Estos últimos años somos protagonistas y testigxs de cómo el movimiento de mujeres, las disidencias y el feminismo tomaron con más fuerza que nunca las calles, poniendo en agenda discusiones que siempre nos han sido negadas. El salto cualitativo y cuantitativo es indiscutible a tal punto que hoy sabemos muy bien que estamos abriendo un nuevo capítulo en la historia, no sólo de nuestro país, sino del mundo entero.
Es en este punto que nos animamos a realizar algunos balances recientes de cómo nos encontró este 4 de junio y a su vez plantear algunas discusiones políticas, porque sabemos que el feminismo se nutre de todas las voces y experiencias.
¿Cómo llegamos a este 4 de junio?
Una vez más, para el armado de este 3J, retomamos en los distintos puntos del país las ya instaladas Asambleas. Miles de mujeres y disidencias organizadas o no, nos nucleamos en diferentes ciudades para preparar este nuevo encuentro logrando así conformar espacios con un heterogéneo arco político compuesto por las más variadas organizaciones y tradiciones.
En las distintas ciudades del país, estos espacios fueron definiendo distintos aspectos. Por un lado, algunas ciudades como Mar del Plata, Córdoba, Mendoza, Neuquén, CABA establecieron el lunes 4J para el desarrollo de las movilizaciones y actividades previas para dar mayor visibilidad, otras ciudades como Rosario ponderaron preservar el 3J como fecha a instalar para realizar un festival artístico con Pañuelazo. En todas las ciudades, como era de esperarse, tuvo centralidad el debate por el Aborto legal, seguro y gratuito, estableciéndose su exigencia como consigna principal en la mayoría de las acciones para esta fecha. Igualmente, el debate se vio fuertemente atravesado por el acuerdo con el FMI, los despidos y tarifazos; y por el aún vigente flagelo de las violencias machistas.
Por otra parte, la asamblea en CABA estuvo teñida de una serie de debates que implicaban consecuencias en la acción unitaria del 4J como evento y acto que mantiene posicionamientos políticos de cara a los gobiernos y al Estado.
Debemos afrontar aquí que el primer debate se dio en torno a no realizar ninguna acción que incluya movilización – acto – documento unitario tras realizarse un balance negativo del 8M donde no se respetaron los acuerdos de orden establecidos para las columnas impidiendo así que la cabecera de la movilización ingrese primero a Plaza Congreso.
En este sentido, sectores del kirchnerismo, militantes del colectivo Ni Una Menos y Patria Grande plantearon la crítica pero propusieron resolver el debate, desandando lo que hasta ahora viene siendo una masiva política: la movilización, el acto final y el documento único. Claro que cada uno de estos sectores tuvo matices en sus planteos, pero parecían coincidir en el punto en que se ponía en duda la cuestión de la unidad, aspecto que viene siendo tradición de nuestro movimiento, y que es fruto de la acumulación de varios años de debate.
Desde sectores de la izquierda, organizaciones compañeras nucleadas en el FIT como también desde la Campaña Nacional contra las Violencias hacia las Mujeres (de la cual participamos activamente como Venceremos) sostuvimos la necesidad de realizar medidas unitarias para lograr una demostración fuerte en las calles, contra la violencia misógina y patriarcal del Estado, los gobiernos y la iglesia. Sin embargo, también es necesario marcar que es indispensable transformar las lógicas imperantes, para fortalecer nuestros espacios comunes. Sabemos que la ruptura de acuerdos básicos, como sucedió el 8M, pone en peligro la fortaleza para luchar en las calles y esta marca no nos es ajena, sino que nos desprende tareas concretas para ejercitar la unidad de acción con independencia política también en el feminismo, algo central ante un gobierno que avanza con ajuste y represión, en sintonía y con apoyo del clero.
Es preciso no perder de vista la necesidad de seguir construyendo en unidad este movimiento poderoso, que puso en jaque a este gobierno con su primer paro que se desarrolló en todo el mundo con masivas movilizaciones. Argentina fue punta de lanza y es ejemplo. El conjunto del movimiento tiene esa responsabilidad histórica, las organizaciones de izquierda y el campo popular tenemos ese desafío. Estemos a la altura.