
El pueblo argentino vive momentos decisivos. El deterioro de la situación económica de las mayorías trabajadoras está a punto de ser consagrado en una ley de Presupuesto elaborada por el FMI y sus voceros locales del gobierno off-shore. La subordinación al imperialismo cada día encuentra una forma más de genuflexión. Nuestra dignidad y nuestro futuro demandan no demorar la lucha contra Macri y el FMI.
Todavía no se ha cumplido un año del triunfo electoral de la Alianza Cambiemos en los comicios de mitad de mandato. Los cambios en el escenario económico, político y social son de tal envergadura que ese hecho parece haber quedado sepultado en la historia. Desde la corrida cambiaria de abril, el tiempo se ha acelerado y el gobierno radicaliza la aplicación de su programa de ajuste y entrega.
Enamorarse del FMI
La gira de Macri por los EEUU sintetiza toda esta política que, sin ser nueva ya que es parte del ADN del gobierno de CEOs, ahora ni siquiera repara en guardar algunas formas. Al recibir el premio “Global Citizen 2018” del Atlantic Council -un think tank del imperialismo yanqui fundado en 1961 para fortalecer la OTAN y los intereses capitalistas en la Guerra Fría- Macri agradeció a la “comunidad internacional” y en especial al pueblo estadounidense el apoyo otorgado a la Argentina para evitar “convertirse en Venezuela”. En su típico tono de empresario canchero y distendido, habló de la relación de enamoramiento que había comenzado hace unos meses con la titular del FMI y expresó su expectativa de que todo el pueblo argentino se enamorara de Christine. Destacó la importancia de que el país sea sede del G20 e invitó a los presentes a visitar Buenos Aires para la cumbre de presidentes que tendrá lugar entre el 30 de noviembre y el 1 de diciembre.
En inglés y ante un auditorio de inversores y especuladores globales anunció que estaba listo para competir por su reelección en 2019. Y como coda de este baile de entrega, terminó la gira cuando el FMI le dio el visto bueno al nuevo acuerdo que había ido a suplicar. El acuerdo contempla 57.100 millones de dólares con un adelantamiento de los desembolsos previstos para los años 2020 y 2021 para el año próximo; el aumento respecto de lo firmado en junio es solamente de 7.100 millones, cifra lejana al refuerzo que los mercados esperaban y que no despeja las dudas sobre un default.
Please to meet you
Una de las condiciones impuestas por el FMI apunta a determinar de forma mucho más directa la política monetaria. La salida de Caputo de la presidencia del BCRA obedeció a la negativa del Fondo de seguir permitiendo que la entidad regule con sus ventas de divisas el precio del dólar. Guido Sandleris, colega de Dujovne en la Universidad Di Tella, un tecnócrata global con títulos y cargos varios en universidades extranjeras y en organismos multilaterales y que, para no desentonar con todo el equipo tiene sus cuentas también en el exterior, asumió como nuevo presidente. Inmediatamente informó que seguirá lo dispuesto por el FMI, es decir, la reducción cercana a cero de la intervención del BCRA en la fijación del tipo de cambio y el pasaje de las metas inflacionarias a una política de restricción de la base monetaria. Es decir, continuar con el encarecimiento del crédito (la tasa de interés ya supera el 60%) y reducir en forma drástica la cantidad de circulante para potenciar la recesión y el desplome del consumo popular.
El primero de los ejes implica que el central sólo saldrá a comprar o a vender dólares en el mercado en caso de que la paridad baje de $34 (algo que ni el más fantasioso analista considera posible) o suba de $44. Además, ese piso y techo se irá actualizando en forma mensual por lo cual, en una remake de la tablita de Martínez de Hoz, ya anunciaron que en diciembre la “autoridad” monetaria dejará que el dólar trepe a más de $48. En caso de intervenir, sólo venderá 150 millones de dólares por día, lo que difícilmente alcance para frenar una estampida.
Mientras tanto, la prensa del capital financiero internacional como Financial Times y Forbes comenzó a encender las alarmas sobre el futuro del plan argentino, avizorando un default en el horizonte. Una mayor devaluación del peso, con los intereses de la deuda mayoritariamente en moneda extranjera, terminará de llevar por arriba del 100% del PBI el peso de la deuda. No es casual por ese motivo que, en el proyecto del Presupuesto, el macrismo contemple habilitar una reestructuración de los pagos de la deuda a intereses todavía más usurarios sin necesidad de pasar por el Parlamento.
“Los costos para el país”
El 25 de septiembre, luego de una intensa jornada previa, los y las trabajadoras paramos el país. Sin dudas, fue la huelga general más contundente de la era Macri y demostró que la clase trabajadora está de pie (ver pág. 7). Como siempre, los voceros del gobierno y del poder salieron a denunciar la pérdida económica provocada “al país”. Una lectora de La Nación aventuró la cifra de 900 millones de dólares. Sin embargo, ¿qué medio oficial condena los 23 mil millones de dólares que se fugaron hasta ahora? ¿Dónde se calcula el costo que va a tener en las posibilidades de vida de millones la política del FMI y su virrey? Pero además, si fuera cierta la cifra de 900 millones, responde al valor que producimos como clase trabajadora. No pueden decir lo mismo los especuladores.
Los costos de verdad los estamos padeciendo los y las trabajadoras y, de avanzar el gobierno con el camino establecido en el Presupuesto y en los acuerdos con el FMI, estos costos se acrecentarán en forma exponencial. Como siempre, los sectores más vulnerables de nuestro pueblo seremos los más afectados. A contramano de la historia, luego de condenar a miles de mujeres y personas con capacidad de gestar a la clandestinidad y a los negocios privados del aborto, el Presupuesto destina a diversas áreas vinculadas a las mujeres el 0,13% del total. Unos 5,500 millones de pesos. En un país donde la mitad de la infancia es pobre, salud y educación ven recortados también sus presupuestos. Mientras, la partida para pagar deuda trepa al 15% absorbiendo el 54% de lo que gobierno recorta.
El verdadero costo de este juego de especulación y entrega es que millones hagan menos de dos comidas diarias, que dependan de comedores comunitarios o escolares y que en las zonas más alejadas el alimento cotidiano sea solamente el mate. El contraste con los empresarios off shore, con los estancieros exportadores, con los burócratas formados en el extranjero para ahogar al pueblo no podría ser más agudo. No es cierto que “todos” tenemos que hacer un esfuerzo: los enormes negociados y las grandes fortunas se amasan sobre el hambre de las mayorías.
Frenar el Presupuesto, derrotar a Macri y al FMI
En diciembre de 2017 las dos jornadas frente al Congreso demostraron la potencialidad de la unidad de acción entre distintas corrientes, organizaciones e incluso diferentes perspectivas estratégicas. El 14 y el 18 reavivaron el “fantasma” de 2001 al mostrar que el pueblo no está dispuesto a dejarse arrebatar el futuro. Las jornadas de paro y movilización del 24 y 25 de septiembre volvieron a mostrar las diferencias de perspectivas, pero también la fuerza que tienen los golpes que dan de conjunto amplios sectores del pueblo.
Debemos frenar la ofensiva en curso. La calle es el lugar definitorio. La unidad de acción manteniendo la independencia política es la forma. La lucha, el método. Ahora es cuando: la discusión de la ley del Presupuesto será una nueva cita de honor. La gobernabilidad y la defensa de las instituciones que esgrimen varios peronistas “racionales”, la idea de “honrar las obligaciones contraídas” con los usureros de siempre son adelantos de que una parte de la “oposición” patronal planea avalar el ajuste y la miseria para las mayorías. Sin embargo, también se van expresando dudas que, por conveniencia y no por convicción, pueden llegar a quebrar el bloque legislativo que avaló las políticas macristas hasta aquí.
Cuando se trate el Presupuesto, protagonicemos una masiva movilización decidida a impedir este nuevo atropello, cuyas consecuencias se prolongarán más allá de nuestra generación y más allá de nuestras fronteras. Necesitamos un plan de lucha que dé continuidad a las medidas, que unifique las luchas parciales y que ponga sobre la agenda que los y las ofendidas y humillados de este país podemos resolver la emergencia económica. Para ello ante todo debemos repudiar al FMI, NO pagar la deuda, imponer contribuciones a quienes amasan millones, pero además potenciar el protagonismo popular y defender una praxis política en la que el enriquecimiento individual o de fracción en negocios más o menos turbios no tengan lugar. Debemos enfrentar la emergencia como condición para resolver los grandes males del país, para construir un país sin hambre ni explotación.