Repudiamos el atentado hacia la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner el 1º de septiembre, perpetrado por un neonazi. Forme parte o no de una estructura orgánica, el ataque se inscribe en un escenario de envalentonamiento de sectores reaccionarios.

Las manifestaciones negacionistas, fascistas y reaccionarias vienen consolidando una corriente de opinión. Expresiones electorales como las de Milei muestran una canalización de una parte del descontento ante una crisis que se agudiza y que incluye a un régimen político que no ofrece salidas. Pero esas vertientes fascistas se basan en un discurso patriarcal, racista, individualista, acientífico, antiobrero y se ubican en las antípodas de los intereses de la clase trabajadora. Son expresión de la descomposición actual que la burguesía genera.

La tolerancia del peronismo con sectores de extrema derecha, o la propia coexistencia dentro de sus filas con represores como Berni o burócratas sindicales, alimenta esta situación. Para estos grupos reaccionarios, hay connivencia; para el campo popular hay “Proyecto X”,  infiltración de la Federal, armado de causas judiciales. Ante el atentado, el peronismo critica a sectores concentrados de los medios masivos de comunicación y elementos reaccionarios, pero habla de “conciliación” y llama a la paz. Insiste en ligar el accionar de un tirador con arma de fuego que tributa a ideas fascistas, con una manifestación como la que repudió el acuerdo con el FMI.

Condenar este atentado no implica una adhesión política ante quienes encabezan un gobierno de ajuste, que ha cedido el mando al FMI. Un gobierno que tiene apoyo de una parte del pueblo y que no duda en aplicar un programa crecientemente antipopular. La convocatoria a las marchas del día de la fecha, 2/9, partió del gobierno, feriado mediante, y no de un llamado a paro general contra las cámaras empresarias del campo y la ciudad que alientan salidas aún más reaccionarias que la actual gestión. Por eso, muchas organizaciones definimos no marchar.

La defensa de los derechos populares exige contundencia y movilización callejera. No “llamados a la paz” sino confrontar con los sectores de poder, algo que un gobierno burgués caracterizado por su tibieza y su nivel de subordinación al imperialismo no está dispuesto a hacer: gobierna en función de dichos intereses. Quienes desalojan familias sin techo, quienes persiguen a lxs militantes socioambientales que se oponen al avance extractivista, quienes establecen beneficios de todo tipo para los sojeros, quienes sostienen las patotas sindicales para que el ajuste siga golpeando los bolsillos y la mesa de la clase obrera no están defendiendo esos derechos. Cualquier escalada represiva desde el estado ante este episodio, en un escenario de creciente conflictividad social, debe ser rechazada tajantemente.

Necesitamos ganar las calles para repudiar tanto las avanzadas reaccionarias como también las políticas de ajuste en curso, que el propio gobierno aplica… Nuestra perspectiva es por la rebelión de los pueblos, no por una “paz” que sumerge en la miseria y en la precariedad a más de la mitad de nuestras infancias. Nuestra defensa de la democracia es la defensa del poder del pueblo y no de una democracia formal corrompida y manejada por los poderosos. La perspectiva de independencia política de la clase trabajadora debe seguir orientando nuestra intervención ante esta crisis.

02-09-2022

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor, ingresá tu comentario
Por favor, ingresá tu nombre aquí