La coyuntura política y económica nacional, es sabido, no permite dormirse en los laureles a nadie, como reza el dicho popular. Bien lo sabe ahora el gobierno que, semana tras semana, debe ir sorteando los capítulos de una crisis que no puede cerrar y que ya erosiona la precaria estabilidad monetaria alcanzada el último mes.
El gobierno de Cambiemos atraviesa una etapa de debilidad y carece de la iniciativa para avanzar en sus reformas. Por ahora se limita a una estrategia de contención con la aspiración de poder avanzar hasta donde puedan en su ajuste contra el pueblo. Lo confiesa Marcos Peña en su última entrevista con Clarín de forma explicita: «El objetivo es evitar una gran crisis económica mientras avanzamos en las reformas que necesita el país».
 El acuerdo con el FMI, en ese sentido, puede leerse en forma contradictoria: significó un golpe público para el gobierno de Cambiemos que se presentaba con la fortaleza suficiente para capitanear el proceso económico, pero, a su vez, le brindaría el respaldo para tener solvencia frente a los inversores que manifestaban sus dudas en un momento de aumento de las tasas de la FED norteamericana. Un dato para nada menor, es que a partir de este lunes 13 el gobierno tendrá que rendir cuentas a la primer misión del fondo, siendo fundamental para que los desembolsos continúen sin problemas. Si bien los números del balance fiscal primario, de la mano con el ajustazo que se viene desplegando, están acorde a lo que Lagarde y compañía piden, no ocurre con lo mismo que la inflación, ya dos puntos y medio por encima de los parámetros estipulados. De llegar a cinco este «desfasaje» , ya no será un problema a resolver por los funcionarios asignados al caso argentino sino por el mismísimo directorio del fondo. Así de clara, es la dependencia al organismo internacional que tienen las políticas de Cambiemos de aquí en adelante.
En ese cuadro se develó la trama de aportistas truchos con la que se financió la alianza oficialista en las elecciones legislativas de 2017 en Provincia de Buenos Aires. Este escándalo, que involucraba el robo masivo de identidad para hacerlos figurar en los listas de aportes, reveló el financiamiento ilegal de Cambiemos. La causa acorralaba, además, a la mayor figura de recambio, María Eugenia Vidal, por ser la titular del partido en el distrito.
La llegada de la «causa de los cuadernos» vino a darle aire a un gobierno «grogui» por el impacto del ajuste y las denuncias por los aportistas. Los escritos del exchofer del numero 2 de De Vido, demostrarían un aceitado esquema de sobornos por parte de las constructoras a cambio de la adjudicación de obras públicas bajo el gobierno anterior. Pero, como bien señala un funcionario macrista, «a la corta sirve pero a la larga puede ser una trampa».
El llamado «Lavo Jato» argentino, como se ha dicho, forma parte de una disputa más extensa que involucra directamente la puja del imperialismo norteamericano por desplazar a los capitales chinos del mercado de la obra pública. Hasta ahora, sin embargo, parece repetirse como  farsa. La llegada de la causa a Bonadío, la discrecionalidad de las detenciones arbitrariedas y las contradicciones entre los supuestos arrepentidos confirma el grado de manipulación en marcha. El primo del presidente, Angelo Calcaterra, dijo que el dinero era para aportes de campaña electoral. Luis Betnaza, ex gerente de Techint, señaló que los pagos fueron en orden de preservar las inversiones del holding de Paolo Rocca en Venezuela durante la estatización de Sidor y Carlos Wagner, el ex presidente de la Camarco, que se pagaban retornos de hasta el 20% para la adjudicación de contratos.
El próxima en la fila por caer es Aldo Roggio, cuya cabeza reclama Carrió y quien ostenta la concesionaria nada más y nada menos que del subte de Buenos Aires. En los cuadernos también figuran dos empresas adjuditicarias de PPP, la nave insignia de Cambiemos para reactivar la obra pública. E incluso figurarían aportistas del oficialismo en la campaña electoral del año pasado.
Frente a este panorama, no es raro que los inversores vuelvan a hacer palo y a la bolsa. En vano el gobierno intentó prometer que las empresas no se verían afectadas y que prácticamente el castigo caería sólo sobre el kircherismo. Nuevamente el dólar volvió a sufrir una disparada hasta llegar a los 30 pesos, acompañado por una suba del riesgo país.
Como queda a la vista, no hay extorsiones, ni víctimas ni arrepentidos entre la burguesía y los partidos patronales, sino acuerdos y traiciones por conveniencia para seguir lucrando a espaldas del pueblo, agravado ahora las condiciones económicas internacionales.
El gobierno de Macri podrá celebrar durante un tiempo con la ayuda del Poder Judicial el torpedeo de una eventual campaña electoral del kirchnerismo para el año próximo (incluso con un agravamiento del proceso judicial contra CFK). Pero en el horizonte se reúnen todas las condiciones para una crisis que, se sabe, le explotará entre las manos.
Las y los trabajadores debemos prepararnos con mayores niveles de organización, unidad y lucha para enfrentar la etapa que se viene y construir nuestra propia alternativa.

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