El escenario nacional está marcado por una brutal ofensiva del capital y su gobierno neoliberal, pero atravesado también por una serie de luchas en donde el protagonismo de nuestro pueblo puede ser definitorio para torcer el rumbo.

Los meses “tormentosos y fríos” que anunció la cúpula gubernamental están con nosotros y nosotras. Dan cuenta de ello la caída más profunda de la economía en lo que va del macrismo (-5,8% en mayo), una caída cercana en la producción industrial (-5,4% en junio), el avance sobre las asignaciones familiares y los recursos a las provincias, nuevos anuncios de aumentos (en transportes, en primer lugar), una inflación galopante, el sostenimiento de la política de despidos masivos, todo lo cual repercute en un aumento extraordinario del costo de vida: sólo en junio subió un 3,7% y alcanza el 4,9% para los sectores más humildes.

Unidad de nuestra clase contra el ajuste

Esta ofensiva brutal viene siendo resistida de forma ejemplar por trabajadores y trabajadoras de distintos puntos del país. Desde la lucha testigo de Télam que disputa la reincorporación de 357 despidos, pasando por el conflicto docente que está presente en distintas provincias y niveles educativos, hasta la acción sostenida de los movimientos de trabajadoras y trabajadores precarizados enfrentando la pauperización de los sectores más humildes de nuestra clase.

A contramano de esta perspectiva se encuentran la mayoría de las cúpulas sindicales, enajenadas de la cruda realidad que vive la clase trabajadora; en primer lugar la conducción de la CGT. Lejos de asumir la lucha contra los despidos y la carestía de la vida con un plan de lucha sostenido, estas dirigencias traidoras se enfrascan en sus negocios y rencillas internas, mientras se preparan para evaluar a qué armado político de 2019 darán su apoyo.

En ese marco, la posibilidad de ligar las distintas luchas existentes y pelear desde abajo para arrancar medidas de fuerza más contundentes reside en los sectores clasistas, democráticos y de lucha de la clase trabajadora que hoy están en la calle.

Será ley

Como lo dejó a la vista de forma ridícula el Dr. Albino, la Iglesia Católica (al igual que muchas iglesias evangélicas) salió con todo a defender su arcaico poder, en franca batalla contra el movimiento feminista. Con la lucha del movimiento de mujeres y disidencias dimos un salto gigantesco al conquistar la media sanción legislativa de la Ley de interrupción voluntaria del embarazo y tenemos grandes chances el 8 de agosto de imponer el proyecto de la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Como lo demostró la lucha reciente, la clave del triunfo está en la calle. Es la movilización que ha teñido de pañuelos verdes las concentraciones y tantos ámbitos de la vida diaria, la que está torciendo el brazo de las tradiciones conservadoras que nos niegan el derecho a decidir sobre nuestros propios cuerpos. Esa movilización ya es imparable y debe ocupar un rol fundamental de cara a la votación en la Cámara Alta.

Este avance del movimiento feminista, a su vez, deja en evidencia el lugar retrógrado que ocupa la iglesia en nuestra sociedad y pone sobre la mesa que está fuera de lugar que el Estado siga financiando a las instituciones eclesiásticas, como lo hace ahora mismo con la Fundación Conin de Albino. Por eso es que la lucha por el derecho al aborto puede y debe ser un puntal para dar una disputa también por la total separación de la iglesia y el Estado.

Ni un milico en las calles

La iniciativa del macrismo para sacar a las FFAA a las calles es un grave capítulo de su plan de reformas para el ajuste y la represión. A un año de la desaparición y muerte de Santiago Maldonado, a 1.000 días de la detención de Milagro Sala presa por luchar, la iniciativa gubernamental pega un nuevo salto en calidad habilitando la participación de las FFAA en la seguridad interna, incluyendo el cuidado de cuestiones “estratégicas”, como pueden ser las multinacionales (Vaca Muerta) o los encuentros de mandatarios que están en agenda (G-20).

Son correctos los señalamientos que desde distintos flancos se hicieron sobre figuras del peronismo por haber allanado este camino. No solo por los reclamos de figuras como Massa (“mano dura” y “militares en las calles”), sino por las políticas oficiales del kirchnerismo que incluyeron las leyes antiterroristas, la defensa de Milani y el rol destacado de Berni como secretario de Seguridad (quien prometió 20.000 efectivos de las FFAA en las calles si ganaba Scioli).  El salto en calidad, sin embargo, es evidente. Ahora se trata del impulso de políticas de persecución que genera “enemigos internos” y declara como “terroristas” a los movimientos de lucha, en sintonía con los modelos que ya se despliegan en México y Colombia. La militarización aparece aquí como garante del proceso de ajuste en curso para lograr el control social.

La gravedad de esta medida amerita el impulso de una campaña política a gran escala, para poner freno a la nueva disposición. Necesitamos alcanzar y superar la experiencia de lucha del 2×1 en donde miles y miles en las calles pusimos freno a la liberación de genocidas. Para ello, es fundamental una lucha amplia, en unidad de acción, de todo el arco político y social que rechaza esta iniciativa.

Fuera FMI. Fuera EEUU de Argentina

Toda la política nacional está enmarcada en una creciente dependencia del imperialismo norteamericano, orientación que se consolidó con el acuerdo con el FMI y la instalación de una oficina permanente del organismo en nuestro país, con presencia de la funcionaria estadounidense Christine Lagarde. La subordinación frente a la potencia del Norte, parte del ADN macrista y su apertura “al mundo”, escala de esta forma a condiciones inaceptables, marcadas por la dependencia económica, la obligación de seguir las metas propuestas por funcionarios de EEUU y el FMI, su presencia permanente en nuestro país, en paralelo al impulso de bases militares norteamericanas en la Argentina. Sobre este cuadro, la asistencia del presidente norteamericano al G-20 en noviembre próximo es una ratificación de esta perspectiva neo-colonial que debe ser resistida por nuestro pueblo. Es fundamental, en este plano, promover una amplia y combativa unidad de acción antiimperialista, para desplegar la lucha contra la presencia del FMI y de EEUU en nuestro país.

Desde la izquierda, construyamos una respuesta popular

Las luchas de clase contra el ajuste; las luchas del movimiento feminista; las luchas por las libertades democráticas y contra la represión; las luchas antiimperialistas contra el FMI y la injerencia norteamericana; todas y cada una de estas luchas debemos impulsarlas apostando a la más amplia unidad de acción para imponer con la movilización el triunfo de conquistas populares.

Sobre la base de esa política unitaria, es preciso avanzar en la cristalización de un proyecto político alternativo. En ese punto, es preciso afinar el lápiz. No se trata de reconstruir una propuesta de quienes dirigen las centrales burocráticas, de quienes se negaron a impulsar la ley del aborto y no dan lugar a la separación de la iglesia y el Estado. No se trata de un proyecto dirigido por quienes apuestan a regenerar a las FFAA genocidas, ni por quienes votaron el pago a los fondos buitres abriendo este nuevo ciclo de endeudamiento.

La conformación de un proyecto político alternativo para las y los trabajadores, necesita partir de la coherencia política, en la lucha contra las patronales y las direcciones burocráticas, en el reclamo histórico por el derecho al aborto, en la lucha contra la represión de ayer y también la de hoy, en el rechazo al endeudamiento externo y la subordinación al imperialismo norteamericano.

Contando con esa coherencia política que venimos sosteniendo desde la izquierda anticapitalista, se nos plantea una tarea central: dar forma a una propuesta de unidad, con la perspectiva de forjar una alternativa de masas que dispute frente a los distintos proyectos patronales. La ampliación y desarrollo desde las bases del FIT sería un gran paso adelante en este sentido. Desde Venceremos, como parte de Poder Popular, nos comprometemos a militar en este sentido, apostando a derrotar en las calles al macrismo y  aportando a una alternativa política de las y los trabajadores y el pueblo.

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