“Los principios de libertad, igualdad y fraternidad –de la Revolución Francesa- penetraron las mentes abiertas, innovadoras y prácticas de muchísimos hombres y mujeres en el mundo. Una de ellas será la de José de San Martín, que para esa época se incorpora como cadete al Regimiento de Infantería de Línea de Murcia, es el 15 de Julio de 1789”
AMÉRICA INSURRECTA. Ediciones A Vencer y La Llamarada. 2016.
“Tiempo ha que no me pertenezco a mí mismo sino a la causa del Continente Americano.”
José de San Martín
En el inicio de la segunda década del siglo XIX la revolución liberal española, democrática y popular, se encuentra doblemente amenazada. Por un lado, la invasión y ocupación de casi todo el territorio español por parte de los ejércitos franceses al mando de Napoleón. Por otro , la posible liberación de Fernando VII (preso de los franceses) también pronostica la restauración monárquica, clerical y absolutista. El debate de esta compleja situación se realiza en la Logia de “Los Caballeros Racionales” que era el Partido Revolucionario al cual pertenecía San Martín. Finalmente se resuelve que San Martín junto a otros liberales, nacidos tanto en España como en las Colonias, se trasladen a suelo americano para continuar la lucha.
En 1812 San Martín está ya en el Río de la Plata. Dos años antes se había iniciado el proceso revolucionario que daría lugar a la Independencia de las colonias americanas. Y en su nuevo destino encuentra compañeros de luchas e ideales que pelean por llevar adelante un proyecto de emancipación política pero también social, un proyecto de sociedad democrático y popular, que reivindica los derechos de los pueblos originarios, el reparto de la tierra, el fin de la esclavitud y los privilegios y desigualdades. Varios de ellos, como Moreno y Castelli, se han formado en la Universidad de Chuquisaca, donde además de iguales lecturas, de los mismos autores que él había hecho en España, han vivido a escasos años y en los mismos escenarios de las rebeliones de Tupac Amaru y de Tupac Catari, y esto los ha marcado profundamente: Castelli, el orador de la Revolución, será quien lea la famosa proclama que libera de toda servidumbre a los indígenas en el Alto Perú. Otros, habían participado de las corrientes liberales, democráticas y populares en España, como Belgrano que liderará las batallas contra el ejército español luchando también contra los privilegios de clase y casta. También los había como Artigas que al afán independentista unía un reclamo de autonomía, federalismo y reparto de tierras desde un protagonismo soberano de las masas de gauchos e “indios”. Monteagudo, que después del asesinato en Alta Mar de Mariano Moreno, conduce el ahora llamado Partido Morenista, será inseparable de San Martín. Desde su periódico “Mártir ó Libre” y en toda su campaña libertadora por Chile y Perú, Monteagudo será su eficiente responsable de Prensa y Propaganda, además de ministro de Guerra y principal dirigente político de la estrategia revolucionaria en Perú, que después continuará con Bolívar, luchando fervientemente contra la aristocracia que acabaría asesinándolo.
El otro grupo social independentista, pero en conflicto hasta violento con los anteriores, es el de los hacendados interesados en la libertad absoluta de comercio que los librara del monopolio español y les permitiera seguir acumulando riquezas. Una independencia que no pusiera en cuestión su lugar de privilegio en la sociedad. Una independencia política que mantuviera la esclavitud, la servidumbre indígena, la desigualdad social. Y acuerdan en intereses con los comerciantes exportadores de los productos ganaderos y también con los comerciantes de nacionalidad inglesa. Los estancieros, gracias a la brutal y violenta apropiación de la tierra realizada con la conquista europea, eran una clase en ascenso por la creciente demanda europea de cueros. A tal punto que los grandes comerciantes también se convirtieron en estancieros. Como fue siempre, nuestra economía fue ordenada por y dependiente del Mercado Mundial. El actual extractivismo sojero y minero en ese momento era del cuero, después fue de la lana, del trigo, de las carnes. Sólo les interesaba dar crecimiento y seguridad a sus grandes propiedades y convertir al llamado indio y al gaucho en disciplinado peón rural y que llegaran los gringos para trabajarle sus tierras. Y los estancieros y comerciantes, constituidos en latifundistas, se cubrieron de ropaje liberal para sus intereses de clase, siempre obedientes al neo-colonialismo de turno. Y sus pro-hombres fueron Rivadavia, Mitre, Roca y después Martínez de Hoz y Cavallo y ahora Macri. Fue siempre el Partido de la “Nación blanca, descendiente de europeos” aunque también ejercieron la explotación del inmigrante trabajador.
San Martín -lejos de ese proyecto aristocrático- entiende que la guerra de Independencia será prolongada y heroica, y que podrá unir a todos los pueblos de nuestra América para pelear por una libertad que no implique solo la independencia política sino que construya un camino de emancipación social y democrática. Con ese objetivo, San Martín impulsará la participación de los sectores populares en el ejército y promoverá el protagonismo de quienes venían siendo oprimidos por las clases dominantes, incluso planteando la lucha como continuidad de las grandes rebeliones de los pueblos originarios. De inmediato organiza el Regimiento de Granaderos que en el combate de San Lorenzo pone fin a la amenaza realista de Montevideo de invadir Bs. As. y aniquilar la gesta de Mayo. Seguidamente marcha a Salta para hacerse cargo del Ejército del Norte, que venía derrotado en Vilcapugio y Ayohuma al mando de Belgrano, con quien San Martín comparte el ideario morenista y la necesidad de ir a fondo y con firmeza contra el enemigo. En el norte, el general no dudará al ordenar la pena de muerte para los asesinos, criminales y traidores a la causa revolucionaria que habían cometido atroces crímenes contra el pueblo. Al tiempo que despliega esta violencia revolucionaria, San Martín liberará a los esclavos que se sumen al ejército patriota, dándoles condiciones incluso de privilegio.
Hasta ese momento el plan militar estratégico para derrotar a los ejércitos españoles era avanzar con los ejércitos patriotas por el Alto Perú (Bolivia) y llegar y ocupar Lima que era el centro realista. Pero San Martín entiende que ese no es el camino correcto. Que la frontera Norte, por sus características geográficas y de población, debe ser defendida para impedir el ingreso realista con fuerzas guerrilleras, en táctica de guerra de movimiento, usando el golpe de sorpresa y la retirada, para debilitar al enemigo sin arriesgar fuerzas. Y esto lo había aprendido San Martín de las guerrillas españolas contra los franceses. Al frente de esta defensa y de esta guerra de guerrillas queda Martín Miguel de Güemes y sus jefes serán Manuel Padilla, Juana Azurduy, Warnes, Arenales y muchos más. Todos ellos fundamentales para mantener a raya al ejército realista en el norte a través de esta “guerra gaucha” y popular en la que los caudillos -odiados por la oligarquía norteña- liberaban de sus deudas a quienes se sumaran a la lucha por la libertad. En esta guerra de guerrillas del pueblo se expresaba la adhesión al proyecto sanmartiniano de los sectores oprimidos y explotados por el colonialismo español y sus herederos criollos.
A contrapelo del centralismo de la burguesía comercial porteña que no tiene otro interés que garantizar el libre comercio, San Martín comienza a dar forma a un Plan estratégico de liberación continental que empalmará con la lucha bolivariana. San Martín comunica su plan a Rodríguez Peña, integrante del Directorio: “…..un Ejército pequeño y bien disciplinado en Mendoza para pasar a Chile y acabar allí con los godos apoyando un gobierno de amigos sólidos…..Aliando las fuerzas, pasaremos por el mar a tomar Lima. Es ese el camino y no éste mi amigo. Convénzase Ud. que hasta que no estemos sobre Lima, la guerra no acabará.” San Martín hace con este plan y su ejecución uno de los mayores aportes a la historia militar emancipadora de Nuestra América.
Gobernador de Cuyo: Su Programa es el “Plan de Operaciones”
En Agosto de 1814, estando en Córdoba, San Martin recibe el nombramiento de Gobernador Intendente de Cuyo, que comprendía las actuales provincias de Mendoza, San Juan y San Luis. Mientras los dirigentes de Buenos Aires dilatan el apoyo financiero que se requería para la guerra, tropas realistas acantonadas en Lima avanzaron hacia el Sur por el Pacífico y entraron en Chile derrotando en Rancagua a las tropas patriotas chilenas dirigidas por O´Higgins que se refugiaron en Mendoza. En ese tiempo, y forzado a esperar por la falta de recursos para llevar adelante su proyecto, San Martín -como Gobernador de Cuyo- llevará adelante su gestión durante dos años y meses aplicando las directrices de gobierno que recomendaba Mariano Moreno en el Plan de Operaciones. Así, no sólo lograría desarrollar una importante y autosostenida actividad económica en la región sino que incrementaría la adhesión popular al tiempo que lograría obtener los cuantiosos recursos que demandaban formar un Ejército Regular. Se propuso y lo logró juntar todos los recursos necesarios dentro del propio territorio. Conformó un Estado centralista y planificador con amplias facultades para ordenar y desarrollar el conjunto de la economía. Liberó a los esclavos, desarrolló la Industria, en primer lugar la Fábrica Militar donde se fabricaban fusiles, municiones y piezas de artillería. Y donde los conocimientos se transmitían fundando el Colegio Público de Ciencias y Humanidades. Expropia los bienes de españoles realistas que han huido e impone fuertes contribuciones a las clases pudientes. Distribuye y hace producir la tierra fiscal. En 1816 manda Instrucciones a sus diputados en el Congreso de Tucumán y protagonizará una ferviente disputa contra los intereses comerciales y estancieros sobre todo porteños hasta que se declara formalmente la Independencia de las provincias Unidas en SudAmérica -de España y de todo otro poder extranjero.
El Cruce de los Andes: Gigante despliegue de audacia y organización
En una mañana de enero de 1817 San Martín y su Ejército de los Andes se despidieron de Mendoza para cruzar los Andes. Empresa casi descabellada, tan imposible, que permitió sorprender a los realistas y que sería luego destacada como una enorme proeza por los más renombrados militares europeos. El General San Martín escribió: “Las dificultades que tuvimos que vencer para el paso de la Cordillera sólo pueden ser calculadas por el que las haya pasado”. Eran 500 Km a recorrer hasta Chile. En el camino no se podía cazar ni conseguir pastos para la numerosísima caballada y las mulas de carga. Los víveres para los 20 días que debía durar el cruce se llevaban en carga de mulas. Igual los cañones y municiones. La altura apunaba a los expedicionarios. A la noche la temperatura era de hasta seis grados bajo cero. El Aconcagua, con sus seis mil metros de altura, sus glaciares y sus torrentosos ríos, era el único testigo. La expedición carecía de hipótesis de retirada; era a Libres o Mártires, Patria o Muerte. Y era un ejército formado por chilenos, peruanos, paraguayos, del Alto Perú y del Río de la Plata. Los nacionalismos actuales no existían en los tiempos de la Primera Independencia. Y los revolucionarios actuaban con una conciencia enteramente continental de Patria Grande.
El 4 de febrero, ya en el descenso por territorio chileno, se tuvo el primer contacto con tropa enemiga sorprendida. Enterado el Capitán General de Chile Marcó del Pont, dispuso tropas en la serranía de Chacabuco para enfrentar a la tropa criolla. En el valle de Chacabuco el enfrentamiento dura 26 hs. Hasta San Martín entra en combate sableando enemigos. Al terminar el combate con la derrota realista quedan 500 godos muertos y 600 prisioneros. Los patriotas han tenido 120 muertos y cerca de 200 heridos. El Ejército Patriota entró victorioso a Santiago de Chile el 14 de febrero de 1817. Así lo expresaba San Martín: “En veinticuatro días hemos hecho la campaña; pasamos la Cordillera más elevada del Globo, concluimos con los tiranos y dimos la libertad a Chile”.
Independencia de Chile y de la Nación Mapuche
Se quiso elegir a San Martín Gobernador de Chile pero no aceptó y cedió el lugar a O´Higgins reservándose el puesto de General en Jefe del Ejército Unido de los Andes y Chile. Pero ambos y la Logia Lautaro trazaron las directrices principales de gobierno, dando cuenta del profundo articulado político que unía tanto en objetivos como en organización política al grupo revolucionario. Entre otras medidas, se eliminaron los títulos nobiliarios, los mayorazgos y se sacó a la Iglesia el monopolio de cementerios y Registro de las Personas. Se ganaron el odio de la oligarquía nobiliaria y latifundista y de la Iglesia. Y fue el único gobierno hasta el día de hoy que reconoció la independencia del pueblo Mapuche. Esto último en especial, pero todo el gobierno de O´Higgins y San Martín es poco conocido por el ocultamiento de la historia Oficial al servicio de las clases dominantes de entonces, que se han perpetuado en el poder hasta la actualidad y que en la hermana república de Chile derrocaron al gobierno de Salvador Allende, experiencia de construcción de poder popular y emancipación social.
Al Perú con un Ejército de Patriotas Americanos
El 20 de Agosto de 1820 desde Chile, San Martín inicia la segunda etapa de su plan continental de liberación. Del puerto de Valparaíso parte la flota rumbo al Perú con 9.000 hombres y todo el pertrechamiento de guerra. Más de tres años le había llevado conseguir y organizar todos los recursos para semejante expedición. Y parte con un plan rigurosamente debatido y detallado en la Logia Lautaro. Mientras tanto, en las Provincias Unidas del Río de la Plata ya no hay gobierno representativo. En la batalla de Cepeda el 1 de febrero de 1820, es derrotado el Director Supremo y se disuelve el Congreso, cunde la desunión y prevalecen las disputas internas. San Martín cuenta sólo con el respaldo del Estado Chileno. Las naves de la expedición portan la bandera de Chile. Con un sólido trabajo previo de organización clandestina y guerra de zapa, los revolucionarios han logrado construir en Perú una red organizativa que articula sus tareas con la llegada de la flota patriota que bloquea algunos puertos peruanos sobre el Pacífico. Desembarca una columna al sur de Lima, en zona de costa, al mando de Arenales. La imprenta que ha llegado con una de las naves imprime numerosas proclamas -de la pluma de Monteagudo- en contra de la esclavitud y las servidumbres, llamando a la insurrección, lo que cala en un pueblo que incrementa su participación en la lucha revolucionaria. En Pasco es derrotado un fuerte contingente español. Se suceden los pequeños combates y las negociaciones con los jefes realistas que abren brechas y contradicciones en la fuerza española. Otras columnas patriotas se destacan en la parte serrana con objetivos de propaganda y relación con el pueblo campesino e indígena del altiplano. Se arma una verdadera pinza alrededor de Lima y el Virrey La Serna y sus principales jefes militares abandonan Lima para hacerse fuertes en las Montañas del Cuzco.
Protector del Perú. El No pago de la Deuda Ilegítima
San Martín entró en Lima el 28 de Julio de 1821. Ese mismo día proclamó la Independencia del Perú. El tres de Agosto el Cabildo de Lima le otorgó el cargo de “Protector de la libertad del Perú”. A fines de ese mes, en su carácter de Supremo mando Político y Militar promulgó un Estatuto Provisional. Entre las varias resoluciones, una establecía que el Supremo Gobierno del Perú no se haría cargo de las deudas contraídas por las autoridades del anterior Virreinato porque se habían concertado sin el consentimiento del Pueblo y en contra de sus intereses. Hace 200 años San Martín ya nos indicaba lo que debíamos hacer con la fraudulenta e ilegítima deuda que padecemos los pueblos de Nuestra América. Se declaró la libertad de los esclavos que se incorporaran al Ejército Libertador y a todos los que nacieran a partir de la Independencia. Se eliminó toda servidumbre sobre los originarios que serían considerados como ciudadanos. Se crearon escuelas y bibliotecas.
La consecuencia de San Martín con la “Patria Grande” fue profunda y siempre presente. La Expedición que salió de Mendoza para liberar a Chile no se llamó Ejército Argentino sino Ejército de los Andes. El proyecto de Constitución que presentó San Martín al Congreso del Perú decía: “Son ciudadanos del Perú todos los nacidos en América”. En la reunión con Bolívar de Julio de 1822 el primer acuerdo fue construir una gran Nación que uniera todas las Repúblicas.
San Marín – Bolívar: La Falsa Antinomia
La idea de la unidad de Nuestra América existía desde hacía tiempo en nuestro continente. América del sur había sido durante siglos una inmensa Colonia dominada por un único poder. Y esa unidad era geográfica pero también política, administrativa, cultural. Esto se expresaba en la autoproclamada condición de “Americanos” de todos los militantes independentistas, tanto del Sur como del Norte. Desde el “Sueño de Miranda” era sentimiento, convicción y acción pública de todos ellos. Y esto constituía “el clima” en la reunión de ambos libertadores, que compartían sin lugar a dudas el común objetivo de consolidar una Patria Grande Suramericana.
Sin embargo, desde Mitre y toda la historia oficial se ha hablado de una violenta antítesis de principios y proyecto entre ambos. Y esto ha sido una gigantesca falacia con objetivos muy precisos. Después de la Abdicación de San Martín, la continuidad de la gesta bolivariana culmina con el triunfo de Ayacucho que sella la Independencia Americana. Pero los esfuerzos posteriores de Bolívar para lograr la Unidad fracasan. Y aquí se monta el mitrismo latinoamericano para denostar ese proyecto tildándolo de pura utopía, imposible de realizar. Ocultan que son las oligarquías portuarias y terratenientes las que sabotean con todos sus medios este proyecto, que se contrapone frontalmente a sus egoístas intereses. También intervienen activamente en ese sabotaje los intereses imperialistas de Inglaterra y Estados Unidos que se favorecen con los pueblos divididos y que se disputan la influencia política y económica de las nuevas repúblicas independientes. San Martín llega a la entrevista de Guayaquil seriamente golpeado por este sabotaje. Buenos Aires le ha quitado toda representatividad, le ha cortado los recursos y lo denuncia por no cumplir las instrucciones de volver al Río de la Plata para intervenir en las guerras civiles. Y esta es la verdadera causa de la Abdicación. La mentira del enfrentamiento sirve para romper la unidad de Nuestra América.
Legado del General San Martín: continuar su Proyecto
Tanto San Martín como los revolucionarios morenistas llevaron adelante una lucha que no se planteaba la independencia sin más, sino que constituía un proyecto emancipatorio profundo, que incluía la toma del poder por parte de los sectores más progresistas de la intelectualidad de entonces, pero que conllevaba sin dudas una real participación y protagonismo popular: los pueblos originarios, los ex esclavos y esclavas, las mujeres guerrilleras, soldadas, conspiradoras, hijas e hijos del pueblo oprimido y explotado durante siglos pelearon fervientemente por la independencia y dieron su vida por un proyecto que los liberara política y socialmente. En las condiciones concretas de las clases, de la organización social, de la cultura y el pensamiento, de la vida de esa época, en esta parte del mundo. Y por supuesto que estuvo vinculada al pensamiento y el devenir histórico universal. Desde esa dialéctica es necesario que avancemos en el conocimiento y conceptualización revolucionaria de nuestra propia historia y realidad argentina y latinoamericana. Retomando esas luchas, aprendiendo de ellas, reapropiándonos de nuestra historia como pueblo, para poder dar efectivamente continuidad a ese proyecto que aún está pendiente.
20 de febrero 2018 –
Carlos Vasco Orzaocoa – Marisabel Grau