El conflico en el Frigorífico Penta, de Quilmes, lleva cerca de 90 días. En tres meses, el empresario Ricardo Bruzzese, vinculado al peronismo, violó todas las leyes y derechos laborales existentes: incumplió en el pago de salarios en medio de un flagrante lockout, intentó descabezar al cuerpo de delegados, amenazó y agredió trabajadores (primero con la Policía Bonaerense, luego con barrabravas). Es necesario que la pelea que vienen dando los trabajadores del frigorífico logre ponerle un límite a la avaricia y la prepotencia patronal.

Un breve recorrido por una enorme pelea

En estos casi 90 días de lucha, los trabajadores de Penta realizaron ollas populares, cortes de calles (incluido el Puente Pueyrredón), caravanas, petitorios ante gobernantes, incluidos la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, el gobernador bonaerense Kicillof y el propio presidente Alberto Fernández. Por su parte, desde la empresa se vienen incumpliendo todas las formalidades posibles. Sin amparo legal pero con espalda política, el dueño, Ricardo Bruzzese, no paga los salarios adeudados y mantiene un lockout escandaloso. El pasado 2 de junio, una patota arrojó piedras y hasta tiros al aire para intentar amedrentar a los trabajadores en lucha que estaban reunidos en la puerta de la planta. Pese a todo, la comisión interna del frigorífico y los trabajadores en lucha siguen dando pelea en defensa de los puestos de laburo que son sustento de 240 familias, y también de su organización gremial. El propio Bruzzese, a través de su abogado, señaló con desparpajo en sede del Ministerio de Trabajo bonaerense que su intención es descabezar al cuerpo de delegados. Todo ante la mirada pasiva de las autoridades políticas.

Los obreros y el reclamo de expropiación

Ante los anuncios de expropiación de la vaciada empresa Vicentín, ahora puestos en duda por el propio gobierno que los efectuó, los trabajadores de Penta no vacilaron en levantar una justa consigna: ante la impunidad patronal, ellos también reclamaron que la empresa le sea quitada a Bruzzese y puesta a trabajar, de una vez por todas, en este caso bajo la órbita estatal. El reclamo pone el eje en una perspectiva de fondo. Ante la avaricia patronal, frente a quienes acaparan la riqueza producida socialmente y, como este caso pero también en tantísimos más, no son capaces siquiera de cumplir las leyes mínimas que regulan su actividad, se levanta la perspectiva de poner a esa empresa a trabajar con una lógica distinta… la de su utilidad social. Quienes alzan su voz en defensa de la propiedad privada de los patrones, tratan de ocultar que su riqueza se basa en la acumulación de capital que proviene del trabajo ajeno y lo que éste genera. Como reza el dicho popular: hay empresas sin patrón que pueden producir, pero no sin sus obreros.
A casi tres meses de lucha, es sumamente importante que los obreros de Penta triunfen. En medio de una crisis económica y sanitaria sin precedentes, la expropiación de la planta sería una justa solución. Sabemos que para que esa consigna cobre materialidad, es necesario desplegar una lucha que exceda los marcos actuales, que condicione al sindicato de la carne a tomar un curso de lucha de mayor decisión y que obligue a un gobierno vacilante, que habla de los derechos de los trabajadores pero “rescata” al empresariado, a dejar de proteger al mafioso Bruzzese.

Si los obreros de Penta ganan, ganamos todxs.

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