El movimiento popular se encuentra atravesado por el necesario debate sobre cuál es la mejor manera de darle pelea al macrismo y construir una alternativa para superarlo.

En ese contexto, recientemente se postuló el Frente Patria Grande integrado por diversas organizaciones de la izquierda popular y encabezado por el dirigente del MTE, Juan Grabois, una persona fuertemente vinculado a la Iglesia Católica y al Papa Francisco. Este armado nace con el planteo de impulsar una candidatura de CFK en un «Frente Patriótico» para echar en las elecciones del año que viene a Cambiemos. Sin embargo, la polémica no tardó en surgir debido a que Grabois rechaza el derecho al aborto legal, seguro y gratuito y este punto fue apartado de la plataforma del nuevo frente, a pesar de que varias de estas fuerzas y su militancia luchan por este derecho.

Los argumentos para justificar este retroceso en la agenda de lucha del movimiento de mujeres y disidencias fue la necesidad de la amplitud para derrotar al neoliberalismo, siendo ésta la «contradicción principal» a tener como eje ordenador y luego, en todo caso, dar los debates hacia adentro. Pero los rearmados políticos en el Senado a partir del tratamiento del presupuesto han dejado un panorama más claro de hacia donde lleva, al final del camino, este marco de alianzas.

Prácticamente la totalidad de los medios de comunicación reflejaron la ruptura del bloque del PJ Federal conducido por Pichetto. El senador y ex gobernador de Tucumán, José Alperovich, anunció que formará un interbloque con Unidad Ciudadana. Pero esto poco tiene que ver con el presupuesto que, sin duda, Alperovich hubiera aprobado gustoso. El problema es que su delfín y actual mandatario en la Provincia, Juan Manzur, se abrió y tiene juego propio, por lo que para competir por la gobernación deberá ir con Unidad Ciudadana. No hay que olvidar, que también en estas semanas, los legisladores anti derechos en esta provincia buscaron prohibir inclusive el aborto no punible.

Alperovich fue 3 veces gobernador de Tucumán desde 2003 hasta los 2015, bajo su manto se cobijó el clan de la Chancha Alé, una poderosa banda mafiosa ligada a la trata y explotación sexual de mujeres. Fue acusado también del encubrimiento en el crimen de Paulina Lebbos y en la desaparición de Marita Verón. Ya en el Senado, por supuesto, votó en contra del aborto legal.

Nos preguntamos, ¿en Tucumán deberíamos apoyar a un personaje así en nombre de la lucha contra el neoliberalismo? La orientación de realizar alianzas dejando de lado las banderas del movimiento popular y abandonando la independencia política terminan siempre en el mismo callejón sin salida. Y esto recién comienza, es legitimo preguntarse si este es el nivel de concesiones con el que se comienza donde termina: ¿un frente político con Solá, responsable del asesinato de Maxi y Darío?¿Con estas figuras podemos constituir una fuerza popular emancipadora que se plante contra el FMI? Ya ni el «volveremos sin los corruptos» queda.

Incluso, el planteo de Grabois y compañía va a contramano de las conclusiones políticas que arrojan los resultados electorales que catapultaron a Trump o Bolsonaro a las presidencias de sus respectivos países. Estos “outsiders” derechistas desplazaron a las opciones tradicionales radicalizando sus discursos xenófobos, machistas y de mano dura al tiempo que sus oposiciones “racionales” o progresistas corrieron al centro y moderaron sus propuestas en pos de ganar al electorado de centro. Esas tácticas fracasaron rotundamente. De lo que se trata en todo caso no es de concederle demandas a los sectores más reaccionarios, sino de poner ante la mesa que ante la crisis actual la única salida la puede aportar un proyecto político realmente emancipatorio.

Hay que construir otra alternativa, independiente y desde abajo, que no le de la espalda a la enorme ola verde que este año salió a luchar por sus derechos. El aborto legal no se negocia. Y mientras peleamos en unidad en las calles contra cada medida del plan de saqueo de Macri y el FMI (avalado por el PJ), pongamos nuestras manos y fuerzas para poner en pie una salida del pueblo trabajador con un programa de emergencia frente a la crisis. Un programa así no puede partir de otra cosa que no sea la ruptura con el FMI y el contundente no pago de la deuda externa, para frenar el saqueo y reorganizar el país sobre los intereses de las mayorías populares.

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