“…Luego lo hicieron cargar su cruz encima de su asma
y lo crucificaron con ráfagas de M-2
y le cortaron la cabeza y las manos
y quemaron todo lo demás para que la ceniza
desapareciera con el viento
En vista de lo cual no le ha quedado al Che otro camino
que el de resucitar
y quedarse a la izquierda de los hombres
exigiéndoles que apresuren el paso
por los siglos de los siglos
Amén.”
Roque Dalton; “Credo del Che”

 

La guerra, ahora extendida a Europa, y con la amenaza latente de una escalada planetaria y nuclear. El hambre para millones, en un mundo cuyo desarrollo tecnológico permitiría evitarlo. La desigualdad creciente, que hace que los diez multimillonarios más poderosos del planeta posean más patrimonio que los 3.100 millones de personas más pobres. En definitiva, el capitalismo en descomposición, que muestra su rostro cada vez más degradado; cada vez menos compatible con una perspectiva que –ni siquiera en el plano discursivo- tiene algo para ofrecerles a las amplias masas de trabajadorxs, como no sean ruinas humeantes.

En este contexto, la recuperación del ideario de emancipación para lxs explotadxs y oprimidxs del mundo, es decir, el rescate pero también la recreación de un proyecto revolucionario y socialista, cobra más vigencia y necesidad que nunca. El lugar de Ernesto “Che” Guevara en este escenario está llamado a ser central: por sus aportes teóricos, por su perspectiva político-ideológica, por su praxis y la fuerza moral que lxs revolucionarixs necesitamos para derrotar a un enemigo que es bestial.

Mientras el capitalismo y el imperialismo recrean experiencias donde las expresiones neofascistas emergen como falsa alternativa, las izquierdas tenemos una disyuntiva: la radicalización y ruptura con el institucionalismo, o relegar nuestro papel histórico. En este escenario también es imprescindible el Che. Tomando prestadas unas líneas de Roque Dalton, poeta y guerrillero salvadoreño, el Che sigue siendo una acción radical contra el quietismo reinante, un grito contra la politiquería del “escalamiento calmado de posiciones” y la tesis de la “acumulación de fuerzas ad infinítum”.

Su rostro sigue flameando como sinónimo de rebeldía allí donde los pueblos se sublevan contra el saqueo capitalista, contra las reformas regresivas que imponen los organismos imperialistas y sus gobiernos, sean las expresiones abiertamente reaccionarias pero también las versiones autodenominadas “progresistas”. Su legado teórico, antidogmático e irreconciliable con el actual orden de cosas, merece ocupar un lugar central para las nuevas generaciones que vislumbran que lo que hay que cambiar es este sistema, y de raíz. El Che sigue siendo indomesticable: para quienes trataron de desaparecerlo físicamente y enterrar su herencia política, pero también para quienes trataron de cosificarlo y hacerlo compatible con versiones que tratan de embellecer el capitalismo.

A 55 años de su caída en combate en Bolivia a manos del ejército local y la CIA yanqui, el Che sigue vivo en las rebeliones de los pueblos que se levantan contra el capitalismo y sus políticas. Su recuperación integral es una tarea de lxs revolucionarixs en Nuestramérica y el mundo.

Revolución socialista o caricatura de revolución.

 

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