El año estará marcado por los distintos episodios electorales que se combinarán, a su vez, con el desarrollo de la crisis económica , las luchas contra el ajuste y la escalada represiva de Cambiemos, así como por luchas contra la violencia machista y por el derecho al aborto. Es un escenario abierto cuyas variables se pueden retroalimentar con el transcurso de los meses. Las divisiones entre los bloques burgueses y los desafíos de las organizaciones revolucionarias para intervenir en este proceso.
La renuncia de Javier Iguacel de la secretaría de Energía y Minería luego del anuncio de los tarifazos para 2019 (y atravesado por la disputa por los subsidios para Vaca Muerta) es una manifestación de las dificultades con las que el macrismo encarará su intento para alcanzar la reelección. No es para menos. Las variables económicas del 2018 fueron las peores en décadas: un retroceso y caída de la economía, inflación del 47%, un aumento de la pobreza al 33% y la desocupación alcanza a más de 2 millones de personas sin contar la subocupación, el trabajo precario, etc. En ese contexto, el paquete de medidas represivas como la baja en la edad de imputabilidad, las taser, la restitución de policías exonerados, al igual que la promulgación por decreto de la extinción de dominio son iniciativas para recuperar terreno de cara a la disputa electoral. El gobierno, de acuerdo a todas las encuestas, sufre el desgaste de 3 años pésimos pero mantiene firme su núcleo duro anclado en torno al 30/35%, lo que lo mantiene con chances para disputar un ballotage. Su principal arma electoral es presentarse como el polo «antipopulista». Para esa tarea cuenta también con el FMI que ya advirtió que el resultado electoral podría poner «en riesgo» el plan económico.
La polarización
La expresidenta CFK ha logrado también mantener firme su base de apoyo y crear de esa forma las condiciones para una polarización electoral con Cambiemos (alentado también por el propio oficialismo), a pesar de la causa de los cuadernos y toda la ofensiva judicial que la llevará a tres juicios orales solamente este año. La ex jefa de estado ha sabido explotar el naufragio económico de Macri, al tiempo que cuenta con el apoyo de los intendentes del conurbano que apuestan a usar su figura para mantener el poder en sus distritos, de organizaciones sindicales como la CTA y la CGT y de espacios más pequeños de la centroizquierda. Sin embargo, ni la ex-mandataria ni otros referentes como Kicillof han anunciado su candidatura, subordinando su estrategia electoral a un acuerdo más amplio con el peronismo mientras adaptaron su programa económico a una renegociación con el FMI, algo que anticipan todxs lxs analistas será una necesidad para cualquier próximo gobierno ya que el peso de la deuda será impagable para el 2020.
No cabe duda que Unidad Ciudadana ha logrado conquistar el lugar de principal fuerza de la oposición sobre la base de hacerse eco de los reclamos populares, aunque sea en forma demagógica, y ha logrado condensar las expectativas de importantes franjas del pueblo para echar al macrismo. Hay, asimismo, numerosxs luchadorxs que se reconocen parte de este movimiento. Este aspecto no puede ser omitido por las fuerzas de izquierda que debemos lograr interpelar a la base popular del kirchnerismo y acompañar el desarrollo de una experiencia a través de la unidad más amplia de acción en las calles que permita a su vez impulsar en paralelo un programa alternativo para romper con el FMI y dejar de pagar la deuda.
Contradicciones en el peronismo
En este cuadro, el denominado Peronismo Federal -que intenta articular una alternativa de recambio sin el kirchnerismo- no ha logrado levantar cabeza ni tampoco ha podido ordenar hacia adentro el espacio. El colaboracionismo permanente con las leyes del ajuste del gobierno se paga caro. El estancamiento de sus principales referentes como Urtubey y Massa ha empujado a explorar otras variantes como una candidatura del exministro Roberto Lavagna, que tendría también la función de resucitar a una centroizquierda caída en desgracia como Stolbizer y Lisfchitz. Sin embargo, Lavagna no quiere tirarse a la pileta sin confirmar si hay agua. El principal sostén de esta candidatura sería un apoyo de la UIA y de algunos sindicatos encabezados por Barrionuevo. De no prosperar estas referencias, no debe descartarse que algunas figuras de este campo terminen por integrarse a un armado con Cristina o en el Peronismo Federal.
En tanto, el carácter «unitario» de ciertos candidatos, como pretendía ser Felipe Solá, sintetizando una unidad entre el kirchnerismo y los gobernadores también ha naufragado sin mayor repercusión, y se mantiene alineado con una integración a una eventual lista encabezada por CFK. En ese cuadro, los gobernadores del peronismo se anticiparon en desdoblar las elecciones para no quedar arrastrados en la polarización electoral y poder garantizarse su continuidad. Sumadas las provincias que ya desdoblaron los comicios y aquellas que tienen separados los comicios locales de los nacionales, habrá elecciones prácticamente todos los meses del año.
Debates amarillos
Dentro de la mesa chica del gobierno estuvieron en disputa dos líneas: una encabezada por el propio Macri, con Marcos Peña y Duran Barba, que plantearon mantener unificadas las elecciones nacionales y las de Provincia de Buenos Aires (coincidiendo en esto con la posición del kirchnerismo y los intendentes peronistas).
Por otro lado, María Eugenia Vidal y Rogelio Frigerio (en un acuerdo con Massa, quien le dio los votos para el presupuesto) intentaron adelantar las elecciones en Provincia de Buenos Aires. El cálculo electoral se basaba en que una contienda «nacionalizada» en el distrito podría arruinar las chances reeleccionistas de la gobernadora con el arrastre de voto de la ex presidenta, en cambio, un triunfo previo allanaría el camino para las generales. El debate, que dio cuenta de las tensiones al interior del PRO, se saldó a fines de enero, con la unificación de las elecciones nacionales con Provincia de Buenos Aires y CABA. El radicalismo, en tanto, resolvió desligarse y adelantar los comicios en Jujuy y Mendoza.
En lo que respecta a la UCR y la Coalición Cívica, se limitan a un papel secundario y a la disputa por las gobernaciones en el mejor escenario. Las principales internas del oficialismo parecen concentrarse en CABA, Córdoba y Santa Fe. En la provincia gobernada por Schiaretti, Negri y Mestre competirán por la candidatura a gobernador mientras existe la chance que se desdoblen las elecciones municipales de las provinciales. En la ciudad de Buenos Aires, Lousteau podría intentar disputar el lugar de Horacio Rodríguez Larreta aunque no parece en condiciones de desplazarlo. El propio radicalismo reconoce que sería para lograr un mayor peso en las negociaciones de cargos. En Santa Fe se negocia una lista común del PRO y la UCR que podría arrebatarle la gobernación al Partido Socialista.
Una campaña desde la izquierda con la voz y el protagonismo de lxs trabajadorxs
Las fuerzas de izquierda y anticapitalistas ingresan a la disputa electoral en un cuadro contradictorio. La polarización entre Macri y CFK ejercerá una enorme presión para desplazar a las listas más pequeñas, al mismo tiempo que la división entre distintas expresiones y la parálisis del FIT por su disputa interna agravan este panorama.
Sin embargo, todos los sondeos revelan un piso en la intención de voto para una candidatura de izquierda que expresa un lugar conquistado en una coyuntura regional desfavorable. A su vez, las distintas luchas populares contra los tarifazos, los despidos, la represión, la violencia machista y por el derecho al aborto, se mantienen firmes y son un enorme campo de desarrollo. Desde ese lugar es posible construir una alternativa que ponga en agenda los reclamos de los sectores más postergados, de las mujeres y disidencias y de la juventud y postular salidas de fondo que alcancen a millones de trabajadorxs. La proyección de un frente y una campaña unitaria de la izquierda es una necesidad, y desde Venceremos en Poder Popular venimos impulsando esa orientación para unir en una sola voz la lucha contra las políticas de hambre y saqueo de Cambiemos y el FMI.
Al mismo tiempo, entendemos que es necesario salir de la rutina y los lugares de comodidad para avanzar y llegar realmente a sectores más amplios. No alcanza con defender un lugar. Nos colocamos el desafío de desarrollar una campaña desde abajo, que impulse y promueva el protagonismo popular como la única vía para volver a tomar el control de nuestros destinos. Con ese objetivo impulsaremos un plenario nacional de Poder Popular para definir nuestros ejes y propuestas de campaña. Las asambleas abiertas y comités de apoyo deberán tener un lugar central para recoger y organizar las distintas inquietudes populares que recorren a nuestro pueblo, y ser un factor de impulso para la participación de trabajadorxs no organizadxs.
¡Vamos por un frente y una campaña unitaria de la izquierda para que las elecciones no sean el show de los ricos y se escuchen los verdaderos problemas de nuestro pueblo!