En un nuevo intento de humillar y doblegar al pueblo palestino, Trump declaró que trasladará la embajada de EE.UU. a Jerusalén (tal como votó el parlamento en 1995). Este hecho promete una nueva escala de tensiones en el mundo árabe. Como hace más de 70 años, el pueblo palestino resistirá.
«He determinado que es hora de reconocer oficialmente a Jerusalén como capital de Israel», dijo el presidente de Estados Unidos Donald Trump en un discurso en la Casa Blanca la semana pasada. Las declaraciones generaron la indignación en todo el mundo musulmán y árabe, y el alerta en la diplomacia de decenas de países por las consecuencias que una decisión así puede traer para Medio Oriente.
Un poco de historia
Durante cientos de años los árabes, que eran mayoría, convivieron pacíficamente con la minoría judía que vivía en Palestina. Luego de la Primera Guerra Mundial, los territorios bajo el imperio Otomano quedaron bajo mandato británico. En 1922, de una población de 760.000 habitantes, el 11% (80.000) eran judíos. Con el impulso del sionismo, con el fin de colonizar esas tierras para implantar allí un Estado Judío, este porcentaje creció en 1931 al 16 y en 1936 al 28%.
Luego de la Segunda Guerra Mundial, en la que seis millones de judíos fueron torturados y asesinados por el nazismo alemán, se intensificó la inmigración de judíos aunque un tratado británico lo impedía. Los ideólogos del sionismo nunca concibieron una inmigración pacífica sino armada. Ya para 1947 había en Palestina 1.200.000 árabes y 600.000 judíos. Los palestinos poseían el 94% de la tierra y los judíos el 6%.
Ese año, Gran Bretaña pasó el mandato a la flamante Organización de Naciones Unidas, que dividió al territorio en dos. Uno, con el 60% del territorio y en las tierras más cultivables, se convirtió en el Estado de Israel. Otro, que era el 40% restante (hoy gran parte fueron colonizadas por el Estado de Israel), hasta el día de hoy nunca llegó a convertirse en Estado. El 14 de abril de 1948 se creó el Estado de Israel. Inmediatamente un conjunto de países árabes (Transjordania, Egipto, Irak, Siria, Líbano, Arabia Saudita y Yemén) le declararon la guerra a Israel. El ejército sionista, superior en número y en capacidad militar, triunfó y luego de la guerra Israel ocupó un 23% más del territorio asignado inicialmente por las Naciones Unidas.
En junio de 1967, en lo que se conoce como la Guerra de los Seis Días, Egipto, Jordania, Siria e Irak le declararon la guerra a Israel. El Estado sionista venció nuevamente ocupando Gaza, los Altos de Golán sirios, la Península del Sinaí (territorio que devuelle a los egipcios en 1973 tras la guerra de Yom Kipur) y Cisjordania donde se encuentra la ciudad de Jerusalén; esa fue la primera vez que el Estado sionista ocupó la ciudad sagrada de la cual no se iría más.
La importancia de Jerusalén
La ciudad es de importancia para las dos religiones. Para el judaísmo es la ciudad sagrada y el hogar ancestral del pueblo israelí desde el siglo 10 A.C., cuando el Rey David la eligió para construir el Templo Sagrado dentro de sus antiguas murallas. Los judíos de cualquier lugar del mundo rezan en su dirección. Para el Islam, junto a La Meca y Medina, es una ciudad santa ya que el profeta Mahoma estuvo allí en el año 610 “donde rezó y visitó a Alá”. En Jerusalén se encuentra “La Cúpula de la Roca”, edificada en siglo VII lugar en el que, para el islam, Abraham fue a sacrificar a Isaac. También está la mezquita de Al-Aqsa. Ambos templos están en la Explanada de las Mezquitas, el tercer sitio más sagrado para de esta religión.
La intención del traslado de la embajada yanqui de Tel Aviv a Jerusalén no es nuevo. El Congreso de los Estados Unidos aprobó por ley en 1995 que “reconocía el derecho de todo país a situar la capital en el lugar de su elección” y declaraba que “Jerusalén debe ser reconocida como la capital del Estado de Israel, y la Embajada estadounidense en Israel deberá establecerse en Jerusalén…”.
Sin embargo nunca lo concretizó ya que hacerlo significa violar en el plano diplomático todas las resoluciones y acuerdos internacionales de la ONU que dicen que tienen que crearse dos Estados compartiendo Jerusalén. Trump intenta dar un paso más en la avanzada contra la dignidad de los palestinos y del mundo árabe. Es una provocación lisa y llana que no sólo ya desató protestas violentas en Palestina ocupada sino también en todo el mundo musulmán.
La represión de las fuerzas de seguridad israelíes ya generó dos palestinos muertos en la Franja de Gaza y más de 300 resultaron heridos en el llamado Día de la Ira contra la decisión de Donald Trump de reconocer a Jerusalén como capital del Estado de Israel.
No ponemos ilusiones ni en la ONU que se ha encargado de mantener el status quo que privilegia a Israel y oprime al pueblo palestino, tampoco en las dirigencias y burocracias de la Autoridad Palestina que negocian sólo para mantenerse como casta. Las esperanzas están en ese pueblo que hace casi 70 años resiste y enfrenta a uno de los ejércitos más poderosos del mundo.
¡Fuera yanquis de Jerusalén!
¡Viva la resistencia y la lucha del pueblo palestino!
¡Viva Palestina libre!