En los últimos diez años, pero sobre todo a partir de la muerte de Hugo Chávez, los intentos múltiples de la derecha venezolana por ponerle fin al proceso bolivariano no han cesado: intentos de golpe, guerra económica, violencia parapolicial son algunas de las formas en las que la oposición con el férreo apoyo del imperialismo yanqui actúo. Apostó siempre, a que ese desgaste permitiera en algún momento derrotar en las urnas al chavismo. Sólo lo logró en las legislativas de 2015, pero esa tendencia no se sostuvo. El pronunciamiento del pueblo venezolano fue rotundo en el referéndum por la Asamblea Constituyente de julio del año pasado a favor del chavismo y desde allí, la balanza política se inclinó haciendo previsible el escenario del día de ayer con un triunfó clarísimo de Nicolás Maduro.
La respuesta de la oposición ante el resultado fue de manual: salir a desconocer la elección, plantear que el chavismo hizo fraude y pedir la renuncia de Maduro, con el aval externo de Estados Unidos, Canadá, España y los países del Grupo de Lima (buena parte de los regímenes neoliberales de América Latina, entre ellos, claro, Argentina). Por su parte, el presidente argentino Mauricio Macri, delfín del imperialismo en la región, reunido con los cancilleres del G20 dijo que Venezuela “no es más una democracia”. Esta curiosa apreciación de la democracia bolivariana convive con un silencio atroz hacia la situación de Brasil, donde Michel Temer se hizo del gobierno mediante un “golpe blando” y hoy continúa gobernando con tan solo un 5% de aprobación. Mientras la derecha venezolana y sus aliados exteriores buscaban deslegitimar el acto electoral al decir que había participado menos del 30% del padrón, las mesas escrutadas mostraban que la participación había sido de cerca del 50, mientras intentaron durante toda la jornada provocar y generar incidentes, la tónica general de la jornada fue sin ningún tipo de disturbios, mientras se esforzaban en decirle a todos los medios internacionales que el chavismo compraba votos, el pueblo venezolano fue decidido a cristalizar en las urnas lo que defiende día a día en las calles.
El triunfo de Maduro con algo menos de 6 millones de votos, casi 4 millones más que el candidato Henri Falcón del partido Avanzada Progresista, sumado al nivel de participación electoral, sin lugar a dudas expresan un apoyo popular masivo, pero al mismo tiempo, y como lo ha manifestado la Corriente Revolucionaria Bolívar y Zamora, el voto no es un cheque en blanco. Así como los resultados electorales ponen de manifiesto la defensa de lo conseguido, también son una oportunidad fundamental para ir por más, única forma en la que será posible enfrentar la ofensiva del capital en pos de un proyecto popular. Está planteado, en ese sentido, enfrentar la crisis económica y avanzar en el control sobre los principales resortes de la economía y los medios de distribución, así como también superar límites internos y burocráticos. Para lograrlo el único camino es un mayor protagonismo popular y de las organizaciones revolucionarias.
A las claras este resultado tiene repercusiones a nivel continental. En un marco donde la crisis golpea a los gobiernos neoliberales de América Latina, no se van a hacer esperar las operaciones para poner el foco en Venezuela y buscar conseguir desde afuera lo que no se pudo conseguir desde adentro. En este punto, todas las organizaciones que entendemos el sentido de esta disputa, debemos estar dispuestas a salir a las calles para mostrar el apoyo y la solidaridad internacionalista con el pueblo y el gobierno venezolano.