La crisis en el sector industrial más dinámico de Argentina se viene prolongando con una caída en la producción en los últimos 6 años, en los que se perdieron cerca de 35 mil puestos de trabajo y fueron suspendidos más de 40 mil trabajadores/as. Si bien existen dos realidades al interior de la actividad del lado del empresariado, donde existe un sector de la gran burguesía transnacionalizada –con el Grupo Techint como máximo exponente- y un universo de pequeños y medianos empresarios, los padecimientos del conjunto de las y los trabajadores metalúrgicos son los mismos: precarización laboral, bajos salarios, pérdida de condiciones laborales, suspensiones y despidos.
Son cerca de 20 mil los talleres metalúrgicos distribuidos en Argentina. Hablamos de 250 mil trabajadores/ as metalúrgicos, lo que representa casi el 20 por ciento del empleo industrial. Este sector también es el que produce equipos para la producción manufacturera como la minería, la agricultura, el sector petrolero, el automotor, etc. En esta rama de la industria se mezclan grandes firmas multinacionales y nacionales y cientos de pymes y pequeños talleres.
A mediados de 2013 la industria metalúrgica comenzó a mostrar sus limitaciones y empezó a perder terreno, bajaron los indicadores de producción y las patronales arrancaron con suspensiones. A partir de 2014 los indicadores de importación comenzaron a subir y a medida que se elevaron se fueron cerrando fábricas y talleres, lo que produjo una nueva ola de despidos y suspensiones. Esta situación se profundizó aún más desde el arribo del macrismo, con una combinación de una nueva avalancha importadora, recesión y caída del consumo interno y el aumento de las tarifas que golpea fuertemente a las PYMES. Solo se mostró un pequeñísimo repunte en el segundo semestre del 2017, siendo los sectores más golpeados las líneas de artefactos y aparatos eléctricos. Essen, Corven, Rheem, Mabe, Materfer, San Cayetano, Paraná Metal, Metalsa son algunas de las empresas que expresan esta situación.
En el Polo industrial de Río Grande (Tierra del Fuego), el estado de situación es dramático. En el marco del acuerdo firmado el año pasado entre la AFARTE (Asociación de Fábricas Argentinas Terminales de Electrónicas) y la seccional de la UOM Río Grande, hacia junio se registraron alrededor de 800 despidos (por no renovación de contrato o contratos fijos en su mayoría) en plantas ensambladoras como BGH, Mirgor, FAPESA, Foxman, Electrofueguina, acompañado esto con un congelamiento salarial general para el sector, firmado en diciembre de 2017 por parte de la UOM Nacional.
Reflejo de este proceso son también los cierres y/o vaciamientos de establecimientos, como es el caso de STOCKL en Burzaco y Petinari Hnos (Merlo), donde al proceso de vaciamiento se le respondió con la organización de sus trabajadores a través de la creación de la Cooperativa Acoplados del Oeste (ADO). La Ley de Expropiación en 2016 aprobada por la Legislatura Provincial fue vetada por Vidal, que posteriormente procedió al desalojo del establecimiento y a la persecución judicial a los delegados.
Distinta es la situación de los conglomerados empresarios siderúrgicos como son el Grupo Arcelor Mittal (Acindar) y el Grupo Techint (Siat-Tenaris, TerniumSiderar, Tecpetrol), una de las empresas más grandes del país. En el caso de este último, a partir de una matriz productiva exportadora deslocalizada en distintas partes del mundo, el monopolio como proveedor de industrias de peso como la petrolera (tubos sin costura) y gran concentración sobre otros, se ha visto beneficiado por el proceso devaluatorio del peso de los últimos meses (en torno al 50%), al hacer caer el salario real en dólares de sus trabajadores/as locales y mejorar de este modo las condiciones en las que compite en el mercado mundial, recogiendo además los frutos de las políticas de ataque y ajuste estructural a la clase trabajadora por parte de Cambiemos. Si bien también se dieron despidos y suspensiones (como es el caso de Acindar en mayor medida), los mismos no responden principalmente a una caída de demanda, sino más bien a la persecución gremial y a la búsqueda de aumentar la “productividad”, es decir una mayor tasa de explotación, que busca producir más con menos trabajadores/as.
El ataque es en todos los planos
En los últimos años, las y los metalúrgicos vienen sufriendo distintos tipos de ataque por parte de las patronales del sector. En la mayoría de los casos despidos y suspensiones, en otros el pago de vacaciones y aguinaldos en cuotas o directamente la eliminación de esos ítems, la eliminación de horas extras, el aumento de la producción por jornada. Estas medidas se suman a la mala categorización de las y los trabajadores y a los grandes porcentajes de tercerización en la actividad, lo que implica además el encuadramiento en convenios colectivos en peores condiciones (como la UOCRA) y la proliferación de los contratos temporarios y diversas situaciones en las formas de contratación y convencionamiento, estrategia empresarial para generar fragmentación al interior del colectivo de obreros y obreras y dificultar la organización y unificación de las demandas al interior de las plantas. Estas medidas son coordinadas por las
patronales en las cámaras metalúrgicas como Adimra (Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina), Camima (PYME), AFAC (Autopartistas), AFARTE, Fedehogar (Electrodomésticos) y Caiama (Aluminio), instituciones a través de las cuales los empresarios deliberan y deciden cómo llevar adelante la produc
ción, maximizar sus ganancias y “bajar los costos” laborales, con el claro respaldo político y económico por parte del gobierno y el estado.
¿Qué hace la conducción de UOM en este escenario?
En estos últimos seis años Antonio Caló tuvo declaraciones de todos los colores, como por ejemplo “si tienen que despedir que despidan”, “nosotros queremos que al empresario le vaya bien para que a nosotros nos vaya bien” y también llamados a paros que se levantan a último momento o a planes de lucha que no se terminan concretando. Pero esto no es así en todas las conducciones de la UOM. Es cierto que hay regionales en las que sus conducciones están más predispuestas a salir a pelear o al menos a aminorar el golpe. Hubo casos en que algunas seccionales salieron a movilizar y cortar rutas y en otros casos negociaron con la patronal directamente, sin consulta y en perjuicio de las y los trabajadores.
Hacia la interna de la rosca de cúpulas de la CGT, en las últimas semanas la dirigencia de la UOM ha realizado un acercamiento hacia la fracción encabezada por los Moyano en su disputa con los “gordos e independientes”, lo cual quedó plasmado en la reunión que mantuvo el “Barba” Gutiérrez con Pablo Moyano el pasado 11 de julio, que junto a otros gremios de peso como el SMATA vienen avanzando en un bloque opositor al triunvirato cegetista, abonando además a la conformación del espacio nacional multisectorial “21F”, donde confluye también la Corriente Federal de los Trabajadores, el Yaskismo (CTA) y algunos de los movimientos sociales. En este contexto, el pasado 13 de julio en CABA se realizó una movilización conjunta entre la UOM y el SMATA a la Secretaría de Industria “en defensa de la industria nacional y las fuentes de trabajo”, donde ambos gremios presentaron al flamante ministro de Producción Dante Sica un petitorio sobre la situación de la actividad. Allí se plantean 3 medidas para el sector (ejecución de los REPRO -que el estado pague una parte de los salarios-, limitaciones a la exportación, ayuda financiera al empresariado), todas orientadas más hacia la defensa de los intereses de las patronales que a la solución de los problemas que aquejan día a día las y los trabajadores que dicen representar.
Desde las bases
Desde las y los laburantes, donde conviven también delegadas y delegados honestos, se cuenta con muchísima experiencia de lucha. Experiencias que hoy tienen que sintetizar las y los compañeros en unidad, junto al gremio y más allá de este también. Es decir, entendiendo que en todos los gremios se juegan cuestiones políticas y negociados totalmente ajenos a las necesidades de las y los trabajadores, es preciso exigir y presionar para que su participación sea concreta. Pero esto no quita para nada que las y los metalúrgicos se den sus propios espacios, más aún, se hace totalmente necesario, para deliberar y decidir qué hacer. Un paro, cese de actividades, bloqueo de portones o toma de fábricas son medidas que no se toman de forma azarosa, algunas sirven más que otras dependiendo el momento y la fuerza.
Pensamos que el saldo de todas las luchas que se dieron en el sector pone algunas cosas de relieve: Avanzar en base a medidas tomadas en asambleas de fábrica y construir espacios de coordinación que se vayan tornando permanentes entre las distintas fábricas de una misma zona. El vínculo con la sociedad, con el barrio, con las familias, con el pueblo en general y sus organizaciones es fundamental. La recuperación de la herramienta gremial se presenta también como una necesidad innegable, que va a poder conseguirse en la medida en que se pueda forjar una coordinación real de una porción importante de las fábricas metalúrgicas.
En ese sentido desplegamos nuestro humilde esfuerzo y colaboración para con todas las luchas obrera.
¡POR LA CONSTRUCCIÓN DE COORDINADORAS ZONALES!
¡POR UN GREMIO AL SERVICIO DE SUS TRABAJADORES Y TRABAJADORAS!