La crisis económica iniciada en mayo con la corrida contra el peso ha abierto una importante crisis política. La apuesta de Cambiemos: acelerar y profundizar el ajuste. El rearmado del peronismo y del campo popular. Los desafíos de la izquierda anticapitalista.

El mes de mayo fue un quiebre en la situación nacional. El “modelo que no cierra” del que hablábamos en A Vencer de abril puso de relieve muchas de sus contradicciones: corrida, pérdida de reservas, drástica devaluación, inflación, vuelta al FMI; una agudización del empo­brecimiento y degradación de las condicio­nes de vida de las mayorías; nueva escala­da de la política represiva con la asignación de “tareas internas” a las Fuerzas Armadas.

Las luchas populares, en particular las que en diciembre frenaron la reforma previsional, habían obligado al gobierno nacional a administrar su plan de ajuste. Sin embargo, su propia lógica económica terminó llevando a un descalabro. Las res­puestas de emergencia aceleran y profun­dizan la lógica de dependencia y pauperi­zación social que ya era parte del plan de gobierno, al igual que el beneficio a gran escala y sin disimulos a los ricos a través de rebajas de impuestos y retenciones. En consonancia con la perspectiva abierta­mente neoliberal el gobierno da aún más recursos al sector financiero, aumenta el recorte del “gasto público”, profundiza el ta­rifazo, habilita una recesión que ampliará el empobrecimiento popular y, como ele­mento central, vuelve al Fondo Monetario Internacional ampliando nuevamente la deuda externa y la subordinación.

Todo el panorama dejó en evidencia que el gobierno entró en una crisis política por esta situación (cambios en el rol de los fun­cionarios, conferencias de prensa, presión de los grandes medios…). Esta nueva fase de ataque feroz para la clase trabajadora y el pueblo se da ahora en una situación po­lítica particular: la de mayor debilidad de Cambiemos desde su ascenso al poder, lo que pone en agenda la lucha a fondo para su derrota.

La respuesta social

La vuelta al FMI y el ajuste que conlleva, tarifazo mediante, hizo crecer significati­vamente la bronca popular, tal como se ve en las calles, en la masividad de las movi­lizaciones, y es por eso que el gobierno mira con preocupación las encuestas en las que sigue bajando su imagen positiva.

A su modo, diversos actores van expre­sándose en las calles. El acto masivo del 25 de mayo hegemonizado por el kirchneris­mo y sectores de la alianza del 21-F contó con la participación de muchos/as perso­nas independientes. Luego, una lucha más contundente ocupó el centro de la escena: con delegaciones que venían marchando desde todos los puntos del país, la Marcha Federal de los movimientos sociales ocupó de forma masiva la Plaza de Mayo contan­do con un muy amplio abanico de apoyos que canalizó el rechazo al FMI y al tarifazo (convalidado por el veto presidencial a la ley de emergencia tarifaria). Con una par­ticipación protagónica de la CTEP / CCC y Barrios de Pie también expresó la unidad de acción con diferenciación en los planteos de un arco clasista, expresado principalmente por el Frente de Organizaciones en Lucha y el Frente Popular Darío Santillán en el acto. En este marco, es algo a destacar que, ante la presión popular, prácticamente todas las corrientes presentes se expresaron en reclamo de un paro general y los mismos dirigentes de la CGT debieron hacerse pre­sentes –a su pesar- y prometer medidas fu­turas, aunque por supuesto lo hicieron sin fecha. De este modo, la presión desde abajo de los movimientos sociales, que empalma con la presión de muchos/as trabajadores/ as que vienen reclamando una respuesta contundente a sus direcciones sindicales, pone sobre la mesa la posibilidad efectiva de arrancar un paro general a la burocracia de la CGT, lo que supondría un paso adelante para la lucha obrera y popular.

Se mueve el escenario político

Las contradicciones expuestas de Cam­biemos llevaron a una modificación en el escenario político institucional. El pero­nismo, que venía atravesando un nivel de confrontación interna importante, logró unificarse, al menos parcialmente, para pelear la ley de tarifas en el parlamento. Este hecho da cuenta de una perspecti­va más general: el PJ, aún con su enorme heterogeneidad, se perfila ya hacia la dis­puta en 2019, contando con el aporte del PJ de provincias, del massismo, y del kirch­nerismo (con un repunte de la imagen de CFK), quedando sólo por fuera –por ahora-el sector más duro que encabeza Urtubey. Las intervenciones de Pichetto, que pasó de acompañar a viva voz al macrismo a dirigir el bloque “opositor” en la ley de tarifas, dan cuenta de este “cambio de época”.

Dentro del campo popular también avanza un reagrupamiento con eje en el “antimacrismo”. El armado de En Marcha en el que confluyen desde los peronistas (no kirchneristas) del Movimiento Evita hasta Libres del Sur, el PTP (PCR) y la Unidad Popu­lar, incluyendo también a parte de PG, MP La Dignidad y otros, quienes se proponen explícitamente sumar fuerzas al “frente an­timacrista”. Sus integrantes coinciden en el rechazo del macrismo, pero carecen de una perspectiva programática de fondo y común que se proponga no sólo resolver las expre­siones más alarmantes del neoliberalismo, sino superar las contradicciones estructu­rales del capitalismo dependiente argenti­no. Por otra parte, como la experiencia ha mostrado ya en los 90 y el 2001, este tipo de proyecto termina ubicando la derrota del macrismo en un recambio vía PJ, verdadero partido del orden de nuestro país.

Los desafíos de la izquierda anticapitalista

En un escenario como el actual, la iz­quierda anticapitalista debería estar jugan­do un papel protagónico. Sin embargo, su intervención real deja aún mucho que de­sear, y es preciso trabajar para revertirlo. La reacción popular que se está desplegan­do debe contar con la presencia persisten­te de una izquierda que, con vocación de masas, se proponga disputar la perspectiva antiimperialista y antimacrista con otros sectores, para plantear una salida de pro­funda transformación de nuestra sociedad. Se trata de un reto que como izquierda, has­ta el momento, no estamos a la altura de asumir. La izquierda tiene planteada una perspectiva: disputar a nivel de masas y consolidar un polo alternativo al de las pro­puestas de reformulación del capitalismo.

Pero para eso es necesario promover la acción común y una propuesta política uni­taria, que convoque a todos/as los/as que compartimos esta perspectiva. El FIT en eso tiene una responsabilidad fundamental, a la que, hasta el momento, no ha podido dar una respuesta política acorde a las circuns­tancias. Para poder ser parte del escenario político, de la disputa de conciencias de las mayorías populares, es necesario promover una izquierda amplia y activa. Amplia, por­que debe contener a todos los sectores que comparten la necesidad de una salida por izquierda, lo que implica a un arco mucho más amplio de lo que hoy es el FIT, no solo en organizaciones sino también de secto­res independientes que acompañarían un proyecto de masas anticapitalista. Activa, porque la situación actual de la izquierda (atravesada por el internismo) lleva a que no sea un actor de primer orden disputan­do la orientación del movimiento de ma­sas, cuando es una tarea principal estar en la calle y en la primera línea señalando en la acción (y no sólo en el discurso) que los problemas de nuestro pueblo tienen solu­ción si los y las trabajadores somos prota­gonistas y nos planteamos una Argentina sin hambre y explotación.

Sin embargo, en estos tiempos de crisis de Cambiemos vemos en las fuerzas del FIT más comunicados de “delimitación” que acciones políticas para disputar la base del sentimiento antiimperialista y antimacris­ta que, como es evidente, es la base sobre la que es posible y necesario construir un polo anticapitalista de acumulación que no nos lleve a una nueva decepción, como será, por ejemplo, la vuelta del PJ al poder. El tardío y débil acompañamiento de último momen­to del FIT a la Marcha Federal y los balances autorreferenciales son un ejemplo más de una lógica que bloquea la propia potenciali­dad de acumulación de fuerzas que plantea el nuevo escenario. La izquierda ha asumi­do en los últimos años, positivamente, un lugar de visibilidad. Tenemos ahora la po­sibilidad de salir a disputar amplios secto­res de masas. El FIT y sus partidos tienen la responsabilidad principal, en este marco, de promover acciones que permitan unifi­car al conjunto de la izquierda y dar disputa por una orientación que es central para la perspectiva de nuestro país.

Nuestro partido, que forma parte de Poder Popular, milita activamente por este objetivo: aportar a un polo de izquierda que pueda expresar una alternativa real y radical. Consideramos que es imprescin­dible derrotar la ofensiva del macrismo, pero para construir una alternativa de las y los trabajadores que no recaiga en una variante del peronismo. Ponemos nues­tra militancia al servicio de esos objetivos, así como promovemos que el conjunto de la izquierda y de la militancia popular se sume a una perspectiva común para una salida de fondo para las y los trabajadores y el pueblo.

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