La situación en Córdoba es límite. Hemos llegado al colapso del sistema de salud y a números record de contagios y muertes de trabajadorxs: más de 5.000 casos diarios y casi 4.000 muertos en lo que va de la pandemia. El gobierno de Schiaretti se la pasó escondiendo números o tergiversando las estadísticas cambiando los criterios: mientras que sostuvo un bajo porcentaje de ocupación de camas en los medios nacionales y locales, aquí sabíamos que habíamos llegado a casi el 100% hace semanas.  Hoy los números oficiales son del 76%… claro que también son cifras mentirosas. Esto se debe a que el gobierno toma como criterio la ocupación de pacientes con COVID y no la totalidad de pacientes. Esta maniobra le permite estirar los tiempos a costa de nuestras vidas. Pero ya la situación es tal que el propio gobierno anunció como cifra “límite” cuando lleguemos al 80% de la ocupación de camas. Esto acarrea dos problemas: no sólo que ya hemos pasado eso y que los números oficiales mienten, sino que dilatan una situación que sucederá de todas formas y el costo son cientos de muertes más.

Pero la docencia no se dejó engañar. Desde hace semanas se vienen gestando autoconvocatorias de trabajadorxs de la educación por fuera del sindicato para exigir la suspensión de la presencialidad.  Desde febrero las posiciones de la oposición en la UEPC fueron disímiles. Mientras algunas agrupaciones sostuvieron desde el principio la necesidad de no iniciar, entendiendo que era una bomba de tiempo y nos llevaba al colapso, otras proponían que había que “estar en las escuelas”, en una actitud que abona a la idea de que hay que sostener los baches del Estado. Aún luego de dos meses de experimentar el fracaso de la “presencialidad cuidada” con protocolos, algunas agrupaciones seguían manteniendo la necesidad de hacer comités por escuelas para exigir el cumplimiento de las medidas de seguridad. Estas diferencias tajantes obturaron los posicionamientos directos y claros al conjunto de la docencia y no fue hasta mayo que las autoconvocatorias impulsadas y fomentadas por los sectores que veníamos insistiendo en la suspensión evidenciaron la necesidad de pelear por el cierre de escuelas, reclamo al cual adhirieron, ahora sí, la mayor parte de la oposición. La celeste de la UEPC está siendo el brazo ejecutor de las políticas del PJ en la provincia. En medio de la puja Juntos por el Cambio y el Frente de Todos, donde el primero sugiere la apertura total y la “libertad individual” y el segundo debe hacer de cuenta que interviene porque así lo exige parte de su base, pero en realidad, al igual que JXC, no puede despegarse de las necesidades del empresariado, la docencia se autoorganiza.  La retórica del gobierno nacional tiene que ver con posicionarse en contra de la presencialidad (ahora, con un cambio de un día para el otro y el papelón de la desautorización del Presidente al Ministro de Educación) pero su política apunta a que cada gobernador haga lo que quiera. El Ministerio de Educación nacional con Trotta a la cabeza avaló la presencialidad hasta mediados de abril: su cartera sigue siendo un “ministerio sin escuelas”… y sin vocación de centralizar -al menos- una política educativa acorde al momento sanitario. Esta situación ha llevado a que Córdoba, que sigue la política de Larreta, ignore las sugerencias tardías del gobierno nacional (porque puede) y mantenga la apertura de todo hasta último momento.  Aún así, la situación le está explotando en la cara y están preparando el terreno para el cierre temporal de las todas las escuelas.  Desde febrero el gobierno provincial y sus medios vienen difundiendo fuertemente la idea de que en las escuelas no se producen contagios, y que de hecho cumplen un rol social importante. La realidad es que la presencialidad escolar en Córdoba no está funcionando desde febrero: cada vez son más las burbujas aisladas y los docentes enfermos, ver a les estudiantes una o dos veces por mes tampoco es verdadera educación, la bimodalidad no está garantizada porque en todo el año pasado y en lo que va del año no está habiendo inversiones en insumos y conectividad, pese a la –nuevamente- falaz propaganda del gobierno.   El hospital pedriatrico de Córdoba ya no tiene camas y en el país son más de 180.000 los menores de edad contagiades.

La situación hoy es que los números de la pandemia son pésimos y la exposición pública de la situación que están logrando les trabajadores de la salud y de la educación junto a las familias está haciendo más y más difícil al gobierno ocultar la información real. A Schiaretti le encantaría mantener una apertura máxima, indistintamente de los números… pero ya no puede ocultar ni disimular los contagios. A todo esto, el desbande de la dirección del sindicato docente UEPC, que está completamente desorientada, es patente. Comenzó el año exigiendo públicamente el cumplimiento de los protocolos y se la pasó persiguiendo compañeres que en sus escuelas querían llevar adelante esas exigencias. Cuando las autoconvocatorias docentes comenzaron a poner sobre la mesa la necesidad de la virtualidad pasaron de decir que “el sindicato no es quien puede tomar esa definición, es el ministerio”, pasando por sugerir al gobierno que sería bueno que repensara la suspensión temporal y localizada, hasta posicionarse públicamente por la suspensión de la presencialidad. Este último posicionamiento no es más que declamatorio: no han propuesto ni una medida de fuerza. El lunes 31 de mayo, las autoconvocatorias definieron una caravana en varios puntos de la provincia. El sindicato no apoyó la medida pero evidentemente se vio presionado porque el domingo anterior sacó una medida administrativa instando a la docencia a que pidan individualmente a las direcciones de las escuelas que se les dispense de ir a trabajar y que se pueda hacerlo en la virtualidad. Esto, que según la propia dirección del sindicato no es una medida de fuerza, es una bomba de humo para distraer a la docencia. Apela a la buena fe del ministerio y desarma a les compañeres. Hace rato que la conducción Celeste en la UEPC viene desvirtuando las herramientas sindicales, proponiendo y fomentando las acciones individuales, difundiendo falazmente que las acciones colectivas no se pueden realizar y modificando el concepto y fundamento de la huelga, entre otras medidas sindicales. El cambio repentino de posición respecto de la presencialidad muestra los malabares que hace Monserrat entre la docencia y el gobierno cordobés: unos días antes de que el cierre sea inminente, la Celeste pidió el pase a la virtualidad (sin exigir insumos ni nada) para no quedar detrás de las medidas del gobierno. Hoy, frente a un inminente cierre, Monserrat trata de quedar como el campeón. Eso quisiera… Porque la base docente va dandose cuenta de que la Celeste traiciona y va a seguir haciéndolo. La desconfianza a la dirección es muy grande en las escuelas pero la oposición no logra constituir un polo de atracción de ese descontento. La autoorganización seguirá creciendo y hay que fomentarla. La independencia de les trabajadores es central para conquistar nuestras reivindicaciones y la burocracia en el sindicato lo subordina a la política del Frente de Todos. Sin embargo, la autoconvocatoria tiene límites y no garantiza la acumulación. Necesitamos recuperar la herramienta sindical de quienes nos la robaron.

 

 

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor, ingresá tu comentario
Por favor, ingresá tu nombre aquí