De la lucha por aborto legal a la rebelión educativa
*Por Suyai Lutz y Ayelén Césare.
Sin lugar a duda, como juventud hemos sido protagonista en el último tiempo en la lucha contra el macrismo. Vale recordar el componente juvenil que en las jornadas del 14 y 18 de diciembre en la lucha contra la reforma previsional abrió una herida al gobierno que aun no pudo cerrar. Pero este año el salto cualitativo fue exponencial. Comenzamos copando las plazas de todo el país en cada martes verde, fuimos un millón el 13J y rebalsamos ese número el 8A. Si bien los dinosaurios del congreso obturaron la ley por el derecho a decidir condenando a miles de mujeres y personas gestantes a la muerte clandestina, estamos seguras de que el aborto será ley y lo conquistaremos en las calles presionando cada vez más en cada resquicio de la sociedad. Dos conclusiones principales de la marea verde son de vital importancia resaltar para analizar lo que hoy estamos viviendo en esta rebelión educativa. Primero, el carácter federal de la lucha y segundo la impronta feminista, antipatriarcal y anticlerical que asumen varios sectores del movimiento.
Al igual que en la lucha por el aborto legal, decenas de ciudades y localidad que desde algunas ópticas prejuiciosamente se las creen conservadoras y tradicionales, en las cuales “no pasa nada”, han sido vanguardia- incluso por encima de CABA- en las tomas de las universidades en apoyo al paro docente y sumando sus propias reivindicaciones. Un punto a resaltar es la experiencia de lucha y organización vivida en muchas universidades del conurbano, como la UNQUI y la UNAJ, que han llevado adelante acciones directas contundentes por primera vez, inaugurando una historia de la lucha para la comunidad educativa de los diferentes establecimientos. Les pibes tomaron rectorados, facultades, consejos escolares y realizaron cientos de clases públicas, abrazos multitudinarios a las universidades y hasta cortes de ruta. Fue así que alcanzamos decenas de tomas a lo largo y ancho del país mostrando el carácter federal de la lucha que aunó a docentes y estudiantes de diferentes niveles educativos, quienes apuntamos a un enemigo claro: el ajuste de Macri y el FMI, que hoy se expresa en la reducción de $4000 millones del presupuesto universitario.
Quienes llenamos de pañuelos verdes las plazas y nos bancamos la persecución de los sectores pro aborto clandestino, hoy somos protagonistas de la lucha en defensa de la educación en muchos establecimientos educativos. Fue así que a diferencia de otros procesos de lucha, éste se caracteriza por la creciente adopción de una impronta feminista, antipatriarcal y anticlerical en sus diferentes formas. Muestras de esto están a la vista: les estudiantes de la Universidad Nacional de Luján, de la Facultad de Derecho de la UNC, de la Universidad de La Pampa, de Medicina de la UBA, y la UNCuyo, retiraron imágenes religiosas y bustos de vírgenes, levantando activamente la consigna de exigir una educación laica, porque Iglesia y Estado son asuntos separados; a su vez, quienes ya dijimos que no nos callamos más hemos generado criterios de autocuidado feminista en nuestras tomas; por último, las tomas se han llenado de contenido y la línea feminista ha ganado terreno a partir de numerosos talleres de ESI, debates sobre aborto legal, y el rol del movimiento de mujeres y disidencias en la lucha contra el gobierno de Cambiemos.
Al momento la rebelión educativa no se ha cerrado y por ende sigue abierta la posibilidad de que el movimiento estudiantil sea punta de lanza para aunar el conjunto de las luchas que pueden derrotar el plan de ajuste de Macri y el FMI. No vamos a retroceder ni un solo paso, porque defendemos la educación pública como un derecho básico de nuestro pueblo y nos oponemos a las privadas que nos dieron a los Macris; reivindicamos su condición gratuita contra el arancelamiento, aunque luchamos día a día por un mayor acceso y permanencia; exigimos su carácter laico para que ningún cura se meta en nuestras aulas y planes de estudios; y levantamos su producción científica, y que el conocimiento este orientado a aportar a los intereses populares, y no a las grandes empresas que nos quieren serviles a sus necesidades. No hay más que esperar, el tiempo es ahora, retomando con más fuerza las palabras del histórico Manifiesto Liminar de 1918: “si en nombre del orden se nos quiere seguir burlando y embruteciendo, proclamamos bien alto el derecho sagrado a la insurrección, la única puerta que nos queda abierta a la esperanza es el destino heroico de la juventud.”

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