
A vencer diciembre//Formación
Lxs trabajadorxs tenemos historia, aunque como sabemos y decía Walsh, los dueños de todo pretenden que no la reconozcamos ni nos identifiquemos con ella. Para intentar contrarrestar esas corrientes, recuperando la dimensión concatenada de nuestra historia en tanto clase trabajadora y con una perspectiva emancipadora como sólo el marxismo revolucionario puede aportar, queremos en este número de fin de año y balance de luchas actuales traer también a colación algunos acontecimientos de los que se han cumplido 50 años en este 2018, relacionándolos con el hoy y extrayendo conclusiones que nos sirvan en la actualidad.
En 1968 el mundo se encontraba convulsionado. Desde la posguerra y en el marco de la guerra Fría se multiplicaron las luchas de liberación de diversos pueblos del mundo. La revolución cubana daba nuevo impulso a las luchas campesinas, obreras y populares en América Latina, mientras en Asia y África se alzaban los pueblos por su independencia y emancipación social, brotando muchas organizaciones y movimientos que impulsan revoluciones socialistas. En Europa, obreros y estudiantes combatían mancomunadamente para construir lo imposible mientras en el corazón del imperio norteamericano la comunidad negra se levantaba por sus derechos demostrando al mundo la fuerza del “black power”. También allí, el movimiento feminista va a dar las primeras grandes batallas colectivas y se desarrollaron las crecientes protestas contra la guerra de Vietnam, especialmente de estudiantes y trabajadorxs de todo el planeta que ven en esa guerra el reflejo de la prepotencia, la injusticia, la crueldad y la opresión por parte de una superpotencia (Estados Unidos, que viene de arrojar no una sino dos bombas atómicas en la segunda guerra mundial para dejar en claro su supremacía) contra una nación campesina y pobre (Vietnam, del oriente asiático, que acaba de liberarse de su pasado colonial).
En esta etapa de revolución social y de auge de la lucha de clases, se dieron grandes disputas en las que los pueblos del mundo se plantearon la construcción de otra sociedad, y demostraron que era posible, que podemos vencer aún contra las fuerzas más poderosas.
Vietnam. La ofensiva del Tet
En la madrugada del 31 de enero de 1968, 80.000 guerrillerxs del Vietcong y soldadxs del EVN, realizan una ofensiva sobre más de cien ciudades del sur entre las que se encontraba Saigón, y llegan incluso a tomar la embajada de Estados Unidos. Se trató de una campaña de alto alcance, militarmente arriesgada, que contó con la sorpresa “cómplice” de las fuerzas norteamericanas que no esperaban una operación de tal magnitud.
El poderío militar de EE.UU. y su guerra de desgaste (léase masacre sobre poblaciones civiles) no habían logrado quebrar la voluntad combativa de Vietnam del Norte. Por el contrario, la ofensiva del Tet infligió a los Estados Unidos una derrota psicológica y moral. En territorio norteamericano esto se tradujo en un mayor nivel de oposición de la sociedad a la guerra.
La ofensiva del Tet marcó un antes y un después en la historia bélica de Estados Unidos pues se considera determinante en lo que sería su primera gran derrota militar, y obligó a la Casa Blanca a encaminarse hacia unas progresivas negociaciones de paz que culminaron en los acuerdos de París de 1973 y la final retirada de las tropas yanquis. El pueblo vietnamita pagó muy cara su independencia, sufriendo todo tipo de vejaciones y con la entrega de mucha sangre, pero resistiendo y combatiendo como sólo un pueblo con mucho amor a su libertad y mucho odio a su opresor puede hacerlo, reivindicando a su vez que la violencia organizada no es sólo atribución de los opresores sino también un método válido para los oprimidos.
La imaginación al poder
En mayo, en Francia, las protestas contra la guerra de Argelia (en la que Francia interviene como ejército opresor) van provocando un reconocimiento de la experiencia de organización y toma de conciencia a los movimientos estudiantiles y juveniles sobre su propia capacidad de movilización. Tras la independencia de aquél país africano, las protestas contra la guerra de Vietnam y las nuevas corrientes disidentes del comunismo oficial van radicalizando a una juventud francesa que, como ocurrió en otros países, se manifiesta contra el racismo, el imperialismo, el autoritarismo y la sociedad burguesa en general. También hacia dentro de la izquierda se pone en cuestión el modelo soviético stalinista.
En el ámbito universitario, la exigencia de mayores y mejores condiciones de estudio generan un movimiento que, tras el inicio de una toma y la represión del gobierno, lxs estudiantes se vuelquen a la calle con mayor intensidad. El 3 de mayo se toma La Sorbona. Una semana después se levantan barricadas en el barrio latino. La respuesta del gobierno es nuevamente la represión. El día 13, lxs trabajadorxs franceses se convocan a huelga general en apoyo a lxs estudiantes. Cerca de un millón de personas se echan a la calle. Al día siguiente, lxs trabajadores de la Sud-Aviation, en Nantes, se apoderan de la fábrica y mantienen secuestrado al gerente. A partir de allí se suceden ocupaciones en industrias, talleres y empresas por parte de lxs obrerxs, que en muchos casos alzan banderas rojas. La ola llega a la mayor fábrica de Francia, la Renault de Billancourt. Las reivindicaciones exigen inicialmente aumento de salarios y disminución de horas de trabajo; los comités de huelga fraternizan con técnicos, estudiantes y vecinos de la zona. Las asambleas son constantes y en los debates va subiendo el tono y el nivel de las reivindicaciones. Para el 20 de mayo se contabilizan diez millones de huelguistas, las dos terceras partes de los trabajadores franceses. Con ello se consuma la pérdida del control del país por parte del gobierno y éste de ve obligado a firmar los “acuerdos de Grenelle” que establecieron un aumento salarial, la reducción de la jornada de trabajo y otras concesiones. No obstante, lxs obrerxs de la fábrica Renault y Citroën rechazan el acuerdo. Charles de Gaulle disuelve entonces el parlamento y adelanta las elecciones legislativas.
La represión policial continúa. En junio, asesinan a un joven estudiante que apoyaba la causa obrera, mientras que en Peugeot también matan a un joven obrero. La Sorbona es desalojada. El movimiento comienza su etapa de reflujo pero las huelgas se prolongan hasta mayo de 1969.
El Mayo Francés constituye un hito para las generaciones contemporáneas, con ecos en todo el planeta que refuerzan y vinculan a su vez a movimientos estudiantiles, sindicales, independentistas, sociales, civiles, guerrilleros, revolucionarios… Lo uno ya no está tan separado de lo otro. Los puentes se tienden y se intercambian aportes y miradas, potenciándose mutuamente.
Un ejemplo de ello será el Cordobazo del ´69, donde obreros, estudiantes y militantes revolucionarios se amalgaman en la disputa contra la dictadura.
En defensa del comunismo
Luego de la caída de la URSS, se multiplicaron las versiones sobre el fin de la historia que pretendieron borrar del horizonte la perspectiva de construcción del socialismo. Hablaban y hablan del fracaso y agotamiento del comunismo para plantear como única posibilidad la existencia del capitalismo, más o menos “humano”.
A contramano de esas corrientes, nos reivindicamos parte de esa enorme corriente obrera, campesina, indígena, feminista y popular que lucha desde hace décadas por su emancipación social.
No nos encontrarán echando al traste de la historia a “derechas e izquierdas” como si todo fuera lo mismo, como si nada sirviera. Es ese precisamente un pensamiento de derecha y de contención, que nos deja a merced del capitalismo, a la sola espera de su voluntad en el supuesto reparto de sus “bondades”.
De allí que entendamos indispensable recuperar nuestras experiencias de lucha, y fundamentalmente de nuestras victorias, sabiendo que nuestras peleas de hoy son parte de ese enorme movimiento de lucha por la emancipación de la humanidad que tendrán continuidad en el futuro. Recuperar esa perspectiva histórica nos pertrecha para desplegar nuestras luchas actuales por un futuro socialista.