Las reformas que el gobierno de Cambiemos anunció de manera inmediata tras su triunfo en las elecciones implican una apuesta de las clases dominantes por modificar de manera estructural las relaciones de fuerza entre capital y trabajo. Lo que está en juego excede los plazos de un mandato o dos de un gobierno en particular. Implica un cambio rotundo en las condiciones de vida de generaciones enteras y se enmarca en una ofensiva histórica de más largo aliento. Enfrentarlas en todos los planos entonces, se convierte en la tarea principal del conjunto del campo popular.

Tras las elecciones legislativas, el Gobierno de Cambiemos asumió abiertamente la ofensiva neoliberal. Los resultados favorables le dieron mayor espalda para lanzar un paquete de reformas que tiene como objetivo readecuar las relaciones capitalistas en nuestro país a tono con el ciclo de acumulación a nivel mundial. Así como en el último año han tenido lugar reformas salvajes en países centrales, es indudable que los capitalistas pretenderán avanzar del mismo modo en los eslabones más atrasados del mismo sistema. Para ellos no importan las condiciones de vida de las y los trabajadores, sino sus propias ganancias. Y ¿de qué forma hacer redituable las inversiones en nuestro país cuándo el salario promedio de un trabajador argentino es el 50% más alto que en Brasil y el 120% que en México? Su respuesta, una vez más, es la flexibilización y pauperización de la clase trabajadora.

Para concretar el conjunto de reformas (laboral, educativa, previsional, en el sistema de salud) el macrismo tejió alianzas con diversos sectores. Para la firma del pacto fiscal, que tiene como puntos fundamentales el congelamiento del gasto público en términos reales conjuntamente con una transferencia de recursos considerable de la caja de ANSES hacia la coparticipación, consiguió la adhesión del conjunto de los gobernadores (a excepción de San Luis).

Para avanzar en la reforma laboral el gobierno cuenta con el apoyo de la cúpula de la CGT. En un acto de histórica subordinación al empresariado, los burócratas de Shmid, Daer y Acuña, en la mismísima Sociedad Rural le dieron el visto bueno al ministro de Trabajo Jorge Triaca. Sin embargo, ante este gesto de total entrega, otros sectores dentro de la misma central salieron a marcar sus diferencias. Fue el caso de Pablo Moyano y la Corriente Federal de Palazzo. Al menos un sector de la dirigencia sindical burocrática tomó nota de las implicancias del arrebato del atril en las jornadas de lucha de marzo y se apresta a sostener cierta legitimidad sobre su base impulsando la resistencia a las reformas.

Estas fisuras llevaron a que el bloque FPVPJ en el Senado tirara la pelota de la reforma laboral hacia delante, lo que no impidió que el propio día de la movilización el senado de media sanción a la reforma previsional.

En este juego de balanzas y contrapesos el macrismo busca desarrollar su programa. La victoria electoral si bien fue envión indudable en este sentido, no fue absolutamente determinante.

Bajo la tutela del imperialismo

La visita del FMI durante este último mes no puede ser pensada escindida de lo anterior. Los funcionarios del principal organismo de crédito a nivel mundial vinieron a hacer una supervisión del escenario actual para dejar en claro que para que Argentina siga su camino hacia “el concierto de naciones” es necesario ajustar aún más.

El elogioso informe emitido dio muestras de que Cambiemos viene realizando las tareas tal como lo encomiendan desde el norte. Sin embargo, acompañando estos elogios el informe también deja en claro que la garantía para “mitigar las vulnerabilidades a mediano plazo” es avanzar en las reformas previstas. Para ilustrar el sendero que el FMI le marca al gobierno, un ejemplo concreto es la reforma previsional. En la “meta” de reducir el déficit fiscal, esta reforma implicaría un “ahorro” para el Estado de 110 mil millones de pesos al año, y dado que reduciría la cantidad y montos de aumentos, así como también el monto inicial de las jubilaciones, disminuiría un 20 % lo destinado del PBI a esta área.

Las “sugerencias” del FMI también incluyen avanzar en la reforma tributaria y laboral. De hecho, ambas constituyen el tándem virtuoso para los bolsillos empresarios. La rebaja del impuesto a las Ganancias para los dividendos no distribuidos y la eliminación de impuestos “distorsivos” como Ingresos Brutos o el impuesto al cheque (que será tomado a cuenta de Ganancias) junto con el aumento de los niveles de flexibilización, son las garantías que los patrones quieren para levantarla aún más en pala.

Ajuste y represión van de la mano

Conjuntamente con el plan de ajuste, los niveles represivos desarrollados por el gobierno nacional y los gobiernos provinciales van en aumento. La fórmula no es nueva, claro está, es intrínseca al mismo sistema capitalista. Sin embargo, el gobierno junto a los grandes medios de comunicación viene desplegando desde hace ya unos meses una operación que apunta a criminalizar la protesta desde ángulos de fuerte similitud con los formulados por la Doctrina de Seguridad Nacional de los años´60 y ´70.

Con el caso de Santiago Maldonado en un principio, y con el fusilamiento de Rafael Nahuel a manos de la Prefectura a finales del mes de Noviembre (ver nota en página 12), se viene desarrollando una campaña racista apuntada al pueblo Mapuche en particular, pero que busca golpear al conjunto de los sectores que se manifiestan en defensa de sus derechos. Desde retóricas que por momentos rozan lo absurdo, se buscó señalar el reclamo legítimo de tierras como “terrorismo”, en pos de instalar la lógica de un “enemigo interno” al que es válido enfrentar con cualquier método.

Dando muestra del profundo carácter de clase del actual gobierno nacional, Patricia Bullrich en la conferencia de prensa realizada al día siguiente del asesinato de Rafael, no dudó en justificar la represión, dejando en claro también en este punto que los cambios de fondo que busca lograr el macrismo expresan un carácter estratégico y no transitorio.

Enfrentar a Cambiemos en todos los terrenos

Lo señalado más arriba entonces, deja planteado un escenario donde se impone desplegar todos los esfuerzos en los más diversos planos. Para el conjunto de las y los trabajadores y el pueblo es fundamental derrotar la reforma laboral. La jornada del 29/11 marcó un primer paso en ese sentido. Para que las próximas acciones crezcan en masividad y legitimidad tenemos que buscar aportar a desarrollar procesos legítimos de lucha que puedan darle continuidad a un plan de lucha en la calle como elemento central para desplegar un polo de resistencia con peso de masas. Es esa también la garantía para que los sectores “críticos” al interior de la CGT se vean tensionados a seguir movilizándose. En esas tensiones internas entre las conducciones sindicales debemos los sectores combativos jugar un rol con mayor protagonismo. Debemos al mismo tiempo desplegar una fuerte campaña hacia aquellos sectores laburantes que siguen apostando a los modelos sindicales reformistas a quienes en todos los casos (CTA de los Trabajadores, CTERA, ATE Capital) separa una brecha importante entre su eufórica retórica antimacrista y su correlato con acciones concretas. En ese sentido, no estamos huérfanos de ejemplos, así lo demuestran las luchas que están dando los y las compañeras docentes del SUTE recuperado en Mendoza que le han arrancado al Gobierno Provincial la reapertura de paritarias, en contraposición a la “tregua” que Baradel le garantizó a Vidal en la Provincia de Buenos Aires.

Ante la avanzada represiva, es de gran importancia promover una amplia confluencia. La rápida respuesta de los organismos de Derechos Humanos nucleados en el Encuentro Memoria Verdad y Justicia y el conjunto de las organizaciones de izquierda ante la represión desatada en Villa Mascardi es un aspecto a destacar. Ahora, es necesario que el reclamo por justicia para Rafael y contra la escalada represiva se extienda, como se logró ya en las manifestaciones de cientos de miles por Santiago así como también la histórica marcha contra el 2X1 que le puso un freno al macrismo. Sobre la base de la iniciativa de tantos organismos consecuentes (en general nucleados en el ENMVJ) es fundamental apostar a la unidad de acción con los más amplios sectores, siendo la Plaza de Mayo un escenario fundamental, con la Marcha de la Resistencia y la presentación del Informe de Correpi como momentos fundamentales, exigiendo justicia para Rafael y Santiago, gritando bien fuerte que el Estado es responsable y que Bullrich debe renunciar.

Pero para derrotar realmente su proyecto tenemos que ser capaces de articular una alternativa política de las y los trabajadores y el pueblo. Desde Venceremos consideramos que la unidad en las calles debe ser un punto de partida para construir una propuesta política unitaria de la izquierda y los sectores en lucha. A contramano de la ofensiva neoliberal, concientes de que los distintos proyectos capitalistas siempre terminan golpeando a la clase trabajadora, apostamos a la unidad de las y los que luchan para forjar un nuevo proyecto de país, que exprese los intereses de nuestro pueblo trabajador.

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