(Contratapa «A Vencer» de Julio 2018)

Saltando las barreras que imponía la sociedad colonial, opresiva, explotadora, patriarcal; las mujeres de Nuestramérica han sido protagonistas activas de las luchas populares por la libertad. Su activo compromiso revolucionario, político y social es aún ignorado o minimizado.

Durante las revoluciones y guerras de independencia las mujeres del pueblo llevaron adelante actividades conspirativas y de organización de las acciones emancipadoras; actuaron como espías y organizaron redes de información muy valiosa a los ejércitos patriotas; organizaron protestas y difundieron propaganda, incluso dentro de las filas de los ejércitos realistas; refugiaron rebeldes en sus casas; transportaron alimentos y garantizaron la logística de los ejércitos, teniendo además una importante presencia en los campamentos preparando los avituallamientos, cocinando, atendiendo a los heridos, enterrando a los muertos. Pero además, peleando directamente en los combates como miembros de las guerrillas patriotas o como soldados en los campos de batalla, algunas vestidas de hombre para ser aceptadas, otras ejerciendo su condición de mujeres guerreras, en ocasiones desempeñando rangos militares y actuando como estrategas.

Fueron perseguidas, desterradas, apresadas en cárceles, conventos, denostadas. Muchas sufrieron la confiscación de sus bienes, y murieron en la miseria y el olvido.

Contra ese olvido, contra el silencio de una historia que pretende acallar su lucha en la independencia americana, hoy nos levantamos también las mujeres de nuestro continente, y nos embanderamos con su fuerza y valentía para dar las batallas que tenemos por delante. Por la libertad, contra toda opresión, por el socialismo.

Algunas de esas grandes mujeres fueron:

Micaela Bastidas (1745-1781)

Lucha y dirige junto a Tupac Amaru la rebelión contra la opresión colonial, actuando como guerrera y estratega. Fue ahorcada en Cuzco en 1781, en compañía de su marido y de la menos conocida Tomasa Condemayta, capitana de un heroico batallón de mujeres.

María Andrea Parado (1777-1822)

Informante de los planes y movimientos realistas al servicio de las guerrillas serranas, donde se integraron su marido y uno de sus hijos. Fue capturada, torturada en el interrogatorio y fusilada en 1822. Al ser interrogada exclamó: “No estoy aquí para informar a ustedes, sino para sacrificarme por la causa de la libertad”.

Francisca de Zubiaga, la Mariscala (1803-1835)

Vestida de militar luchó en los campos de batalla en la etapa independentista, donde mostró su alma de caudillo, y que tras la consecución de la independencia del Perú, ejerció el poder político con más autoridad que su marido, Agustín Gamarra (1829-1833), ganándose el apodo de la Presidenta. Repudiada por la sociedad oligárquica peruana, fue desterrada y se exilió en Valparaíso, donde murió en el anonimato.

Bartolina Sisa (1753-1782)

Guerrera aymara que lideró junto a su esposo, Túpac Katari, un levantamiento contra el poder colonial, en el que logró movilizar a unos 40.000 indígenas en las tierras del Alto Perú, a finales del siglo XVIII. Intervino como estratega del asedio de la Paz. Fue capturada, torturada y ejecutada en 1782.

Juana     Azurduy (1780-1862)

Encabezó las guerrillas contra los realistas en el Alto Perú. En la guerra murieron su marido, el héroe Manuel Padilla, y sus 4 hijos pequeños, que murieron a causa del hambre y las penurias. Además, combatió embarazada de su quinta hija.

Recibió el rango de teniente coronel y el sable simbólico del general Belgrano por su heroica defensa en marzo de 1816 de la hacienda del Villar, con solo 30 fusileros y en la que ella misma mató al jefe realista.

Coordinó las acciones militares con el general salteño Martín Miguel de Güemes, tras la muerte del cual se vio condenada a la pobreza y exiliada en Salta, desde donde reclamó al gobierno boliviano sus bienes confiscados. Murió olvidada y en la miseria en 1862, a los 82 años y fue enterrada en una fosa común.

Las heroínas anónimas de Cochabamba

El 27 de mayo de 1812, en el alto de San Sebastián (La Coronilla – Bolivia), 300 mujeres encabezadas por una mujer ciega, Manuela Gandarillas, se enfrentaron a las tropas realistas para defender su territorio. En su memoria se erigió un monumento en Cochabamba y en reconocimiento de su valor se celebra el 27 de mayo el día de la madre en Bolivia.

Juana     Ramírez, la Avanzadora (Venezuela, 1790-1856)

Hija de una esclava africana trabajó como lavandera. Protagonizó la defensa de la ciudad de Maturín en la batalla del Alto de los Godos, en 1813, al frente del batallón denominado Batería de las Mujeres. Se adelantaba e interceptaba al ejército realista a punta de machete, por ello le decían La Avanzadora.

Josefa     Camejo (Venezuela 1791- 1862)

Luchó como soldado en la gesta independentista venezolana.

En 1821, disfrazada de hombre, al frente de 300 esclavos, provocó una rebelión contra las fuerzas realistas en la provincia de Coro que culminó con la liberación de dicha provincia del asedio realista.

Juana     Gabriela Moro (Argentina 1785-1874)

Lideró la organización de mujeres que efectuó eficaces tareas de espionaje y sabotaje contra las fuerzas españolas que ocupaban su ciudad durante la guerra. Humildemente vestida, se trasladaba a caballo espiando recursos y movimientos del enemigo.

Fue encerrada en su casa tapiada – de allí su apodo, la emparedada-, pero logró salvarse por la solidaridad de los vecinos que le proveyeron alimentos hasta que el ejército patriota la rescató.

María Remedios del Valle (Buenos Aires. 1766 o 1767-1847)

Luchó valientemente en el ejército argentino, siendo reconocida con el grado de capitana por el general Manuel Belgrano y con el título de «madre de la Patria» por la soldadesca, pero su condición de negra, mujer y pobre la condenó al olvido y a la mendicidad en las calles de Buenos Aires hasta su muerte en la más completa miseria.

Magdalena, Macacha, Güemes (Salta, 1787-1866)

Colaboró intensamente, desde la revolución de mayo, con su hermano, el general Martín Miguel de Güemes, convirtiendo su casa en taller para confeccionar ropa para los soldados de su hermano y utilizando su inteligencia y su posición para desempeñar tareas arriesgadas, entre ellas el espionaje. Controlaba una red de informantes que actuaba en Salta, Jujuy y Tarija.

Manuela Sáenz, la libertadora del Libertador (Ecuador 27/12/1797- Perú 23/11/1856)

«Mi país es el continente de América»

En 1819 en Lima colaboró con los patriotas peruanos, buscando recursos para financiar la causa patriota, conspiró contra el gobierno colonial, actuando de espía y correo. Contribuyó decididamente en el cambio del batallón realista Numancia hacia las filas patriotas.

Por sus actividades proindependentistas, el general José de San Martín le concedió el título de «caballeresa del Sol».

Participó de la mayoría de las batallas incorporándose como compañera de lucha de Bolívar durante 8 años. Por mérito propio se incorporó a su Estado mayor, haciéndose cargo de todo su archivo; combatió en la batalla de Junín y más tarde en la batalla de Ayacucho, lo que le valió el grado de coronela. Salvó la vida del Libertador en dos ocasiones al frustrar dos intentos de asesinato. Por ello, el mismo Bolívar la reconoció con el sobrenombre de la libertadora del Libertador.

Tras la muerte de éste en 1830, las autoridades de Bogotá expulsaron a Manuela de Colombia que se exilió primero en Jamaica y más tarde en el Perú, donde vivió durante 21 años en condiciones precarias, hasta su muerte el 23 de noviembre de 1856, víctima de una epidemia de difteria que azotó la región.

 

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