La última semana estuvo protagonizada por una serie de anuncios y exposiciones públicas del gobierno de Cambiemos que pusieron blanco sobre negro aquello que se “respira en el aire” pero no había sido puesto en palabras por los propios funcionarios. Su despliegue fue de menor a mayor, en tres actos que dan cuenta efectivamente el rumbo que va a asumir la gestión Macri hasta las elecciones del próximo año en el marco de una crisis política abierta.
Primer acto: la tormenta
El jueves 19 de julio, Macri dio una conferencia de prensa atípica en la Residencia de Olivos, donde a diferencia de lo que venía caracterizando a estas instancias desde el comienzo del mandato, las preguntas de las y los trabajadores de prensa no tuvieron ningún tipo de filtro. Los balbuceos del presidente para explicar cuáles son los planes gubernamentales frente a la crisis económica que es manifiesta, llevaron incluso a los editorialistas del Grupo Clarín a defenestrarlo con sus críticas. Sus limitados argumentos, de la mano con el duranbarbismo en su expresión más decadente, llevaron sólo a definir la actual coyuntura como una “tormenta” de la que (sin explicar cómo ) vamos a salir. No sólo utilizó estadísticas falsas como los 700 mil puestos de trabajo que supuestamente fueron generados en 2017, sino que tampoco pudo plantear una (al menos una) medida concreta. Claro está, el silencio al respecto no es ingenuo, sino que de decirlo debería blanquear el ajuste que se va a seguir descargando sobre las y los trabjadores (como en el caso de Télam, cuyos laburantes despedidos se estaban manifestando en ese mismo momento en las puertas de la residencia presidencial). El único dato destacable es que, sin buscarlo, Macri puso de manifiesto la razón de ser de su proyecto: modificar estructuralmente las bases de acumulación del capitalismo argentino. Las explicaciones acerca de la actual situación fueron caracterizadas por el presidente no sólo como herencia del gobierno kirchnerista sino como estructurales, históricas de nuestro país, dejando entrever que es a ese aspecto al que va a buscar atacar.
Párrafo aparte merecen las absurdas respuestas respecto a los aportantes truchos para la campaña de Cambiemos en la Provincia de Buenos Aires (ver: http://venceremos-arg.org/2018/07/19/aportistas-truchos-financiamiento-la-politica-off-shore). El escándalo , que , ha llevado a propios candidatos a desmentir los montos que figuran las presentaciones legales, como lo hizo Arroyo (Intendente de Mar del Plata) o el confinado al exilio y negacionista, Darío Lopérfido. Como ocurrió con los Panama Papers, con las off-shore de diversos funcionarios, nuevamente aparece en el centro de la escena la utilización discrecional de Cambiemos para usar al Estado como “blanqueador” de sus ingresos no declarados
Segundo acto: la visita
Sin embargo, la conferencia de prensa en Olivos fue sólo el preludio de un fin de semana en el que se buscó “cocinar” en buena medida el programa derechista para afrontar la crisis. La llegada de la titular del FMI, Cristine Lagarde, a nuestro país en el marco de la reunión de ministros de finanzas del G-20 así lo demostró (ver: http://venceremos-arg.org/2018/07/19/lagarde-g20-argentina-una-cumbre-ajustadores). Las reuniones llevadas adelante con Dujovne, Caputo y Macri tuvieron como fin entrar en lo “fino” de la ejecución del acuerdo firmado. La letra chica del mismo, conocida hace pocas semanas implica , entre otras cuestiones, bajar el déficit fiscal primario a 2,7 % del PBI en 2018 y 1,3 % del PBI en 2019; racionalizar el gasto público en bienes y servicios, con una baja del 15% en términos reales y continuando en 2019; limitar la suba nominal de los salarios del sector público (incluyendo pagos no remunerativos) al 8% entre junio de 2018 y junio de 2019;reducir aún más los «subsidios ineficientes a la energía y el transporte». Lisa y llanamente un ajustazo contra las y los trabajadores y el pueblo.
La conferencia de prensa dada por Dujovne y Lagarde fue ejemplificadora acerca de quién digitará de aquí en más la política económica de nuestro país. La funcionaria del fondo no ahorró elogios a la predisposición del gobierno para llevar adelante el acuerdo, e incluso se mostró contenta con los logros obtenidos en el último mes. Para más claridad, hay que echarle agua. El mes en el que se puso más de manifiesto el ajuste del gobierno es sólo el primer paso de lo que Cambiemos y el FMI pretenden. Sin ir más lejos, se estima que parte de lo acordado es aplicar en el más breve plazo posible masivos despidos en el estado, que como señala Claudio Katz, dejaría en la calle a 200.000 trabajadores, comenzando por drásticas reestructuraciones en Aerolíneas, Ferrocarriles y el Correo (Ver: https://katz.lahaine.org/b2-img/OTROCAMINOPARAENFRENTARLACRISIS.pdf).
Tercer acto: la represión
Apenas Lagarde había salido del país, Macri dio un nuevo anuncio, complementando lo acordado con el fondo. El gobierno y el FMI saben que ningún ajuste pasa sin represión. Es así, que en Campo de Mayo, un ex centro clandestino detención, el presidente anunció la reforma por decreto del accionar de las fuerzas armadas (ver: http://venceremos-arg.org/2018/07/23/las-fuerzas-armadas-cuestiones-internas-represion-garantiza-ajuste). Por primera vez desde la restauración de la democracia un gobierno constitucional otorga la potestad de intervenir en asuntos internos a las fuerzas, esto implica un antecedente que ni siquiera durante la crisis del 2001 se llegó a implementar.
El decreto, que lleva el número 683/2018, plantea la posibilidad de realizar operaciones internas en casos donde se ponga en peligro la seguridad nacional. De este modo, lo que aparece implícitamente, es que ya no se trata simplemente de posibles “enemigos externos”, sino que estos pueden ser también “internos”. Exactamente la misma lógica con la que se fue construyendo a lo largo de décadas la doctrina de seguridad nacional con la que la última dictadura desató sus políticas genocidas.
El supuesto objetivo de esta medida es combatir el “narcotráfico” y el “terrorismo”, pero claro está, lo que se esconde es la búsqueda de militarizar zonas completas del país (como ya se anunció que será la frontera norte) y utilizar a las FF. AA en la represión interna. Esto, sumado a entrenamiento externo (ya se han comenzado a realizar intercambios con las fuerzas yanquis), la base militar en la provincia de Neuquén y la ampliación de presupuesto para la represión, mientras se recorta en educación, salud, bienestar social y políticas de empleo.
El modelo al que apunta Cambiemos es Colombia o México. El Plan Colombia (firmado por Andrés Pastrana y Bill Clinton y profundizada por los gobiernos posteriores) y la guerra contra la Narcotráfico (llevada adelante durante la presidencia de Felipe Calderón) respectivamente, significaron la intervención de las Fuerzas Armadas en asuntos internos. Tras el manto de “la lucha contra el narcotráfico” radica el verdadero objetivo: establecer y legitimar la militarización de la sociedad que coincide no casualmente con una mayor injerencia del imperialismo en nuestros países. Estas políticas represivas llevadas a cabo hace décadas en México y en Colombia han arrojado un crecimiento exponencial de los asesinatos de activistas políticos a manos de esas fuerzas represivas conjuntamente con un mayor involucramiento de los mismos militares en los negocios ilegales como el narcotráfico o en la proliferación de grupos parapoliciales. Implicaron además una mayor injerencia de EEUU (a través de tratados de extradición, intervención de la DEA, la CIA, el FBI entre muchos otros) en detrimento de la soberanía.
Un final épico
El escenario planteado debe interpelarnos de manera directa. Queda en claro que la única manera de frenar esta avanzada derechista en términos represivos y económicos es saliendo a las calles. Así frenamos el año pasado el intento de garantizar la impunidad de los genocidas con el 2×1, así exigimos la aparición con vida y justicia por Santiago Maldonado, así enfrentamos a la Reforma Previsional en diciembre.
El malestar del conjunto de la sociedad va incrementándose. A la crítica situación económica se le suma un aspecto que golpea profundo una sensibilidad social masiva respecto al papel de las fuerzas armadas en la historia argentina. Desde la izquierda tenemos un lugar para jugar y no podemos dejarlo pasar. Lejos de pensar que “hay 2019” como se empecina en propagandizar el kirchnerismo frente a la terrible situación que sufre la clase trabajadora, la única garantía para que el conjunto de las y los laburantes no carguemos sobre nuestras espaldas décadas de endeudamiento, pobreza y expropiación de derechos es salir ahora a repudiar en las calles el acuerdo con el FMI y la escalada represiva que este gobierno busca implementar.
¡Este jueves 26 nos movilizamos en todos los puntos del país (junto a la Corriente Poder Popular) para rechazar la presencia de los militares en las calles!
¡El 1 de agosto, exigimos (junto a la Corriente Poder Popular) justicia por Santiago en todas las plazas del país!