A 70 años de la creación del Estado de Israel y de la Nakba
No sólo es un acto solidario, es un objetivo revolucionario
Mientras los sionistas festejan la creación del Estado de Israel, las y los palestinos conmemoran la Nakba (en árabe: catástrofe o desastre), es decir la masacre de su pueblo y la expulsión de su tierra.
Desde el 30 de marzo pasado, día que los gazatíes (palestinos y palestinas pobladores de Gaza) iniciaron La Gran Marcha del Retorno, la mayor protesta palestina contra el Estado de Israel en los últimos cuatro años, llegaban a 41 las y los palestinos asesinados por el ejército israelí sumados a centenares de heridos y heridas. Las cifras de espanto se actualizan hoy cuando ya son más de 50 las muertes y más de 2000 las y los heridos frente a los bombardeos que el gobierno de Netanyahu impartió sobre Gaza por las huelgas masivas en rechazo absoluto a la decisión de Trump de mudar la embajada de Estados Unidos desde Tel Aviv a Jerusalém, hecho que contradice todas las resoluciones de la ONU al respecto.
Esta situación expresa por sí sola la magnitud del genocidio llevado a cabo por uno de los ejércitos más poderoso de la tierra desde que se sucede la Nakba.
Cuando se analiza la situación de Palestina-Israel hay quienes afirman que se trata de un conflicto milenario. No es así. Milenaria es la existencia de esos territorios, milenaria la existencia de pueblos que los habitan y la convivencia de religiones. Para analizar este conflicto es preciso tener en cuenta que estamos analizando la historia de una ocupación, y entender la centralidad de la ocupación permite contextualizar la violencia del conflicto, la violencia del ocupante y la resistencia violenta del ocupado.
Hace alrededor de 80 años, la población palestina, musulmana y cristiana, comenzó de a poco, a disipar sus diferencias frente al enemigo común: los dirigentes británicos y el sionismo. Anteriores acuerdos y declaraciones entre las potencias imperialistas al finalizar la primera guerra mundial, fueron el terreno fértil para la creación del Estado de Israel, la inmigración creció exponencialmente dando sustento a la ocupación financiada por el sionismo internacional, más precisamente el de Estados Unidos. El exterminio judío en manos del nazismo alemán luego de la segunda guerra mundial intensificó la inmigración judía a la zona de conflicto aunque un tratado británico lo impedía. Pero los ideólogos del sionismo nunca concibieron una inmigración pacífica sino armada.
En 1947, cuando en Palestina había 1.200.000 árabes y 600.000 judíos y el pueblo palestino poseía el 94% de la tierra y los judíos el 6%, Gran Bretaña pasó el mandato que a fuerza de bala tenía sobre estas tierras a la flamante Organización de Naciones Unidas, la que dividió al territorio en dos. Una parte con el 60% del territorio y en las tierras más cultivables, se convirtió hace 70 años en el Estado de Israel. La otra parte, hoy colonizada en su mayoría por Israel, nunca llegó a convertirse en Estado.
Queda claro, y la historia posterior es lo suficientemente contundente, que la ocupación y la posterior instauración de un Estado gendarme es la expresión de la intención de sojuzgar a los árabes y controlar sus recursos naturales, porque es sabido que geográfica y militarmente la zona tiene un valor estratégico de envergadura.
Tomando como referencia el siglo XX (aunque la historia habla también de anteriores conquistadores) el pueblo palestino ha sido víctima de los ingleses, de los sionistas y del Estado de Israel y, por si fuera poco, de los diferentes gobiernos de los países árabes que, salvo breves períodos y con algunas excepciones, también le dieron la espalda y no los apoyaron en la lucha por retornar a su tierra.
¿Por qué es determinante conocer estos hechos y llegar a conclusiones concretas?
Cuando se habla de dos pueblos-dos Estados, se está obviando el pasado inmediato. No se está teniendo en cuenta el proceso genocida que sucede desde hace 70 años. ¿Por qué se debería haber aceptado la repartición arbitraria que se hizo de una tierra que nunca estuco deshabitada?¿Por qué debemos admitir como una consecuencia natural que el Estado instaurado a fuerza de armas y violencia ejerza una limpieza étnica sobre el pueblo palestino? ¿Por qué vamos a aceptar que existan dos Estados sin cuando uno de ellos, el único que existe actualmente, se apropió de la totalidad del territorio en disputa a través de sucesivas agresiones militares, eliminando de hecho, la posibilidad de existencia del otro? ¿Por qué pensar que es posible que el Estado que ejerce el apartheid aceptará discutir de igual a igual a quién está tratando de eliminar de la faz de la tierra?
Hoy el pueblo palestino está fraccionado tanto política como territorialmente ya que existen varios movimientos y partidos políticos que geográficamente viven en campamentos de refugiados muy dispersos, en los territorios ocupados palestinas y palestinos no pueden organizarse libremente y ya son más de 5.000 las y los presos políticos.
La liberación de las y los palestinos no será posible mientras el sionismo siga gobernando, de la mano del imperialismo norteamericano. Solo con el respeto a los derechos del pueblo palestino será posible la construcción de una solución de fondo para el conflicto, un pueblo que desde hace de 70 años enfrenta y resiste a uno de los ejércitos más fuertes del mundo.
Por lo tanto apoyar la lucha por la liberación del pueblo palestino nos convoca porque su liberación será parte de la nuestra. La suerte de las y los palestinos nos lastima como cualquier injusticia que se produce contra cualquier pueblo en cualquier lugar de la tierra.