Ayer y hoy, diciembre.
Aquel caluroso diciembre de 2001, importantes sectores de la juventud que hoy luchamos contra el gobierno de Cambiemos miramos la rebelión popular por la TV sin saber bien qué pasaba; otrxs salimos de la mano de nuestrxs viejxs a golpear una cacerola; y algunxs ¿por qué no? todavía no habíamos nacido. Sin haber vivido esa experiencia, sabemos que gran parte de lo que sucedió en este diciembre caliente tiene un perfume a 2001. La represión indiscriminada, los gases lacrimógenos, hidrantes, balas de goma y decenas de detenidxs, mezcladxs con barricadas, caras tapadas y gente de a pie resistiendo en la calle y caceroleando por la noche, fueron rasgos que volvieron 16 años después. También la sensación de victoria, cuando nos enteramos que se levantaba la sesión el 14 y se nos iba la voz al grito de «unidad de lxs trabajadorxs y al que no le gusta, se jode, se jode». Alertamos que no somxs ingenuxs, que esto recién arranca y falta mucho para derrotar el plan de Macri, pero aun así es importante resaltar que durante todo el 2017, la juventud ha estado en la primera línea de la resistencia contra el gobierno, incomodando sus planes de derrotar al movimiento obrero y popular para reestablecer una nueva correlación de fuerzas entre el capital y el trabajo.

Desde dónde arrancamos.
Es importante señalar que quienes comenzamos a transitar desde la juventud esta nueva experiencia política arribamos desde puntos de partidas diferentes, pero atravesados por una historia reciente común: el kirchnerismo. Miles de jóvenes adhirieron de manera más o menos activa al proyecto que encabezaron Néstor y Cristina, empalmando con la épica construida alrededor del conflicto con el Grupo Clarín, las patronales agrarias, los fondos buitres y la cárcel a los genocidas. Fue así que una parte de la militancia se estructuró tras las oficinas del estado, disciplinada para defender lo indefendible y atados a la institucionalidad, pero otra porción importante, activistas de a pie, sumaron sus esfuerzos a un proyecto que realmente sintieron como transformador, mientras desde arriba les alertaban que el límite era claro: construir un capitalismo con rostro humano.

Derrotado Scioli- el peor candidato que el kirchnerismo podía elegir para la juventud- la avanzada derechista no se hizo esperar y la desmoralización invadió la cabeza y corazón de muchxs. Algunxs dirigentes invitaron a construir la “resistencia con aguante”, pero no pasaron de convocar a mateadas en las plazas, o pedir retwittear hashtags contra el gobierno. La aparición de CFK volvió a generar expectativas en muchxs, pero el tono apaciguado y el mensaje ciudadano dejó un sin sabor aquellxs que esperaban un planteo directo contra el gobierno que pueda ser expresado en la calle. El punto más crítico de ello fue cuando los llamaron a no movilizarse tras la aparición del cuerpo de Santiago Maldonado, “para evitar caer en provocaciones e infiltrados de cara a las elecciones”.

Vale resaltar que durante los 12 años, desde abajo y a la izquierda construimos organización y una alternativa política que siempre remarcó la imposibilidad de construir un capitalismo humano, de defender el nombramiento de Milani o el accionar de Berni, y la venta de nuestros bienes comunes a Monsanto y la Barrick Gold. Nos negamos a aceptar el posibilismo, afirmamos que no nacíamos con el kirchnerismo sino de las barricadas de diciembre de 2001 y desde allí levantamos asambleas barriales, recuperamos sindicatos, y centros de estudiantes, protagonizando grandes luchas. Aun así siempre intentamos tender los puentes necesarios con una importante camada de jóvenes que visualizaban las contradicciones del gobierno “apoyando lo bueno y criticando lo malo”. Por fuera de una u otra alternativa, se encontraron millones de jóvenes que por apatía, descreimiento o despolitización, se mantuvieron al margen, pero que hoy se indignan frente a las políticas del gobierno macrista y comienzan a acercarse a las organizaciones o participan de sus primeras movilizaciones. Bajo este panorama, estructuramos nuestra proyección política.

Nuestro desafío: derrotar el “reformismo permanente” y construir la alternativa.
La juventud ha sido uno de los pilares fundamentales de la resistencia a las políticas de Cambiemos. Ocupó las calles exigiendo la aparición con vida de Santiago Maldonado, rechazando el 2×1, las reformas educativas, y bancando la represión varias horas el 14 y 18 de este diciembre. Cada una de estas disputas se dio en las calles, con miles organizadxs y otros tantos de pie que no guardaron su bronca y la llevaron a cada plaza. Por ello, desde la Juventud de Venceremos, creemos que la principal conclusión política del año- que se ha condensado en diciembre- es que por más que Cambiemos haya ganado las elecciones en dos oportunidades, tengan las corporaciones mediáticas, la Justicia y la burocracia sindical a su favor, no son invencibles. Nuestro pueblo no se resigna, está de pie y tiene reserva para generar una fuerza digna de vencer. En este sentido, aunque se haya votado la reforma jubilatoria, no consideramos que esto sea un triunfo limpio para el gobierno, ni una derrota total para lxs de abajo. El costo que paga Cambiemos para aplicar el robo a lxs jubiladxs es alto y no lo deja en las mejores condiciones para continuar tranquilamente con su “reformismo permanente”.
Lo que viene es conocido. Luego de las últimas luchas, querrán construir a la juventud como un sujeto violento, “desestabilizador”, criminalizándonos y aplicándonos una justicia que siempre defiende a los de arriba. Lo cierto es que en este diciembre caliente, no fuimos un grupo aislado quienes llenamos las plazas e hicimos retroceder a la policía, sino que demostramos una fuerza masiva dispuesta a resistir y no entregar sus derechos ante el primer amedrentamiento de un gobierno de ricos y hambreador. Esta cualidad nos demuestra que como juventud encaramos esta experiencia política mucho más organizadxs que en 2001. Dicha reserva será fundamental para construir la lucha contra la próxima reforma laboral en una pelea de masas. Debemos agitar en cada lugar de estudio, trabajo, barrio y espacios juveniles en general, que la reforma venidera es una batalla política a encarar con nuestros mayores esfuerzos. La CGT ya ha pactado con el gobierno y el peronismo le ha dado el aval a Cambiemos para quitarle conquistas a la clase trabajadora y llenarle los bolsillos a los empresarios.
Ahora bien, lo fundamental es organizarnos para resistir el plan del gobierno, pero no podemos quedarnos allí. Hay que construir una alternativa política desde la izquierda que sea capaz de plantear un proyecto de país distinto al capitalismo rapaz o humano. Si no enfocamos nuestros esfuerzos en ofrecer una opción política al tiempo que resistimos, nos querrán vender que quienes gobernaron 12 años garantizando que los empresarios se la lleven en pala, ahora pueden ser la alternativa al neoliberalismo. Golpeamos en la calle juntos pero no depositamos ninguna esperanza en quienes ya demostraron sus límites dentro de este sistema de miseria y explotación. Por ello en 2018, la juventud debe organizar y crear alternativa, interpelando a miles y ocupando las calles, donde ya demostramos- en más de una oportunidad- que podemos vencer a lxs de arriba.

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