Yair Lapid (izq.), Naftali Bennet (centro) y Manssour Abbas, del partido árabe Ra'am (derecha).

Israel festeja hoy, 5 de junio de 2021, justamente cuando se cumplen 54 años de la última gran anexión a través de la «Guerra de los Seis Días», el «espectacular cambio» de gobierno que terminaría con 12 años de liderazgo de Benjamín Netanyahu. Este se concretaría en los próximos días, si se logra imponer en la Kneset (Congreso) una «nueva» alianza de ocho partidos, llamada precisamente «Bloque de Cambio», liderada por Lapid, del partido Yesh Atid, y Bennet de Yamina. La alianza la integran partidos que se identifican desde la extrema derecha al llamado centro izquierda o «progresismo».

Como hace tiempo ocurre por esos pagos, no son cambios ni hay nada que festejar, especialmente por parte del pueblo palestino. Bennet es un ultra derechista que es aun más (si cabe la comparación) anti palestino que Netanyahu. «No dejaremos ni un centímetro de tierra de Cisjordania ni reconoceremos a ningún Estado Palestino», fueron las últimas declaraciones del posible próximo Primer Ministro.

La única novedad es que un partido árabe islámico será parte de la alianza. En todo caso ese detalle sólo servirá para la caracterización de ese partido, evidentemente de derecha, ya que no asumirá un gobierno más humano o que respetará al pueblo palestino.

Para nosotros, quienes sostenemos la necesidad de profundizar la solidaridad con el pueblo palestino, este cambio de gobierno significa sólo un cambio de figuras. Es una lucha interna del sionismo que no reportará beneficio alguno para israelíes, para la paz y, menos aún, para palestinos.

Sigamos trabajando, entonces, en presionar al gobierno argentino para que no se quede con la sola votación positiva en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, la que adoptó el 27 de mayo una resolución «que establece con carácter de urgencia una comisión internacional independiente para que investigue las presuntas violaciones y abusos de las garantías fundamentales en el territorio ocupado palestino, incluida Jerusalén Oriental, y en Israel, cometidas antes y después del 13 de abril de 2021» (ver web de Naciones Unidas).

Si bien esto significa un paso positivo en la necesidad de mostrar al mundo la esencia del sionismo y puede ayudar a frenar la masacre continua y permanente perpetrada por el Estado de Israel desde 1948 hasta el presente, debemos exigir que el Estado Argentino condicione el mantenimiento de las relaciones diplomáticas y comerciales a la devolución de los territorios ocupados desde hace 54 años y el retorno a sus hogares de todos los refugiados palestinos a sus hogares legítimos.

No es la solución definitiva. Solo un paso hacia la destrucción del Estado colonizador y de apartheid actual, derribar los muros físicos, culturales, sociales y religiosos y, en definitiva, construir un nuevo Estado que represente cabalmente a lxs trabajadorxs, lxs campesinxs y al pueblo todo que habita esas tierras.

David Alterman

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