En el marco del festival Puentes de Agua, en Andalgalá entrevistamos a Maren Mantovani. Miembro del Secretariado Internacional del Comité Nacional Palestino por el Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS), y coordinadora de relaciones internacionales de la campaña palestina contra el muro del apartheid.

Para empezar, ¿nos podés contar qué es el Comité Nacional Palestino por el Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS)?

Es una coalición de todos los movimientos, partidos políticos, en Palestina que se juntaron para dar una referencia y un liderazgo al movimiento global por el Boicot, Desinversión y Sanciones del apartheid israelí.

Tu presencia tiene un sentido muy importante en este festival Puentes del Agua. ¿Cómo relacionás los problemas del agua que viven en Palestina y los problemas del agua que vivimos acá, es decir, el acceso al agua como problema internacional y no sólo nacional?

Pienso que en primer lugar hay que discutir la idea que transmiten los noticieros y los grandes medios de que Israel tiene la gran tecnología del agua, de que está construyendo agua de la nada y que pueda ayudar a todo el mundo. Lo que Israel tiene, fundamentalmente, es desde el inicio de su fundación un proyecto sistemático de robo del agua del pueblo palestino, por su propia colonización de este territorio. De hecho, una de las primerísimas cosas que el estado de Israel ha hecho fue construir la Mekorot, la empresa nacional del agua, y la primerísima cosa que esta empresa ha hecho fue crear un acueducto que está robando el agua, desviando el agua del río Jordán que hoy prácticamente no existe más, son unas gotas de agua que ahí se pierden, y pasan esta agua al territorio israelí. En el territorio palestino hoy ya no hay agua del río Jordán y del otro lado, el mar Muerto que estaba viviendo de esa agua del río Jordán, se está muriendo. Literalmente la velocidad en la cual el agua disminuye en el mar Muerto es espantosa, falta poco para que el mar Muerto esté verdaderamente muerto.

Pero Israel no sólo está desviando el agua.  sino que al mismo tiempo en el territorio ocupado palestino en la Cisjordania. Cuarenta años atrás ha ocupado este territorio, no permite más a los y las palestinas construir nuevos pozos y está construyendo sus propios pozos, más profundos, para garantizar que los pozos palestinos no tenga más agua y ellos robarse el agua. Esta agua robada, luego, si quieren – porque a veces no quiere- lo revenden a los mismos palestinos de los cuales robaron el agua, cinco veces más caro que a los colonos ilegales en el mismo territorio. Lo que está pasando, entonces, es que Israel está confiscando, anexando, territorio palestino, expulsando comunidades palestinas de este territorio. Porque el proyecto israelí se basa en la expulsión de comunidades palestinas. Una vez que son expulsadas estas comunidades, construyen colonias y agronegocio sobre las tierras para que las comunidades no puedan retornar. En todo este proceso, desde robo del agua a las comunidades para expulsarlas a través de la negación del acceso al agua de estas comunidades impulsan la colonización del este territorio por colonos ilegales y el agronegocio con el agua robada.

En Palestina es agua es un arma del apartheid israelí, es un arma para la expulsión de las comunidades palestinas y es ésta la tecnología que Israel tiene y que Israel vende.

Haciendo ahora la conexión con la política internacional, significa que Israel llega al resto del mundo, en este caso, a Argentina, con eta tecnología, con esta metodología y con esta ideología e intenta hacer contratos públicos de gestión del agua en otros lugares, como por ejemplo en territorio argentino. El resultado es de un lado, directamente, dinero público argentino está financiando lo que está pasando en Palestina cada día. Del otro, significa un impacto directo también al derecho al agua aquí en Argentina. Porque la ideología y la metodología del agua como privilegio de pocos, al contrario de una idea del agua como un derecho para todos, es exactamente lo que entra en estos proyectos también aquí.

Entre el 2009 y el 2014 tuvimos una experiencia de una lucha contra el primer contrato que esta empresa israelí del agua, Mekorot, hizo en La Plata. Fue un contrato por una planta de purificación. Podía haberse tomado otra tecnología… Luego descubrimos con los ingenieros y técnicos que, efectivamente, el proyecto traía el apartheid del agua hasta Argentina. Porque el proyecto no fu solamente un proyecto que tenía en la base un tarifazo, un aumento del costo del agua para los y las consumidoras, peor todavía la manera de tratamiento del agua había garantizado calidad de agua potable solamente a una pequeña parte de La Plata, la parte que tiene la mejor infraestructura, los mejores caños por los que pasa el agua. Mientras que donde la infraestructura no era buena, en los barrios más pobres, más marginalizados, el agua resultaba un agua no apta para consumo humano. Esta es exactamente la lógica de esta empresa que determina quién le interesa que acceda al agua y quién no; ya sean palestinos o población argentina menos rica, menos influyente. Ahí finalmente se logró en el 2014, anular ese contrato. La planta de purificación nunca se construyó y en La Plata todavía todo el mundo tiene acceso al agua potable.

Una de las razones por las que estoy aquí es que nos preocupó muchísimo que en este año ocho gobernadores[1] argentinos llegaron a Israel para encontrarse con la Mekorot, en una visita encabezada por el ministro del Interior argentino, Wado de Pedro. Esto muestra que existe un intento coordinado de que la Mekorot se desarrolle por aquí.

De hecho, ya hay dos contratos aquí. Uno en Mendoza y otro en San Juan. Todavía no hay claridad sobre el contenido de esos contratos. Todavía hay que hacer una lucha para obtener la transparencia y entender de qué es lo que incluyen. Pero solamente hablando con técnicos e ingenieros del agua de aquí, evidentemente sólo pueden suponer porque carecemos de datos oficiales, afirman no hay información de qué es lo que aportaría esta empresa a estas regiones, que tienen problemas de agua y que hay que resolver. Pero la Mekorot no va a resolver, sino que va a empeorar la situación, como ocurrió en La Plata.

En este encuentro queremos llamar la atención, hacer sonar la alarma, de que no es sólo una cuestión de solidaridad con Palestina, ya que el dinero argentino no tendría que financiar el robo del agua en Palestino. Pero también una alarma a vosotros y vosotras que están arriesgando el derecho al agua a través de esta empresa que está llegando.

 

[1] Fueron parte de la comitiva concretada a fines de abril de 2022 y encabezada por el representante de La Cámpora, siete gobernadores peronistas: Raúl Jalil, de Catamarca; Gustavo Bordet, de Entre Ríos; Gildo Insfrán, de Formosa; Ricardo Quintela, de La Rioja; Arabela Carreras, de Río Negro; Sergio Uñac, de San Juan; y Alicia Kirchner, de Santa Cruz. Y el gobernador de Juntos por el Cambio, Rodolfo Suárez, de Mendoza.

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