subía y bajaba el montacargas. Doy un salto pequeño para cruzar el hueco del montacargas hacia la entrada de la imprenta. Al llegar ahí grito a lxs compás de arriba que voy a sacar la soga, ¡ya era libre! Miro hacia la escalera del segundo nivel y veo que bajaba mi compañera Anto, llega hasta donde estoy y luego baja uno de los hijos, Walter y luego mi compañera Vale y luego Sofi y luego el Fede, sin palabras ya me sentía más feliz porque ellxs estuvieran ahí y no porque yo estaba, eso fue un instante que se refleja en una foto que les saco a mis compas de Venceremos, al recorrer la sala donde habían estado las máquinas. Empecé a imaginarme a nuestros compañerxs trabajando, conversando entre ellxs felices de que estemos ahí con ellxs, en ningún momento sentí angustia, empecé a imaginarme el ruido de las máquinas porque alguna vez yo cuando empecé a militar visitaba a unos compañeros de una imprenta partidaria y conozco ruido de imprenta. En un momento le pregunto a Walter si él había estado ahí y nos dice “estuve acá abajo jugando mientras trabajaban lxs compas cuando tenía 7 años”, no pregunté más nada. Cuando empezamos a subir cruzo nuevamente la pieza tipo baño me acerco a los bultos de nylon y papel y veo bien que eran tipo placa radiográficas finitas que se podían ver letras ahí me entra otra preocupación, que es cómo proteger todo el material de la época entonces le digo a Fede lo que hay ahí y que no lo deje tocar. Al llegar arriba escucho que bajaría el Nico a sacar fotos con su cámara, entonces le advierto a Fede. Nico nos advierte que él necesita un tiempo largo abajo para sus fotos, esperamos un rato largo.

Arriba creo que todxs empezamos a sentirnos más conmovidxs, nos encontramos en un abrazo profundo. El último turno en bajar fue de nuestro glorioso compañero Vasco. Creí que le iba a ser muy difícil por su contextura física, su edad y su peso, pero no fue así, lo ayudamos y bajó. Al estar con sus compañerxs, y al subir se lo veía muy feliz y nuevamente nos conmovimos junto al Vasco. Desde ahí nos fuimos rápidamente con Vasco a nuestro local, a seguir militando, teníamos una reunión de Poder Popular.

 

Compañerx de Venceremos

 

 

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