Hoy se cumple un año del montaje judicial y mediático que los Estados Unidos y la clase dominante colombiana lanzaron contra Jesús Santrich, ex – comandante de las FARC – EP, negociador plenipotenciario de los Acuerdos de La Habana y parlamentario de paz electo por el nuevo partido FARC. El objetivo inmediato: mantenerlo en prisión y extraditarlo a EEUU, como en 2004 hicieran con Simón Trinidad. El objetivo de más largo alcance: asestarle una estocada a un proceso de paz tergiversado, retaceado y en permanente redefinición por parte del poder. Junto con ello, la ya conocida maquinaria mediática que sin pruebas de ningún tipo, busca enchastrar (ante la maleable “opinión pública”) a uno de los dirigentes revolucionarios más lúcidos y críticos que tiene nuestro continente denunciándolo de narcotráfico.
El 9 de abril es una fecha emblemática para el pueblo colombiano y para todos los pueblos de Nuestra América. Ése día de 1948, Jorge Eliécer Gaitán un líder popular fue asesinado. En respuesta se produjo el Bogotazo que fue respondido al modo en que la oligarquía colombiana contesta cualquier protesta social y política: la represión. Con fuertes raíces en la historia de exclusión con que se construyó el estado colombiano, luego de derrotado el proyecto bolivariano y emancipador de la Gran Colombiana, el asesinato de Gaitán marca el inicio de una nueva fase de guerra en el país hermano, aquélla marcada por la Guerra Fría. Recordemos que mientras el pueblo tomaba las calles, se desarrollaba en Bogotá la IX Conferencia Panamericana que daría nacimiento a la Organización de Estados Americanos (OEA, o Departamento de Colonias de los yanquis, como la bautizó el Che). Estaba presente allí nada menos que el Gral. George Marshall para asegurarse que esa nueva institución respondiera al viejo lema de “América para los americanos” y que quedó plasmado en la carta de la OEA considerado el primer documento anticomunista oficial del sistema de estados americanos.
La Doctrina de la Seguridad Nacional y la lógica contrainsurgente con el estado colombiano ha enfrentado el conflicto económico y social desde entonces tiene un nuevo ejemplo en la detención de Santrich. La metrópoli pide extradición pero se niega a presentar pruebas. La fiscalía afirma tener pruebas en los medios, pero no las presenta. En el medio, la búsqueda de tergiversar el sentido de la JEP (Jurisdicción Especial para la Paz) definida en los Acuerdos como mecanismo de justicia transicional para garantizar la verdad, la reparación a las víctimas y la no repetición, a la cual se había acogido Santrich. Ante cada revés del proceso, dada la flagrancia de la mentira, se montó un escándalo. El propósito es garantizar la impunidad de las fuerzas armadas y de los grupos paramilitares, así como de las grandes empresas y poder terrateniente que sostuvieron la guerra, y perseguir y judicializar a los y las rebeldes. A eso apuntan ya en forma explícita las “objeciones” de Duque al estatuto de la JEP.
Al exigir LIBERTAD A SANTRICH, exigimos la libertad de todas y todos los prisioneros políticos. Denunciamos la hipocresía de un estado que al mismo tiempo que juega un triste papel de alfil del imperialismo yanqui atacando a Venezuela hablando de “libertad y democracia” persigue, judicializa, reprime y asesina a líderes y lideresas sociales. Al mismo tiempo, al exigir la libertad de Santrich reclamamos la libertad de Simón Trinidad, el “hombre de hierro”, prisionero en las garras del imperio yanqui y sometido a toda clase de torturas desde su detención. Y levantamos la bandera de libertad a Santrich abrazando al aguerrido pueblo de la Colombia morena y profunda que viene protagonizando la MINGA indígena y campesina, exigiendo que se cumpla los acuerdos de reforma rural integral y de desmantelamiento del paramilitarismo. Exigimos el fin de la represión estatal que es responsable de diez nuevas muertes. Nos solidarizamos con ese pueblo que lucha por PAZ CON JUSTICIA SOCIAL. Como enseñaron los y las estudiantes hace unos meses, como enseñan las y los campesino hoy, será la movilización popular la única capaz de marcar otro rumbo.

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