
Los respectivos cancilleres de Argentina, Brasil, Colombia, Paraguay, Chile y Perú anunciaron hace unas horas su retiro conjunto de la UNASUR, dejando al organismo con la mitad de sus miembros y principales países en términos de población y economía. El hecho se consustanció a solo 72 horas de que Evo Morales asumiera la presidencia pro tempore de la organización, buscando socavar la autoridad de éste, pero, también, como un paso fundamental en la domesticación de la política regional a los intereses del Departamento de Estado de los EEUU.
En el día de hoy (20/04/18), los distintos representantes de la política exterior de Argentina, Chile, Colombia, Brasil, Paraguay y Perú dieron a conocer que no seguirían formando parte de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR). La decisión se hizo pública sin previa notificación al actual presidente de la organización, Evo Morales, quién había asumido pro tempore hace apenas 3 días. Dando cuenta así de la clara decisión de aislar al mandatario boliviano y reorganizar políticamente a la región e forma más subordinada las orientaciones de la Casa Blanca.
La UNASUR fue creada hace 10 años, bajo el impulso de Hugo Chávez, Néstor Kirchner y Luis Ignacio “Lula” Da Silva, con el objetivo de promover la integración regional, el crecimiento económico y la defensa de la democracia. Pero, al igual que muchas de las instituciones internacionales que comparten esos slogans, los éxitos fueron más que limitados.
Si dudas, la incapacidad de la UNASUR de actuar como un bloque de peso, capaz de frenar o incidir en el destino de los golpes de Estado contra Manuel Zelaya en Honduras (2009) y Fernando Lugo en Paraguay (2012), puso prontamente en duda la fortaleza de esta organización, e inclusive la de los procesos políticos con que daban sustento. Del mismo modo, su carácter de bloque económico obedeció a una etapa particular signada por el avance de gobiernos “progresistas”, tratando de fortalecer en estas latitudes un “capitalismo en serio” a nivel regional, sin que tenga la perspectiva de promover los cambios estructurales que nuestramerica necesita para superar el atraso y la dependencia. Es así que, consumada la destitución de Dilma Rousseff y con el ascenso al poder Macri y y más recientemente, Piñera, las horas de la UNASUR estaban contadas.
Hasta el momento, el encargado de dar voz a la política norteamericana para América Latina viene siendo Luís Almagro, Secretario General de la OEA y ex canciller de José “Pepe” Mujica. Almagro, quién quizás haya hecho el giro más rápido de la historia del “progresismo” a un discurso ultra liberal digno de un gusano de Miami, hoy celebra la muerte de la UNASUR como un paso más en la desarticulación de la influencia de Bolivia y Venezuela en la región, allanando aún más el terreno para imperialismo yanquee.
En un marco regional de avance derechista, la caída de la UNASUR nos deja una vez más la tarea de pensar cómo construir lazos de unidad y un proyecto común de transformación para toda América Latina. La defensa de los procesos más avanzados de nuestro continente, así como la lucha por justicia y dignidad de todos los pueblos latinoamericanos, demanda fortalecer la organización popular y poner nuestros horizontes en la construcción de una verdadera patria grande nuestroamericana.