Los gobiernos de Trump, Bolsonaro, Macri, Duque y el avance de la ultraderecha en Europa marcan el signo político del ciclo que atravesamos en el marco de la crisis mundial. Sin embargo, por debajo se desarrollan gigantescas protestas y movilizaciones que muestran que hay otro camino del lado de lxs oprimidxs y explotadxs.

Con casi nula cobertura mediática a nivel internacional, los días 8 y 9 de enero se realizó quizás la huelga general más grande de la historia del movimiento obrero. Alrededor de 200 millones de trabajadorxs formales y precarizadxs de la India convocadxs por las 10 centrales sindicales nacionales, fueron al paro contra el programa de reformas neoliberales del gobierno de Narenda Modi. Lxs manifestantes reclamaron contra la suba de precios y el desempleo y contra la privatización de los servicios públicos. La adhesión alcanzó el 100% en sectores como la minería o el ferrocarrill y repercutió incluso entre los sectores más precarizados como la venta ambulante y el trabajo doméstico o a domicilio.

En tanto, el 13 de enero millones de trabajadorxs textiles de Bangladesh hicieron una nueva huelga como parte de un movimiento de lucha por aumento de salario y mejoras en las condiciones de trabajo. Lxs obrerxs realizaron piquetes en las autopistas y se enfrentaron a las fuerzas represivas, En el país hay 4.500 talleres que fabrican ropa para las distribuidores occidentales como H&M, Primark, Walmart, Tesco, Carrefour y Aldi. Los 30.000 millones de dólares en exportaciones textiles representan el 80% del total de las exportaciones del país.

Las huelgas en la India y Bangladesh no son un fenómeno aislado en la región. Por el contrario son parte de una tendencia creciente en los últimos años que incluyó también a China, Vietnam y Camboya, con masivas huelgas contra las condiciones de superexplotación de las multinacionales. De acuerdo a un centro de estudios laborales de china (Chine Labour Bulletin), el país «registró 1.640 huelgas o protestas industriales en 2018, alrededor de 400 más que el año pasado, una cifra que no es representativa de todas las huelgas en el país».

África

En un continente arrasado por el saqueo imperialista e invisibilizado sistemáticamente, la clase obrera también da pelea contra la superexplotación capitalista. En Zimbawe, el Congreso de Sindicatos resolvió la convocatoria a una huelga de 72 horas contra el aumento de los precios del combustible que aumentó en un 150%. Las manifestaciones y protestas fueron duramente reprimidas. En Túnez, el corazón de los levantamientos de la primavera árabe, nuevamente fue sacudida por protestas tras otro suicidio a lo bonzo de un joven precarizado y obligó a la central UGTT a convocar a un paro general para el 17 de enero.

En la región hay una tradición obrera de lucha más extendida de lo que suele trascender. En Sudáfrica tuvo lugar un reguero de luchas y luchas con expresiones sindicales combativas como el sindicato de los metalurgicos que se enfrentó a la burocracia sindical que dirige la principal central del país, COSATU.

Los chalecos amarillos y Hungría

Mientras tanto en Europa, tras la irrupción de los «chalecos amarillos» en Francia, surgió un movimiento contra la reforma laboral en Hungría. El primer ministro, Viktor Orban, un prominente ultraderechista que apalancó su figura en la persecución a lxs inmigrantxs, aprobó una «ley de esclavitud» para favorecer a las patronales automotrices alemanas. La misma eleva de 250 a 400 horas extra anuales por trabajadorx. La respuesta fueron multitudinarias movilizaciones durante semanas que ocuparon el centro de Budapest para denunciar la sumisión de Orban a los dictados de los capitales europeos. Si bien el premier anunció que seguirá con la reforma, las protestas marcan un quiebre en un pais donde la ultraderecha venía ostentando la iniciativa y el dominio del escenario político.

Nuestramerica

En nuestro continente también se registra un reguero de huelgas y manifestaciones contra las medidas de ajuste de los gobiernos fondomonetaristas. En Haití tuvieron lugar fuertes protestas contra el aumento de combustibles a mediados de año que obligaron al gobierno a recular. Sin embargo, las movilizaciones se siguen continuando en una nación azotada por la pobreza extrema. En tanto, en Costa Rica lxs empleadxs del sector público -salud, transporte, educación, funcionarios- protagonizaron la huelga más grande del sector en décadas contra la reforma fiscal del presidente que avanza en un recorte de beneficios y conquistas. En Panamá, el sindicato de la construcción estuvo casi un mes en huelga indefinida por aumento salarial. Recientemente, los portuarios de Valparaíso, Chile, protagonizaron una dura lucha que se extendió durante un mes contra las patronales y el gobierno.

Las movilizaciones contra el ajuste y las reformas neoliberales también tuvieron su expresión en las luchas contra la reforma previsional en Nicaragua -que derivó en una crisis política nacional con una escalada represiva y reaccionaria del Orteguismo- y en nuestro país en diciembre de 2017. A su vez, al igual que la rebelión educativa el año pasado en nuestras casas de estudio, en Colombia un masivo movimiento de estudiantes y docentes obligó a sentar al gobierno de Duque a una negociación sobre el presupuesto educativo.

Estados Unidos

Sin ir más lejos, en el propio corazón del imperialismo bajo las barbas de Trump tienen lugar huelgas y movilizaciones contra las ofensivas de precarización laboral. Actualmente, más de 30 mil trabajadorxs de la educación de todos los niveles de Los Angeles se encuentran en huelga por aumento de salario, más personasl y presupuesto. Es la última de los emergentes de un proceso de lucha que tienen al sector educativo como uno de sus principales motores. En febrero de 2018, más de 30 mil trabajadorxs estatales de West Virginia fueron a la huelga general por 9 días -autoconvocadxs contra las conducciones sindicales- por aumento de salario y el fin de la privatización de la cobertura médica. El movimiento que comenzó originalmente como un reclamo docente despertó la solidaridad y apoyo de otros sectores como lxs choferes de micros escolares. El movimiento finalizó con un triunfo cuyos beneficios se extenderán a todxs lxs trabajadorxs estatales. También animó a otras movilizaciones como en Oklahoma y Arizona.

En una coyuntura convulsionada por la crisis mundial y las tensiones entre las potencias imperialistas que se disputan el reparto de nuestros recursos y riquezas, la llave de nuestro destino está en las manos de los pueblos del mundo que se rebelan.

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