Los comicios regionales bajo la intervención del 155 concluyeron en una derrota del gobierno de Rajoy y abren un escenario todavía más incierto. Algunos balances provisorios sobre los resultados.

Con sus dirigentes presos o en el exilio, con el govern intervenido desde Madrid y con la oposición absoluta del establishment político y financiero, las fuerzas que se reivindican independentistas igual lograron sumadas obtener la mayoría absoluta del Parlament y las condiciones para formar un nuevo gobierno. Es cierto que la candidata más votada fue de Ciudadanos, un partido «constitucionalista», pero este bloque por sí mismo no cuenta con mayoría propia para gobernar. El PP, partido gobernante del Estado español y cabeza de la intervención, realizó una de sus peores elecciones obteniendo solo tres parlamentarios propios.

Los comicios contaron con una participación record en la historia catalana. Los medios locales intentaron hacerse eco de una supuesta mayoría contra la independencia al señalar que las fuerzas constitucionalistas obtuvieron 2.200.000 votos contra 2.000.000 independentistas, y que la mayoría absoluta de estos últimos está garantizada solamente por cómo se distribuyen los escaños. Se trata de un análisis errado, no sólo por no contemplar que los partidos «del orden» contaron con todo el respaldo del Estado español contra las condiciones de persecución que vivieron el PDECat, ERC y la CUP. Además, dentro de esos 2.200.000 se contabilizan sufragios del frente que impulsa Podemos a nivel local, que, en términos estrictos, se pronuncia «por el derecho a decidir», por lo que no podría ubicarse en el mismo campo político.

Panorama incierto

La intervención dictada por el 155 dura formalmente hasta la formación del nuevo Ejecutivo regional. Sin embargo, ¡este estaría integrado por los mismos que fueron depuestos por el 155! El presidente, Mariano Rajoy, aseguró que volvería a aplicarlo en caso que se forme un gobierno secesionista otra vez. Pero un virtual estado de sitio permanente en Catalunya dirigido desde Madrid resulta inviable e, incluso, genera fisuras en el propio bloque constitucionalista.

Dentro del bloque independentista, los resultados también alumbran algunas conclusiones parciales. Por un lado, muy lejos de sus épocas de gloria donde obtenía la mayoría en soledad, el Partido Democrat (ex CiU) mantiene raspando el liderazgo del espacio seguido de cerca por ERC, que ha experimentado un salto significativo desde su última presentación. De conjunto el bloque independentista retrocede dos escaños y mantiene la mayoría absoluta solo por dos (70 sobre 68 necesarios). Pero dentro de este, de las anteriores elecciones a estas, el mayor desplazamiento de los votos fue hacia ERC. La CUP retrocedió de 10 a 4 parlamentarios, siendo junto con el PP de las fuerzas que peores perfomance realizaron. Sin entrar en un análisis apresurado, los resultados pueden leerse desde la falta de una estrategia propia de la izquierda independentista que llevó a concentrar el voto en las fuerzas mayoritarias.

Sin embargo, ni Puigdemont ni Oriol Junqueras ofrecen ninguna nueva salida a la que ya ha fracasado: negociar con Madrid una declaración de independencia apoyada por la Unión Europea.

Los resultados muestran la amplia disposición de lucha del pueblo catalán para enfrentar a la monarquía borbónica y al Estado español. En las semanas previas a los comicios, los Comités de Defensa de la República (CDR) impulsaron una multitudinaria manifestación en Bruselas por la libertad de los presos políticos y siguen siendo la base del proceso de organización y movilización que ha resistido la ofensiva del 155. En su capacidad de profundizar y radicalizar ese camino, contra las vacilaciones de las direcciones burguesas, está la llave para poner en pie la nueva República de Catalunya.

 

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