La supuesta confesión de un chofer del exnumero dos de Julio De Vido desató una oleada de detenciones judiciales contra exfuncionarios y empresarios de la construcción. El primo de Macri se declaró «arrepentido». ¿Qué hay detrás de esta nueva embestida de Bonadío?

Cuadernos, fotocopias, arrepentidos, detenidos y una amplisíma cobertura mediática. Así se compone esta nueva causa que, desde el oficialismo, se intenta presentar como el «Lava jato» argentino que, como en el caso de Brasil con el PT, demostraría un meticuloso mecanismo de cobro de coimas para la realización de obras públicas durante el gobierno anterior.

Hasta el momento se encuentran detenidos Roberto Baratta, ex numero dos de Julio De Vido (que ya estaba preso); Gerardo Ferreyra y Jorge Neira, Electroingeniería; Juan Carlos de Goycoechea; Carlos Wagner, de Esuco y expresidente de la Cámara Argentina de la Construcción; Héctor Javier Sánchez Caballero, de Iecsa (la constructora que era del primo del presidente); Armando Loson, del Grupo Albanesi; Claudio Javier Glazman, de Sociedad Latinoamericana de Inversiones, y Carlos Mundin, de BTU.

A esta lista se suma Oscar Centeno, quien oficia como principal arrepentido y autor de los supuestos cuadernos, y ahora también en calidad de arrepentido pero no de detenido, Angelo Calcaterra, el primo de Macri.

A donde va

La causa comienza por el acceso de un periodista oficialista del diario La Nación, Diego Cabot, a las fotocopias de los cuadernos de Centeno y es a partir de eso que el juez Claudio Bonadío ordena las detenciones. Vale señalar que la causa recayó directamente en Bonadío sin ir a sorteo por una libre interpretación que esta investigación estaría conectada a otra causa ya en manos del magistrado. En ese marco, las detenciones y presiones fueron una acción destinada a «quebrar» a los imputados y lograr su confesión como arrepentidos, siendo que en ninguno de los allanamientos ordenados se dio con los cuadernos, y aún así, estos no dejan de ser palabras de un imputado si no se corroboran materialmente. Así, se dio lugar a una serie de «confesiones» que provienen fundamentalmente de IECSA, la empresa que era propiedad de la familia presidencial y que se vendió a Marcelo Midlin, otro empresario muy cercano al oficialismo. La «espontanea confesión» de Calcaterra -se reunió previamente con el fiscal Stornelli y con el propio Macri para acordar su declaración- puede leerse como una forma de autoinmunizarse para el oficialismo (asumiendo la culpa en un rol secundario a través de una figura alejada de la función pública) y poder descargar el costo político en su totalidad sobre el kirchnerismo, aunque la red de coimas por contratos con empresas se extienda por mucho entre las patronales y las fuerzas políticas burguesas.

La causa, directamente dirigida por Cambiemos a golpear la linea de flotación de una eventual campaña presidencial de CFK, llega oportunamente cuando las denuncias por el financiamiento ilegal de Vidal en Provincia de Buenos Aires estaban en pleno desarrollo y en un momento de caída de la imagen presidencial por el fuerte ajuste en curso contra el pueblo.

Ahora, ¿la causa es sencillamente una cortina de humo? Desde ya que el carácter arbitrario (cuando Macri jamás fue investigado por sus off shore) y el uso político de la causa resulta evidente. Pero escarbando detrás de la superficie mediática, hay mucho más. Electroingeniería tenía adjudicada la construcción de las represas de Santa Cruz y contaba con el respaldo de capitales chinos. El propio periodista Carlos Pagni confirmó que, detrás de la causa, se ubica la disputa del imperialismo yanqui por desplazar la creciente influencia china en distintas zonas del mundo. La movida incluso, sugiere el mismo analista, puede ser leída como un apriete de EEUU a Macri luego que este intentara sellar acuerdos con Beijing en la última cumbre de los Brics en Sudáfrica. Carrió se ubica en este campo como la vocera directa del imperialismo yanqui en la coalición Cambiemos, con sus denuncias mediáticas a las empresas investigadas.

De cortinas y algo más

La causa de los cuadernos se inscribe en un cambio de frente continental del imperialismo: el Lava jato, justamente, no fue otra cosa que el corrimiento de la alianza entre Lula y Odebrecht en los grandes contratos de obra pública (entre ellos de Petrobras) para abrir paso a la apertura de capitales yanquis como Betchel y Fluor -ubicadas debajo de la brasilera en el ranking de contratos de obra pública-. El origen de la investigación del juez Moro (el Bonadío de Curitiba) comenzó nada menos que en el Departamento de Justicia norteamericano. Es decir, la causa cumplió la misma doble función: desbaratar el retorno electoral del PT al poder y articular un nuevo esquema de contratos alrededor de la obra pública.

La «causa de los cuadernos», por lo tanto, cumple una doble función: como cobertura política del macrismo, por un lado, y como profundización de la penetración imperialista de la región, utilizando como base al Poder Judicial, para avanzar en sus planes neoliberales para América Latina, por el otro. Al mismo tiempo, deja en evidencia los enormes limites de los llamados gobiernos progresistas de la región que tejieron profundos acuerdos con las grandes constructoras, dejando de lado cualquier proyecto de transformación radical de nuestros paises sometidos y dependientes.

La clase trabajadora y el pueblo deben forjar su propia alternativa contra las variantes del sistema corrompidas y corroídas por los grandes empresarios, mientras despliega toda su fuerza en las calles para derrotar el ajuste que se nos quieren imponer hoy y echar al imperialismo de América Latina.

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