La del 29 de mayo de 1969 fue una gigantesca Rebelión Popular. Una reacción decidida contra los atropellos del Poder. Como lo fue la Semana Trágica de 1919 y la huelga general de 1936, el 17 de Octubre de 1945 y el Argentinazo del 2001. De rechazo a una Dictadura de militares y civiles, obediente a los mandatos de los monopolios. Marcó a fuego la experiencia de los trabajadores argentinos y se logró por la unidad obrero, estudiantil y popular conseguida en las calles de Córdoba.

Los trabajadores cordobeses ya habían agotado todas las vías de reclamos reivindicativos y gremiales. Desde la dictadura de Onganía, instalada en 1966, pero también desde antes, se reclamaba contra la inflación que encarecía la vida, con tarifazos y devaluación, mientras las paritarias estaban congeladas. Y además, desde el Ministerio de Trabajo, querían eliminar el sábado inglés, esa conquista lograda en la lucha por la que el trabajador mecánico y metalúrgico cobraba por 48 hs. pero trabajaba 44, para tener libre el sábado. Fue la gota que rebasó el vaso.

Y fue una huelga política, porque estuvo dirigida contra el gobierno y el Estado. Y coincidió con las luchas del Movimiento Estudiantil, que también se enfrentaba al Estado que había intervenido las Universidades y había prohibido la existencia de las agrupaciones de estudiantes y en “La noche de los bastones grandes” había reprimido, golpeando y deteniendo a estudiantes y profesores de Ingeniería de la UBA. En la Universidad de Córdoba la intervención proyectaba privatizar el Comedor Estudiantil y además arancelar y limitar el ingreso a la Universidad. Se sumaban  amplios sectores medios y populares que sin canales de participación social y política para oponerse a la ofensiva monopólica, importadora y privatista, reconocieron en la clase trabajadora el liderazgo social y se unieron en la lucha.

Pero para entender el Cordobazo, no sólo como punto de bronca y rechazo, sino como propuesta de reorganización social basado en el protagonismo obrero y popular y antesala de la década del 70, es necesario relacionarlo con lo que pasaba en el mundo.

Época de guerras y revoluciones

Un año antes, en el contexto de posguerra de la Segunda Guerra Mundial, 1968 era un año de revoluciones. En Córdoba y en el país se seguía por la prensa y la TV los aconteceres de la ofensiva del Tet, donde las fuerzas del Viet Cong (Ejército de Liberación del Vietnam del Sur) unidas a las Fuerzas Armadas de Vietnam del Norte, conducidas por el General Giap, se habían lanzado contra las tropas de ocupación, y derrotaban y aniquilaban las líneas del ejército norteamericano liberando bases y territorios de Vietnam del Sur.

Al interior de Estados Unidos eran millones los jóvenes que se movilizaban contra la ocupación norteamericana en Vietnam. Y miles los disidentes que se negaban a ir como soldados. Y esta movilización se enriquecía y se mezclaba con reivindicaciones feministas por la igualdad de géneros, del movimiento hippiey y contra la discriminación racial. En 1968 es asesinado por la CIA el líder negro Martín Luther King y tres años antes había corrido igual suerte el otro líder negro, Malcom X dirigente que sería una de las principales influencias de las Panteras Negras.

En 1968 es el Mayo Francés, que es una gigantesca movilización de la clase trabajadora francesa que ocupa fábricas y servicios públicos al tiempo que los estudiantes ocupan Universidades y colegios secundarios. Y en Italia los trabajadores paralizan la economía y el funcionamiento del Estado. Y estas movilizaciones no son dirigidas ni por los Partidos Comunistas ni por la Socialdemocracia que marchan a la cola y rápidamente quieren negociar.

En 1968 en Praga, capital de Checoslovaquia, los trabajadores industriales están descontentos con los dirigentes sindicales y funcionarios del Estado, dirigidos por el pro-soviético Partido Comunista. Quieren mayor participación y autonomía en las decisiones económicas y políticas. Quieren un “Socialismo con rostro humano”, como ellos mismos lo proclaman. La Unión Soviética invade Checoslovaquia y 2000 tanques rusos ahogan el descontento obrero.

En 1968 vivíamos la Revolución cultural China, de profundo contenido socialista y antiburocrático. Y la lucha independentista contra el colonialismo triunfa en Egipto, Argelia, India, Etiopía y África. Y en todas ellas se avanza hacia el Socialismo.

Y en América Latina la Revolución Cubana alumbra todos los caminos emancipadores. En 1966 había caído en combate el sacerdote revolucionario del ELN colombiano Camilo Torres y en 1967 nuestro comandante Ernesto Che Guevara.

En México la insurgencia estudiantil que demandaba democratización de la Universidad y de la sociedad se unía a movimientos de campesinos y trabajadores y se iba convirtiendo en una importante oposición al gobierno. En 1968 la gran Asamblea de la Plaza Tlatelolco fue masivamente fusilada por tropas del Ejército con centenares de muertos y desaparecidos.

Los trabajadores argentinos, el movimiento estudiantil, la intelectualidad, los trabajadores de la cultura y el pueblo en general seguían con detenimiento todos estos acontecimientos mundiales que se comentan y debaten en los lugares de trabajo y en las aulas. Y todos tienen claro, como enseñanzas de los mismos, que para ganar derechos, para lograr autonomía y soberanía es imprescindible avanzar en conciencia y organización y que la única metodología adecuada es la insurrección y la violencia en manos del pueblo.

Pero también en nuestra propia historia, en nuestro devenir como pueblo y como cultura, estaba diseñado un desemboque en el Cordobazo.

Años de luchas

La Resistencia al golpe oligárquico y clerical del 55 fue protagonizada (salvo el fracasado conato de militares peronistas encabezados por Valle) por los trabajadores peronistas. Por eso la represión del Conintes fue dirigida contra ellos. El Peronismo del Partido Justicialista y de las direcciones sindicales se dedicó a negociar y a lograr “un lugar bajo el sol” para recibir las prebendas  del gobierno y del Estado, lo que sería una constante hasta el día de hoy. De ese Peronismo resistente, de los trabajadores, de las huelgas y trabajo a desgano, del sabotaje y de los “caños” surgen los programas de La Falda en 1958 y de Huerta Grande en 1962, donde la recuperada CGT DE Córdoba y el Secretario General de UTA Atilio López actúan como organizadores. Después vendrá la CGT de los Argentinos y su programa en 1968, con la unidad obrero estudiantil que se empieza a gestar. Y estos programas  radicalizan e izquierdizan la conciencia de los trabajadores,  ya como propuesta antiimperialista y anticapitalista. En las elecciones de 1958 la orden de Perón de votar a Frondizi fue desoída por los trabajadores peronistas con más de un millón de votos en blanco. Y tenían razón porque Frondizi presidente entregó el petróleo a las multinacionales y la Universidad a la Iglesia y a los privados, inició la caída de los ferrocarriles y privatizó el gran frigorífico Lisandro de la Torre. Cuando la asunción de Onganía como Presidente del golpe militar del 66, con Vandor, Alonso y la dirigencia sindical peronista en el balcón para la foto, la declaración de Perón fue “desensillar hasta que aclare” que cayó pésimo a los trabajadores peronistas.

Todos estos antecedentes explican una característica fundamental del Cordobazo. Por primera vez desde la década del 40 una movilización de masas no fue dirigida ni controlada por la burocracia sindical peronista. No se escuchó cantar la marcha peronista ni se hicieron pintadas de ese signo. En el Cordobazo se cantó “Luche, luche y luche, no deje de luchar,  por un gobierno obrero, obrero y popular”. Y a partir de allí la consigna unitaria fue “Por una Patria Socialista” que se enfrentaba a la dirigencia sindical y política peronista que levantaba como consigna la “Patria Peronista”. El papel patronal y reaccionario de Perón fue de fácil comprensión para los viejos peronistas que venían de la Resistencia (Armando Jaime, Salomón, Alicia Eguren, Manuel Gaggero) pero no así para los jóvenes, recién llegados al Peronismo, que tuvieron que esperar hasta el 1° de Mayo del 74 para defraudarse al grito de “¡Qué pasa, qué pasa General, que está lleno de gorilas el Gobierno Popular!

La izquierda y los intelectuales en el Cordobazo.

El Partido Comunista y el Partido Socialista, cultores de la tradición liberal, expresaban posiciones cada vez más reformistas y parlamentaristas, seguidores de una inexistente  burguesía nacional y progresista. Y estas posiciones no seducían a lo mejor del activo juvenil que se incorporaba a la izquierda entusiasmada por la Revolución Cubana, el triunfo de la Revolución China y las luchas en Vietnam y especialmente con el mensaje del Che: “Revolución Socialista o caricatura de Revolución”. Frente a un Partido Comunista que se negaba a hablar de Revolución Socialista las nuevas camadas de revolucionarios pensaban que las “famosas” condiciones objetivas ya estaban dadas y por lo tanto era necesario organizarse y poner el cuerpo y confluir con los trabajadores que ya lo estaban poniendo. El intelectual debía estar comprometido con el pueblo, en la praxis revolucionaria, en una visión de totalidad, de eje de vida, de todo en función del cambio revolucionario. Y este posicionamiento va confluyendo con el camino de las rebeliones populares, que había iniciado el Correntinazo y el primer Rosariazo, que van mostrando a los trabajadores la necesidad de una salida independiente de los burócratas y de las patronales. Que van planteando poco a poco la necesidad de un gobierno de trabajadores. Todo esto irrumpe en el Cordobazo.

La jornada del 29

En el Plenario de Sindicatos y Delegados convocado por la CGT de Córdoba una semana antes, Agustín Tosco, Secretario General de Luz y Fuerza, plantea que contra el gobierno de Onganía no se podía hacer un paro dominguero, que desde Córdoba teníamos que hacer un Paro Activo de 38 hs. a partir de las 10 hs. del día 29 y con movilización. En el debate, finalmente se impone la propuesta de Tosco. Quedaba una semana para preparar el Paro. Se repartieron volantes en todas las empresas, se armaron molotovs, clavos miguelitos y hondas. Los obreros mecánicos se acopiaron miles de Bolitas, que se sacaban de los rulemanes, para que patinaran los caballos de la Policía montada. El mismo 29 en cajones se llevaron gatos para tirarlos a los perros de la Policía. En esa semana las tareas de coordinación y preparación fueron intensísimas y agotadoras. Todo fue preparado, nada quedaba al azar, pese a que no se dimensionaba la magnitud y trascendencia de lo que iba a pasar. El 29 las columnas obreras, desde distintas direcciones confluían hacia el centro. Todas ellas acrecentadas por contingentes estudiantiles. La Policía cerró las entradas y gaseó los intentos de paso. Las columnas se esparcieron en abanico para avanzar al centro. Cuando una columna del Smata llegó a San Juan y Arturo M. Bas, fue asesinado con tiro mortal el obrero mecánico Máximo Mena. La noticia corrió como reguero de pólvora. Y allí cambió todo. Las veredas eran levantadas y las baldosas convertidas en proyectiles. Las obras en construcción fueron asaltadas con la misma finalidad. La movilización es toda violenta y en ofensiva, decidida a derrotar a la Policía. Al mediodía la Policía está totalmente desbordada, sin gases ni munición. Y se retira para atrincherarse en el Cuartel General del Cabildo, frente a la Plaza San Martín. A las 14 hs. la ciudad es de los trabajadores, de los estudiantes y del Pueblo. Los sectores medios que desde los edificios contribuían con maderas y elementos para las barricadas, bajan de sus departamentos y se incorporan a las manifestaciones de alegría por la batalla ganada. En cada esquina se levanta una Tribuna. Se fortalecen las barricadas, ya previendo la intervención del Ejército. A la tardecita los trabajadores de Luz y Fuerza cortan la electricidad en toda la ciudad. Se han quemado lugares emblemáticos: la Xerox norteamericana, la más grande concesionaria Citroen, el club de suboficiales y se asaltó la muy coqueta y oligárquica confitería Oriental cuyas tortas y dulces refinados fueron disfrutados por los y las trabajadores. Con las primeras sombras de la noche ingresa una columna de la IV Brigada Aerotransportada del Ejército, por Avda. Colón, especialmente preparada para la represión. A la noche Córdoba era una ciudad en combate. Se constituyeron los Consejos de guerra que en forma sumarísima, esa misma noche, empezaron a juzgar y condenar.  Al día siguiente el Ejército sofocó las resistencias con decenas de muertos y heridos y ocupó la ciudad.

Ya nada fue igual

El Cordobazo y todas las Puebladas y Azos que le siguieron hicieron que surgieran miles de delegados obreros y activistas independientes de las direcciones peronistas y radicales, que se reconocían de izquierda. Fue la gran partera del clasismo del Sitrac- Sitram en Fiat, del Smata en Córdoba, de Villa Constitución, del Sindicalismo de Liberación conducido por Agustín Tosco. El Cordobazo mostró que la clase trabajadora tenía una impresionante capacidad de convocatoria, de posibilidad de acaudillar todo el conglomerado social. Que podía ser dirigente nacional y social, que podía tomar las riendas del país y transformarlo para bien de todos los argentinos. Que los trabajadores podían y debían dirigir la sociedad argentina.

La burguesía llena de pánico, rápidamente se reorganizó para contener y desviar la crisis desatada. Y se da como plan el Gran Acuerdo Nacional (GAN) cuyo aspecto central era lograr el regreso de Perón. Al frente de ese plan está Lanusse. Los mismos que habían echado a Perón en 1955 lo mandaron a traer. Pensaban  que era el único que podía frenar y desviar el movimiento revolucionario  que habían iniciado los obreros cordobeses. Y Perón volvió para crear las Tres A, para atornillar la burocracia sindical con una nueva ley de Asociaciones Profesionales y para criminalizar las luchas sociales con una fuerte modificación del Código Penal. Ni con Perón lo consiguieron. Optaron por el genocidio para cerrar ese ciclo que conducía a la Revolución Socialista. Los gobiernos constitucionales que siguieron a la Dictadura nos quisieron maniatar con el engaño de que con la Democracia “se come, se cura, se educa”. Así hoy,  el 50% de los argentinos está bajo la línea de pobreza.

El Cordobazo mostró la necesidad de un Partido Revolucionario, maduro y experimentado, que haga fundir el marxismo y las masas, que se dé una estrategia de Poder y que gane el corazón y la mente de nuestro Pueblo. Y que impulse las grandes transformaciones sociales y económicas en nuestra Patria. Son las grandes tareas  pendientes.

En este 52 aniversario no es momento de recordaciones nostálgicas ó académicas. Argentina camina a un colapso general. Para afrontarlo necesitamos sacar conclusiones prácticas de aquellas jornadas  de lucha de clases.

 

Desde Córdoba. Mayo de 2021. Carlos Vasco Orzaocoa.

 

 

 

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor, ingresá tu comentario
Por favor, ingresá tu nombre aquí