A 4 años del fallecimiento de nuestro compañero Fernando “Deli” Deliens en un trágico accidente, lo recordamos como un ejemplo de la juventud militante comprometida en todos los planos a construir una sociedad sin miseria y explotación.

El Deli era de las personas buenas, honestas y humildes que todos los días tenía pintada una sonrisa en la cara. También era músico, tocaba la batería, entendía el arte como una herramienta más, pero importantísima para transformar la realidad.

El Deli fue uno de los primeros compas que construyeron el Movimiento Cultural Hagamos lo Imposible, hoy en día Frente Juvenil con 300 jóvenes organizados/as en todo el país.

Y porque entendía que la pelea se tiene que dar en todos los frentes de lucha, justamente años después pasó a militar en el FOL donde estaba a cargo de la Regional Quilmes y donde era muy querido por todos sus compañeras y compañeros.

El Deli también entendía a la militancia como un proyecto de vida que tenía que tener una estrategia clara para alcanzar el mundo que anhelamos. Por eso estaba organizado políticamente en Hombre Nuevo, donde siendo tan joven era uno de los máximos referentes. Hoy en día Venceremos organización que nuclea a cientos de militantes que luchamos por el socialismo.

El Deli se nos fue joven, pero nos dejó consejos, abrió debates, sembró semillas en muchos y muchas que, como él, sabíamos que debíamos cambiar todo lo que deba ser cambiado.

Se nos fue rápido, tan rápido que a cachetazos aprendimos lo que es el dolor. Pero también aprendimos a seguir, porque ¿cómo vamos a aflojar ahora? Recordamos fuertemente cada mirada, cada barriada, cada debate. Sus intervenciones, siempre justas.  Su sonrisa, siempre contagiando las ganas de levantar la cabeza y seguir.

Y así es como lo levantamos con la lucha cada día, cada hora, cada minuto. En la calle, en el barrio, en el laburo, en el estudio o en esta JTV en el Gleyzer, porque el Deli creía terca y firmemente que el trabajo voluntario es una herramienta creadora de conciencia.

Lo levantamos en la entrega, en la abnegación, en el odio por todas las injusticias. En el amor, ese profundo sentimiento que no nos pueden sacar los poderosos. Y final y sencillamente el Deli era nuestro amigo, nuestro compañero, nuestro referente.

El Deli era sumamente humano, un humano revolucionario, revolucionariamente humano. El Deli fue, es y será. Porque el Deli vive en cada uno de nosotros y nosotras, el Deli vive en la lucha por el socialismo. Y a él, a todos y todas las que no están y a nuestro pueblo les prometemos que haremos lo imposible para más temprano que tarde alcanzar la victoria.

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