Este 19 de Mayo se recuerda que hace 125 años caía en combate José Martí, principal organizador de la guerra independentista de 1895 y pensador fundamental de una Cuba Soberana “con todos y para el bien de todos”, que debía frenar el expansionismo prepotente del vecino del Norte.

Pero además,  la actualidad de este “Imprescindible” se acrecienta porque cada vez es mayor la necesidad histórica de avanzar en la Unidad de América Latina. Y en José Martí, en su pensamiento y en su gesta, el anhelo nuestroamericano de Patria Grande, Soberana e Independiente, va tejiendo cada día de su vida.

José Martí Pérez nació en La Habana un 28 de enero de 1853 cuando Cuba era colonia española. Y desde adolescente se comprometió en las conspiraciones independentistas. Tenía 16 años cuando, detenido por la Guardia Española, fue condenado y recluido con trabajo forzado en las canteras de San Lázaro y al año deportado a España. A los dos años de prisión  fue liberado y en su regreso recorrió varios países de América Latina con mayor estadía en México y Guatemala, cuyas culturas ancestrales conmovieron a Martí. En 1878 se estableció por periodo breve en Cuba.

En 1881 se instala en Nueva York desde donde desplegó una activa militancia hasta 1895. Y esta estancia en Estados Unidos fue fundamental en su pensamiento porque le permitió “conocer al monstruo desde sus entrañas”. Y es que en el último cuarto del siglo XIX Estados Unidos emerge como potencia que después con la 1ª y 2ª Guerra Mundial será hegemónica. En ese periodo se industrializa, traza un extenso ferrocarril, elimina las poblaciones autóctonas, unificado su territorio luego de la Guerra de Secesión, se constituyen nuevos Estados de la Unión. Es una sociedad moderna y pujante.

Y Martí, que es un atento observador, se da cuenta que esa sociedad se va a expandir, con su política y sus industrias, hacia nuestra América Latina. Y que Cuba y Puerto Rico serán su primera escala. Ya en 1823 la Doctrina Monroe había proclamado la “América para los americanos” en relación a que Europa no debía competir en esta región. Surgía así el Panamericanismo.

José Martí, que en esos años fue cónsul en Nueva York de Argentina, Paraguay y Uruguay,  veía la necesidad imperiosa de frenar ese expansionismo yanqui. En su periódico “Patria” alertaba de que EEUU pretendía ocupar el papel colonialista de España. Por eso, ya en ese momento, hablaba de que era hora de declarar la 2ª Independencia, no ya de España sino de cualquier otra potencia, en referencia a EEUU.  Para Martí la Unidad Latinoamericana se consustanciaba con la lucha antiimperialista.

En 1891 publica “Nuestra América” donde desarrolla todo este pensamiento tan actual. Tan es así que en el año 2019 el Presidente Donald Trump decía en Naciones Unidas: “Ha sido la política formal de nuestro país, desde el Presidente Monroe, que rechacemos la interferencia de naciones extranjeras en este hemisferio y en nuestros propios asuntos”. En alusión obviamente a China y Rusia.

Por todo esto, en la actual disputa geopolítica e interimperialista, donde nuestro rol latinoamericano es enfrentar  la embestida de sometimiento y extractivismo, el pensamiento de Martí constituye para nosotros una guía indispensable.

El 11 de Abril de 1895, junto a un contingente de patriotas militantes del Partido Revolucionario Cubano, zarpa rumbo a su amada Cuba. Ya en la Isla los preparativos son intensos y ya se inician los combates. El 19 de Mayo en maniobra de arrojo y heroísmo encuentra la muerte.

En la integridad múltiple de su hacer como escritor, poeta, propagandista es necesario rescatar su gran obra militante: la construcción del Partido Revolucionario Cubano. Fue clave para la llegada a Cuba y su inserción en la Isla permitió la gesta independentista. Como en las antiguas Logias,  donde militaron Bolívar y San Martín,  el Partido Revolucionario Cubano se integraba con trabajadores manuales e intelectuales, negros y blancos, de nacionalidad cubana y de otros países latinoamericanos, con gran protagonismo de la mujer. Martí tuvo que romper con el fraccionamiento, la dispersión, las rivalidades y el excepticismo, producto de las derrotas pasadas. El Partido tenía su Estatuto que le daba formas autónomas y democráticas. Martí rechazó el cargo de Presidente para ser Delegado. El Proyecto Revolucionario debía ser “Democrático y Colectivo” y el Partido “Idea y Brazo” con una crítica muy profunda al personalismo y caudillismo. Su órgano de Prensa fue el periódico Patria que llegaba a cada rincón de Cuba. La meta era lograr una América totalmente emancipada, que fue el sueño de Bolívar y San Martín. Y así lo dijo Martí: “Ahí está él, calzadas aún las botas de campaña, porque lo que él no dejó hecho, sin hacer está hasta hoy, porque Bolívar tiene que hacer en América todavía”.

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