Martes 11 de septiembre de 1973. La “Operación silencio” está en marcha en Valparaíso para cortar todas las comunicaciones radiales, dando comienzo al golpe de Estado en Chile. Salvador Allende llega al Palacio de la Moneda, portando consigo el AK-47 que Fidel Castro le regaló, para enfrentar las últimas horas de su gobierno, los últimos instantes de su propia vida.

Antes del bombardeo, Allende pronuncia “Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos […] Trabajadores de mi patria: tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que mucho más temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor. ¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!”.
El despliegue militar había comenzado poco antes de las 10 de la mañana. El General Augusto Pinochet lanza sin contemplación la estocada final con bombardeos concretando así el golpe de Estado que traería consigo la masacre en Chile, de todos aquellos hombres y mujeres del pueblo, que decidieron combatir para dar vida a un mundo sin explotación ni opresión.

En este día, a 44 años del Golpe en Chile, recuperamos las palabras de Miguel Enríquez:
“Así llegamos a la situación actual. Vivimos un momento en que el enfrentamiento social y político se ha agudizado en grado extremo. Dos enormes bloques sociales se han constituido.
Por un lado, la clase obrera y el pueblo extensamente activados y movilizados, que dió un salto enorme en organización y conciencia, que desarrolló importantemente su capacidad de defensa, que tomó la iniciativa y tomó nuevas posiciones en fábricas y fundos, levantando un poderoso dique al golpismo y al chantaje, junto a los suboficiales, soldados y carabineros y junto a los oficiales antigolpistas.
Por otro lado, las clases patronales al quedar al descubierto, sin banderas, desarmadas políticamente, sin base popular, se atrincheraron en la institucionalidad y desde allí comenzaron a presionar y a mover sus influencias en la alta oficialidad reaccionaria para que las Fuerzas Armadas actuaran abiertamente a la defensa de sus intereses.
Defienden no la libertad de los trabajadores, sino la democracia y el orden burgués. Defienden esa democracia en cuyo nombre se ha masacrado asesinado y torturado a trabajadores.

Defienden esa democracia que mata por hambre y miseria a millones en el mundo entero. Defienden esa democracia que no es democracia, sino dictadura burguesa y patronal.

Los trabajadores están construyendo en las comunas sus propias instituciones de clase; los Comandos Comunales, órganos del Poder Popular que se fortalece día a día, y lo seguirán haciendo lo acepten o no lo acepten los vacilantes y reclamen lo que reclamen los reaccionarios.
La clase obrera en su lucha ocupó las fábricas y no serán politicastros golpistas forrados en las banderas de la democracia y en dólares extranjeros, los que vengan a imponer sus condiciones a los trabajadores.
Dirán los reaccionarios que esto es transgredir las leyes, la Constitución y el Derecho. Sí que lo es. Las constituciones expresan intereses de clase y correlaciones de fuerza. Aquí en Chile, la clase obrera está levantando en la práctica sus propias leyes y la constitución tendrá que cambiar en favor del pueblo.

Los pueblos tienen el derecho a hacer sus propias leyes. La clase obrera y el pueblo en Chile están construyendo aceledaramente sus propias leyes y echando las bases de una nueva Constitución, de una nueva legalidad, de una legalidad revolucionaria, de esa legalidad que se construye en el combate y en la lucha.
La lucha de clases es siempre una guerra, encubierta. La contrarrevolución burguesa se propone, hoy en Chile, hacerla estallar.

El pueblo no se dejará amarrar las manos. La clase obrera y el pueblo están en disposición de combate, están decididos a defender sus conquistas y están más decididos hoy que nunca a conquistar su futuro.
Compañeros: el pueblo debe prepararse para resistir, debe prepararse para luchar, debe prepararse para vencer.
Trabajadores de Chile: ¡ADELANTE CON TODAS LAS FUERZAS! ¡ADELANTE CON TODAS LAS FUERZAS DE LA HISTORIA! »
(Discurso de Miguel Enríquez en el Teatro Caupolicán – Chile. Julio de 1973)

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